La bancarrota de la capital de los fierros y el rock en EE. UU.
DETROIT CON BANDERA DE REMATE. A pesar de que una jueza de Michigan rechazó el pedido de quiebra de la emblemática ciudad -cuna de la industria automotríz-, ésta parece inevitable.
La declaración de bancarrota de la ciudad de Detroit, la más importante del Estado de Michigan, no sorprendió a casi nadie porque su debacle prenunciaba ese final. Con una deuda de 18.500 millones de dólares que reclaman unos 100 mil acreedores y casi sin recursos fiscales a los que echar mano, tras una década de endeudamiento creciente, el símbolo del desarrollo industrial de Estados Unidos se ha convertido en una metrópolis sin alma ni dinero.
La bancarrota de Detroit y el futuro de EE UU: robots, raza, globalización y el 1%
La gran pregunta es si la quiebra de Detroit y su probable declive es una casualidad o si nos dice algo acerca de la distopía en la que Estados Unidos se está convirtiendo. Me parece que los problemas de la ciudad son las dificultades del país en su conjunto, especialmente las cuestiones de la desindustrialización, robotización, el desempleo estructural, el aumento de las comunidades cerradas y exclusivas de los ricos (el 1%), y la división racial. El alcalde ha pedido a las familias que viven al oeste, la parte mas despoblada de la ciudad de venir hacia el centro, para que puedan ser atendidos. Me pareció post-apocalíptico. A veces, los barrios abandonados accidentalmente se incendian, y 30 edificios son convertidos en humo.
Lecciones de los padecimientos del presidente boliviano
El episodio con el avión del Presidente boliviano expone casi tantas verdades como las revelaciones de Snowden. Estas verdades son tan reales como convenientemente ocultadas del escrutinio público. La cuestión sigue siendo, por supuesto, en qué medida el público realmente quiere conocerlas. Quizá las democracias desarrolladas dependen del consentimiento de las personas que, como lo dijo el salmista, "tienen boca pero no pueden hablar, y ojos que no pueden ver."
Los hidrocarburos y la soberanía nacional
El antiguo presidente de la FIDE (Fundación de Investigaciones para el Desarrollo), donde se nutrieron varias generaciones de economistas, incluida la actual presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, y actual miembro del directorio de YPF, inscribe el acuerdo entre esa empresa y Chevron en el contexto histórico, resalta la “inconsistencia argumental” de sus críticos y pone en el centro del escenario la búsqueda de la desestabilización política del Gobierno.
“Decreto Chevron”
“Tengo una posición contraria a esta supuesta alianza estratégica. Considero que podría llamarse el ‘decreto Chevron’. YPF tentó a 16 empresas multinacionales para que inviertan en Vaca Muerta y la única que aceptó fue esa norteamericana. La petrolera está muy contenta con Argentina. La Corte Suprema le perdonó un embargo de 19 mil millones de dólares. Y los beneficios que consigue ahora son extraordinarios. Una parte de sus exportaciones no pagarán impuesto, justo en una actividad que genera súper renta. Además, si el valor de la venta para el mercado interno se encuentra por debajo del precio internacional, el Estado cubrirá la diferencia con un fondo de compensación. El error es avanzar en la explotación del combustible shale. Atrasa. Las técnicas de perforación no convencionales encuentran una fuerte resistencia en el mundo. Eso se debe a que generan un fuerte impacto ambiental producto de la polución que emanan las cuencas. El país debería apuntar a nuevos pozos de petróleo tradicional, aprovechando la plataforma marítima. También diversificar en energía eólica, solar e hidrógeno.”
Reformas estructurales y caída de reservas hidrocarburíferas: el caso argentino
Las reformas estructurales implementadas en la década de 1990 en el mercado hidrocarburífero argentino, según sus impulsores, tenían por objetivo eliminar el poder del Estado en el sector a través de YPF S.E. y generar un mercado de competencia. Eso, se suponía, redundaría en un fuerte ingreso de capitales de riesgo que permitiría incrementar el nivel de reservas y lograr una explotación próspera de la actividad para las futuras generaciones.
