Trump, el gasto militar y sus aliados
En sus primeros pasos, el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos mantiene el mismo lenguaje de su campaña, y parece actuar en consecuencia.
En el ámbito latinoamericano se le da mucha importancia a la seria disputa entre ese país y México, de donde, según Trump, le vienen muchas de las “plagas que azotan a su país”: la competencia de las importaciones (junto a las de China entre otros) y la mano de obra que cruza indocumentada la amplia frontera común. Trump considera a ambas como causa de la declinación del empleo industrial en Estados Unidos. Las consecuencias de este enfrentamiento irán mucho más allá de la relación entre esos dos vecinos, y puede llegar a desatar una ola antinorteamericana en el continente de consecuencias difíciles de evaluar en el presente.
Sin embargo los temas que más preocupan, tanto en aquel país como en las grandes potencias, son otros. Si se recorren los artículos editoriales de los principales diarios del mundo, defensores acérrimos de la globalización neoliberal conducida por el capital financiero, lo que se percibió primero fue la incredulidad frente al triunfo de Trump, luego estupor y desconcierto, a lo que siguió la cerrada crítica a cada una de sus iniciativas. Uno de los objetivos de las fuerzas del establishment económico internacional (y la gran prensa es su vocero) es cómo acomodar la política que está llevando a cabo Trump con los postulados del neoliberalismo, que ha hecho de la libre circulación de mercancías y dinero (no de personas), la parte fundamental de su credo. Por su oposición a los tratados existentes (Nafta) o en ciernes (TTP con Asia Pacífico, EEUU-Comunidad Europea) no han dudado en etiquetar a Trump como un populista, por haber buscado su apoyo electoral en las clases medias bajas y de trabajadores blancos que perdieron su nivel de vida ante el desplazamiento de muchas industrias a países de menor costo laboral. Esta etiqueta la mantienen aunque las críticas de Trump no hayan ido contra el capital financiero que produjo el desplazamiento de sus industrias y la creciente desigualdad de ingresos y patrimonios, sino en contra de otros trabajadores, los de los países que le exportan a Estados Unidos y los migrantes, en especial los mexicanos, en un desborde de xenofobia y machismo que no entran en los manuales de “corrección política”. En política interior Trump exacerbó los prejuicios de las clases medias bajas y populares blancas con el objetivo (logrado) de ser electo presidente, no para resolver las injusticias sociales en su país.
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