La Vaca y la vacuna
Si había algo que la actual administración debía rectificar eran los devaneos de su política energética, desde la creación de la empresa importadora de gas Enarsa, al triste ingreso del grupo Petersen al capital accionario de la filial local de Repsol. La recuperación del capital mayoritario de YPF constituyó en esta secuencia un verdadero punto de inflexión. El capital privado, librado a sus propias reglas, demostró –por si hiciera falta una muestra más– incapacidad para conducir el circuito petrolero. Fue así porque, en un sistema capitalista, la atendible lógica de maximización de ganancias no siempre va de la mano con las necesidades del desarrollo sectorial, proceso que requiere siempre del Estado planificador y regulador.
Documento especial: acuerdo YPF - Chevron
Presentamos un compilado de artículos publicados en Miradas al Sur sobre el acuerdo entre YPF y Chevron.
El Mercosur a la pesca de una identidad
Ninguno de los cuatro gobiernos quiere terminar con la Unasur. Nadie tiene planes de liquidar el Consejo de Estados de Latinoamérica y el Caribe. Y además los cuatro proyectan volver a ser cinco, con Paraguay adentro. ¿Renació el Mercosur? Pero cómo, ¿no estaba muerto? La política internacional es, por naturaleza, más silvestre que la doméstica. El poder suele presentarse en su costado más crudo. Incluso llega a cometer el crimen de la guerra, para usar la hermosa síntesis de Juan Bautista Alberdi. Pero en sus vaivenes y en sus sorpresas, en sus marchas y contramarchas, el mundo a veces otorga la chance de reacomodarse. Y los gobiernos, a veces, tienen la lucidez de recoger el guante.
Aún es temprano para saber si esta interpretación termina gozando de sustento en el tiempo aplicada al Mercosur, pero no suena disparatada si se considera el resultado de la cumbre celebrada el viernes en Montevideo. Lo que pudo ser una reunión anodina o desordenada –un ramalazo de declaraciones, en el mejor de los casos– se convirtió en una oportunidad aprovechada para sentar doctrina y generar acciones por parte de la Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela. Paraguay no participó porque su gobierno estaba suspendido, condición que se levantó como parte de las decisiones de los cancilleres y, luego, de los presidentes. “Amo a Paraguay”, no dudó en afirmar el venezolano Nicolás Maduro, que ocupa por primera vez la presidencia pro témpore del bloque. Venezuela fue incorporada mientras Paraguay estuvo privado de sus derechos plenos.
Los presidentes coincidieron en rescatar el derecho de asilo como una identidad regional. Es un mensaje institucional a través de la afirmación de la vigencia de los derechos humanos.
La convocatoria en consulta a los embajadores de cada uno en España, Italia, Francia y Portugal en solidaridad con Evo Morales por el acoso sufrido es una medida dura. El llamado en consulta no es un simple trámite informativo sino una forma de protesta en la escala de la diplomacia internacional. No llega a un nivel extremo como el retiro de embajadores, naturalmente, y menos a la ruptura de los nexos diplomáticos. Pero marca una decisión colectiva sin precedentes de los países más grandes de Sudamérica, que eso son Brasil, la Argentina y Venezuela, hacia las dos naciones de la conquista original, Portugal y España, o hacia las tres naciones de donde vinieron las mayores oleadas de inmigración (España, Italia y Portugal), a las que se agrega la segunda potencia dentro de la Unión Europea, Francia.
La respuesta al espionaje electrónico masivo por parte de los Estados Unidos pareció exitosa al esquivar dos riesgos. Por un lado, evitó aumentar algo que ya existe y fue señalado por el experto Juan Gabriel Tokatlian en La Nación: intensificar las turbulencias frente a una decisión imperial de los Estados Unidos. Tokatlian no convocaba a las relaciones carnales sino a un ejercicio racional de defensa propia. Agitar más el aire cuando el imperio o lo quiere agitado o está él mismo en un momento de agresividad es mal negocio para países que están lejos de ser una hiperpotencia hegemónica.
El otro riesgo que evitó el Mercosur es quedar en una suerte de tercera posición entre los Estados Unidos y el terrorismo fundamentalista. Era una trampa accesible, porque Washington defiende su vocación de Gran Hermano explicando que captura millones de mails e interfiere todas las comunicaciones de línea para prevenirse de un ataque tipo Al Qaida del 11 de septiembre de 2001 y ayudar al mundo a prevenirse.
Fue una forma de plantarse ante el imperio sin decirle al imperio que lo es. Sin embargo, el Mercosur reaccionó ante dos hechos imperiales, el espionaje masivo y la advertencia al mundo sobre dónde está el poder en la persona de Evo Morales.
Esta vez se dio el milagro. Incluso sin coordinación previa del bloque, cada uno había preparado el terreno y todos convergieron en Montevideo para el momento de la síntesis y la acción.
Cristina Fernández de Kirchner siguió la humillación a Evo en todas sus alternativas y planteó el tema desde su cuenta de Twitter y en tiempo real. Intercambió datos e indignación con Ecuador, un extra-Mercosur que quiere ser parte del bloque igual que Bolivia. La Argentina y Ecuador más Venezuela y Uruguay fueron el corazón de la última cumbre de Unasur en Cochabamba, la más desvaída desde que se relanzó la Unión Suramericana de Naciones en 2010. No fueron los presidentes de Colombia, Perú y Chile, tres de los cuatro miembros de la Alianza del Pacífico junto con México. Tampoco Dilma Rou-sseff, aunque en su caso el consejero internacional Marco Aurélio García dijo, cuando llegó a Cochabamba, que era su representante personal en la cumbre.
Evo agradeció la velocidad de respuesta de la Argentina y de la Presidenta con una presentación masiva de su gobierno en la fiesta del 9 de Julio organizada por el embajador Ariel Basteiro. Estuvo el mismo Evo, pero también entre otros el vice Alvaro García Linera, el canciller David Choquehuanca y su vice Leonor Arauco, ex embajadora en la Argentina. Fue más que un gesto amistoso a Basteiro, que en sus nueve meses de gestión se convirtió en un embajador movedizo y curioso capaz de explicar, como lo hizo estos días, que parte del enojo de Evo por el acoso a su avión volviendo de Rusia surge de tres principios aymaras: “No robar, no mentir, no ser flojo”.
La relación entre la Argentina y Bolivia no tiene altibajos, o no tiene bajos, desde que los dos países firmaron el acuerdo del 2006, el mismo año en que asumió Evo por primera vez. Por ese arreglo la Argentina reconoció a Bolivia un precio superior de su gas. Hay temas permanentes y símbolos que se asoman con frecuencia. Evo fue a Rusia a una conferencia de exportadores de gas. La rebelión popular dentro de la crisis de 2005 combinó protestas por la falta de agua para la población de El Alto, la gigantesca concentración urbana próxima al aeropuerto de La Paz, y por la falta de gas para los bolivianos en medio de un auge de las exportaciones gasíferas. En El Alto acaba de cantar León Gieco dentro de un programa cultural impulsado por la embajada argentina.
La fuerza política y afectiva de la Argentina con Bolivia se sumó a un movimiento diplomático de Brasil iniciado el último domingo, cuando el diario O Globo reveló que los brasileños también habían sido espiados por la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos de manera directa o a través de contratistas con plataforma digital para datos y llamadas. Dilma no esperó ni un día para dar instrucciones a su canciller, Antonio Patriota, de pedir explicaciones al embajador norteamericano Thomas Shannon y a que pidiera explicaciones el embajador brasileño en Washington Mauro Vieira. La primera declaración posterior de Patriota fue de satisfacción porque, dijo, los Estados Unidos se habían mostrado dispuestos al diálogo. Pero el resultado del diálogo no debe haber conformado a Brasil, lo cual es obvio porque de otro modo Rousseff no hubiera viajado a Uruguay e impulsado con sus socios del Mercosur un documento contra las “las acciones de espionaje por parte de agencias de Inteligencia de los Estados Unidos” y contra “la intercepción de las telecomunicaciones”. Tampoco el principio según el cual “la prevención del crimen así como la represión a los delitos trasnacionales, incluso el terrorismo, debe enmarcarse en el estado de derecho y la estricta observancia del Derecho Internacional”.
El alicaído Mercosur recuperó, así, el dinamismo político que tuvo por ejemplo en 2005, cuando los cuatro miembros plenos de entonces más Venezuela pusieron bolilla negra al consenso para formar un área de libre comercio de las Américas.
Quizás en la reunión de Montevideo no se habló de la Alianza del Pacífico. Pero, al construir una agenda de confrontación sin delirios con los Estados Unidos, pareció dejar sentada una razón de ser. Tiene varios desafíos por delante. Entre ellos, reconstruir la vitalidad de Unasur. Dialogar con Colombia y Chile. Saber que con ellos no es la confrontación de fondo. Y saber, también, que Sudamérica tiene una cara común, que es Unasur, pero dos caras en términos de cómo encarar la relación con los Estados Unidos, la de la Alianza del Pacífico y la de Mercosur, este último con todo el potencial económico de los tres grandes y el déficit de su integración inacabada y un exceso de ruido inútil entre los socios, Brasil y la Argentina en primer lugar.
Frente a esos desafíos la desventaja, hoy, es igual a la ventaja: en este mundo nadie puede solo. Es la razón por la cual se pierden aliados pero también el motivo por el que se pueden ganar, así sea por períodos o por temas.
El tetris del Mercosur
La reunión de Montevideo confirmó que el bloque regional está en permanente movimiento geopolítico. La reincorporación de Paraguay. El ingreso de Bolivia como socio pleno y la futura adhesión de Guyana y Surinam. Ante la Alianza del Pacífico, el Mercosur redobla su apuesta y otorga la presidencia pro témpore a la Venezuela bolivariana de Nicolás Maduro. Ante el caso Snowden, se reivindicó el asilo como un derecho humano incuestionable y la autonomía en su seguridad informática como una prerrogativa innegociable con los Estados Unidos.
El viernes por la mañana una densa y viscosa bruma inundaba toda la rambla montevideana que, además, esmerilaba con un aire fantasmal los contornos de todos los edificios, inclusive el Palacio del Mercosur donde se desarrollaría la cumbre. Parecía el clima perfecto para narrar una novela de espías. Pero, en este caso, salvo el cinematográfico patrullaje de la prefectura uruguaya sobre el plomizo Río de la Plata; a esa hora y en ese punto cardinal de la capital uruguaya sólo circulaban funcionarios estatales de primera línea, personal a cargo de la seguridad de los jefes de Estado y varios cronistas de prensa latinoamericanos. El único personaje ligado al espionaje, o a las denuncias sobre el mismo, no estaba, por supuesto, en Montevideo el último viernes, sino en la sala de pasajeros en tránsito del aeropuerto de Moscú, claro está. Pero, ésa es otra historia que, paradojalmente, por la intempestiva coyuntura política de la región, se vincula, y de forma notable, con lo sucedido este fin de semana al otro lado del río en la reunión presidencial de los primeros mandatarios Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff, Evo Morales, Nicolás Maduro y el anfitrión, José Mujica.
La cumbre del consejo del Mercosur fue la número 45 y su agenda comercial no incluyó puntos que vayan a modificar el rumbo estratégico de la Unión Aduanera de la Cuenca del Plata. Ciertos cortocircuitos o problemas bilaterales, algunos con más permanencia que otros en el tiempo, como las tensiones en la industria automotriz entre Buenos Aires y Brasilia o las demandas de los países pequeños –Uruguay, Paraguay– para impulsar fondos financieros que reduzcan las asimetrías comerciales intrabloque, no fueron abordados con profundidad en la cita de Montevideo. Esa agenda, la que hace al Mercosur de todos los días, será tratada en próximas reuniones ministeriales o técnicas. En ese sentido, como sucede en los últimos encuentros donde coincide la mayor parte de los jefes de Estado del Cono Sur, la reunión en la capital uruguaya tuvo un claro perfil político para atender la coyuntura geopolítica más cercana y caliente. En definitiva, más allá de lo fijado en lo protocolar, la cumbre del Mercosur de este fin de semana puede ser rebautizada como “la cumbre Snowden” ya que el caso del agente de inteligencia norteamericano arrepentido y el consiguiente perjuicio diplomático al presidente Evo Morales marcó el vértice de la reunión.
En ese sentido, Miradas al Sur consiguió en Montevideo el testimonio de una de las mayores especialistas en bases militares y redes de inteligencia montadas por el Pentágono en la región de Latinoamérica, la colega de Visión Siete Internacional Telma Luzzani. Además, la editora de la sección internacionales de la revista Caras y Caretas acaba de ser premiada por el gobierno venezolano por su investigación periodística en el libro Territorios Vigilados, donde describe con precisión hasta qué punto está ramificado el espionaje del Comando Sur en Sudamérica. “El caso Snowden y la Cumbre del Mercosur se cruzaron en dos puntos muy sensibles de la geoestrategia internacional. El primero es la inaceptable detención del avión donde se desplazaba el presidente Evo Morales. El segundo, el espionaje masivo que Estados Unidos realiza en nuestro territorio. El diario brasileño O Globo publicó varios documentos revelados por el espía Edward Snowden que indican que en Brasilia operó –al menos hasta 2002, un año antes de la asunción de Lula da Silva– una de las 16 bases que los servicios de inteligencia de Estados Unidos tienen desplegados en el mundo. Esta oficina (que al parecer espiaba con la cobertura de la poderosa consultoría internacional Booz Allen & Hamilton, para la que trabajaba Snowden) controló todas las comunicaciones de dirigentes políticos y empresariales de Brasil. El escándalo –del que el Comando Sur y las bases militares del Pentágono en la región no están ajenos– recién empieza. El bloque del Mercosur volvió a demostrar en Montevideo el importante camino de autonomía y dignidad que ha ganado en este siglo XXI”, advirtió Telma Luzzani.
En principio, lo más jugoso de la cumbre en términos informativos estuvo a la hora de los discursos de los presidentes. En ese momento, y de cara a toda la prensa regional e internacional, los primeros mandatarios ratificaron la aprobación de tres documentos oficiales para replicar la agresión diplomática contra el presidente Evo Morales en el Viejo Continente. Y en esta terna, quizás, el comunicado más importante de la cumbre es el texto donde los países de la región “reivindican el derecho a la autonomía en su seguridad informática como una prerrogativa innegociable con los países centrales”. Hasta el momento, el capítulo sobre la inviolabilidad del espacio cibernético latinoamericano no había sido abordado en una cita regional pero el denominado caso Snowden alteró la geopolítica regional.
Recapitulando, las intervenciones de los primeros mandatarios estuvieron lejos de pasar desapercibidas y fueron picantes, con mucho código militante. “Luego de vivir de espaldas unos de otros, hemos logrado este enorme capital político de unidad llamado Mercosur. Los latinoamericanos, los que vivimos al sur de nuestro continente, somos conscientes de nuestra debilidad y de nuestra fortaleza relativas y de que para darnos personalidad disuasiva en el mundo que va a venir tenemos que caminar en unidad. Porque desgraciadamente no hay lugar para los débiles en el escenario global. La ambición es incluir a toda la América que piensa en castellano, a la que piensa en portugués y a la que piensa en la lengua de nuestros hermanos indígenas”, inauguró el plenario de jefes de Estado el siempre llano y descontracturado José Pepe Mujica.
Luego, llegó la palabra rimbombante del líder bolivariano Nicolás Maduro: “Queridos compañeros. Ésta es la primera reunión luego de la partida de nuestro querido compañero Comandante Hugo Chávez. La primera vez que escuché la palabra Mercosur fue cuando él salió de la cárcel en 1994. Su primer viaje presidencial fue a Brasil y luego a la Argentina. El Mercosur tiene que ser el motor económico de América latina más allá de las fronteras de suramérica. Tiene que trascender lo comercial que no es abandonarlo sino reubicarlo con otro concepto. Con Venezuela, el Mercosur llega hasta al Caribe, pero ahora tiene que trascender aún más. Por suerte, el Banco del Sur ya está listo. El Banco del Sur es uno de los proyectos más importantes de la nueva etapa de Latinoamérica y de lo que se llama la nueva arquitectura financiera del sur. La agresión a Evo Morales es una agresión a todos nosotros. Hemos ratificado el derecho al asilo como un derecho fundamental. Y también ratificamos el rechazo a las agencias de espionaje norteamericanas con asiento en la región. Y ratificamos la importancia de contar con la seguridad informática del Sur, de contar con la autonomía informática del Sur”.
En ese sentido, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner mantuvo la oratoria militante de Maduro aunque en un primer tramo de su parlamento precisó por qué la convergencia regional no sólo es un triunfo ideológico sino un éxito bien concreto a favor de un mejor nivel de vida de los ciudadanos. “Estar aquí es fuerte, aquí asumí como presidente pro témpore en 2007. En ese momento, veníamos de superar la década perdida de la región. Me hubiera gustado contar con la presencia de mi compañero de vida en esta cumbre. Y quiero recordar números porque nuestra pertenencia al Mercosur no se defiende sólo desde lo emocional. Cuando terminaba el año 1980, el ingreso per cápita de nuestra región era de 2.928 dólares mientras que en las potencias del norte esta cifra trepaba mil dólares más. Ahora, en 2012, bajo la dirección de los gobiernos populistas, mientras en el norte el ingreso per cápita es de 10.980 dólares, nosotros, por primera vez en mucho tiempo, los superamos con una tasa de ingreso de 11.812 dólares por individuo. Ésa es la historia de la región. Y estoy hablando de números y de dólares, no de ideología, como siempre nos machacan. Además, el Mercosur ha significado la inclusión social de millones de patriotas y de millones de ancianos sin cobertura previsional y de miles de científicos que habían emigrado. Este Mercosur no es el mejor pero es el único instrumento que tenemos. Yo creo que con el ingreso de Venezuela vamos a lograr superar el riesgo de reprimarizar nuestras economías porque el gran desafío es seguir incorporando valor agregado. Además, con Venezuela cerramos la ecuación energética. Acabo de reunirme con un importante representante de una multinacional argentina y me dijo algo que va muy a contramano del relato de los grandes medios: hoy consume la misma cantidad de pañales descartables la clase media argentina que la norteamericana. Eso también es parte del crecimiento de nuestro bloque regional”, dijo Cristina.
Luego fue el presidente boliviano Evo Morales, obviamente, el encargado de explicitar cuál fue la respuesta consensuada del Mercosur para responder las consecuencias del denominado caso Snowden. “Tenemos la obligación de modificar a la región con un enfoque social. Siento que estamos en esa etapa. Pero, aparte, tenemos que seguir defendiendo a nuestros valiosos recursos naturales. Yo les agradezco la solidaridad por mi detención en Europa porque detrás de mi bloque aéreo están los Estados Unidos. ¿Cómo van a decir que yo voy a proteger a un espía si los agentes de inteligencia norteamericanos están por todo el continente? ¡Por favor! Y quiero aclarar que no estoy resentido, todo lo contrario, creo que mi incidente va a ayudar a que incrementemos nuestra conciencia política sobre este tema. Tenemos que reforzar nuestra tecnología, así como avanza nuestra industria, para no permitir ser espiados por el imperio norteamericano. Y convocó a realizar una Comisión investigadora para que dilucide lo que pasó en Europa. Y si se comprueba que Estados Unidos estuvo detrás del bloque aéreo, pues convoco a promover una demanda contra la Casa Blanca en los organismos internacionales”.
Por otro lado, un hecho a destacar en la Cumbre del Mercosur fue la propuesta del presidente Mujica sobre la necesidad de fijar un Arancel Externo Común en el bloque para “contener la entrada de productos chinos a la región y proteger la industria local”. El gigante asiático le viene pisando los talones a los Estados Unidos en lo que respecta a presencia y gravitación comercial en la región. Este punto es más que delicado. Por un lado, Beijing despliega un esquema de dominación suave en el Cono Sur. La agenda diplomática de China nunca traerá aparejada la intromisión de agentes militares o de espías en tierras latinoamericanas pero su hegemonía comercial pisa tan fuerte como la norteamericana ya que la brecha económica es, por obvias cuestiones de tamaño, altamente favorable a la antigua potencia del Medio Mundo. En ese sentido, el ex cuadro guerrillero del MLN Tupamaros aplicó su filosofía ciento por ciento campechana para explicar en el Plenario de Jefes de Estado –que, aunque fue cerrado a la prensa, hizo circular con fuerza en los pasillos del Palacio del Mercosur todas las declaraciones– hasta qué punto la invasión de productos chinos está modificando el tablero económico local: “Nunca vamos a tener la disciplina de los chinos. Por favor, cuidemos la integración de los gobiernos. No sé si se fijaron bien pero la rambla montevideana está llena de camionetitas blancas. Son todas chinas. Una cosa es la asociación y otra ceder todo el capítulo industrial”.
Indudablemente, en clara confrontación ideológica con el Mercosur, la Alianza del Pacífico (AP) –el bloque comercial que agrupa a Chile, Perú, Colombia y México– está de moda en la prensa regional hegemónica, dominante, concentrada (que el lector elija su propio calificativo). Tras el inicio del ciclo de gobiernos progresistas suramericanos (victoria presidencial de Hugo Chávez en 1998, triunfo presidencial del lulismo en el año 2002), la derecha latinoamericana permaneció durante mucho tiempo sin capacidad de reacción o liderazgo continental significativo. Incluso, los gobiernos más conservadores, como el chileno del magnate Sebastián Piñera o la administración colombiana del hiperpragmático Juan Manuel Santos, se resignaron a adherir a las principales iniciativas integracionistas del Cono Sur como la Celac o la Unasur. Pero, tras el reciente lanzamiento de la AP en la ciudad caribeña de Cali, los intelectuales orgánicos a la bajada de línea de la Casa Blanca encontraron una referencia geopolítica concreta para magnificar en sus editoriales. En Buenos Aires, el diario La Nación y, en Montevideo, el matutino El País, por ejemplo, se preguntan por qué razón los gobiernos locales se “obstinan en seguir apostando al moribundo Mercosur”.
Los defensores de la alianza destacan que representa 35% del PIB latinoamericano y 55% de las exportaciones de la región al resto del mundo, y que durante 2012 los cuatro países tuvieron un crecimiento mayor que el resto de la región. En ese sentido, es oportuno recordar que, según cifras oficiales de organismos como la Cepal, las “exportaciones de la Alianza del Pacífico se concentran en minerales en bruto e hidrocarburos. Sólo 2% de las exportaciones se dirigen a los otros países de la alianza, mientras el 13% de lo que exportan los miembros del Mercosur es comercio intrazona, que siempre comporta mayor valor agregado”. Además, más allá de este cruce de datos técnicos, el periodista uruguayo Raúl Zibechi –que presentó en el anterior número de este semanario su último libro– le advirtió a Miradas al Sur en la sala de prensa del Palacio Mercosur que “la Alianza del Pacífico tiene tres objetivos. Uno: sujetar a los países del Pacífico como exportadores de bienes naturales, consolidarlos como países sin industria y enormes desigualdades y, por lo tanto, con crecientes dosis de militarización interna. Dos: impedir la consolidación de la integración regional y aislar a Brasil, pero también a Argentina y Venezuela. Tres, y esto nunca lo dicen sus defensores: formar la pata americana de la Alianza Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), que Estados Unidos pretende convertir en el brazo económico de su megaproyecto militar para contener a China”.
Ya al cierre de la cumbre y con el retiro de las delegaciones presidenciales, Miradas al Sur tuvo la oportunidad de charlar unos minutos con el ministro de Turismo venezolano Andrés Izarra, ex titular de la cartera de Comunicaciones de ese país, ex corresponsal de la CNN y niño mimado del chavismo para dar la batalla cultural e informativa en el país caribeño. “Para nosotros, sin ninguna duda es un hito asumir la presidencia pro témpore del Mercosur. Fue Chávez quien nos enseñó que el camino de Venezuela estaba al lado de todo Latinoamérica. Seguramente, el Comandante debe estar festejando desde el cielo que Caracas hoy tenga el liderazgo del Mercosur”, advirtió Izarra a este semanario mientras un enjambre de periodistas corrían a pegarse a su figura para sacarle una declaración sobre el caso Snowden. “¿Snowden? Y ese quién es, si quieren podemos hablar de las nuevas playas caribeñas que ofrece Venezuela”, bromeó Izarra, quien obviamente no quería confirmar si Venezuela va a recibir al ex espía norteamericano en tierra bolivariana. Caía la tarde en Montevideo, la jornada de color ceniciento daba lugar a un cielo tan cerrado y oscuro como el Río de la Plata. Aún permanecía un puñado de militantes para saludar a los jefes de Estado tras las vallas del Palacio del Mercosur. No lo harían por mucho tiempo más, el frío de la noche invernal uruguaya y el viento helado de la costa marcaba que ya era la hora del retorno de cada uno para su casa.