A 40 años del golpe: Los incorregibles de ayer y de hoy
Eran las 9 de la mañana del día 10 de septiembre de 1973, tenía 18 años y participaba de la asamblea universitaria donde recibíamos de nuestros dirigentes, la última información. Salvador Allende hablaría desde la Universidad Técnica del Estado (hoy USACH) para llamar a un plebiscito nacional y así zanjar la situación política y permitir que los ciudadanos se pronunciaran sobre la situación política en ese entonces. Se sabe que el Golpe que se había organizado para el 13 de septiembre de 1973, ante el inminente anuncio de consultar a los ciudadanos, fue adelantado para el 11 de septiembre para evitar el anuncio público que haría Allende a la nación y así adelantarse y asegurar la asonada que estremecería a Chile y el mundo por su salvajismo y brutalidad contra un pueblo que había decidido avanzar por la senda de los cambios con un programa de gobierno apoyado dentro del marco constitucional por la mayoría de los chilenos.
La redes de la CIA en Chile que reclutaron a miembros de las FFAA de Chile, miembros de los tribunales de Justicia, del Congreso Nacional, miembros y dueños de los medios de información como El Mercurio, canales de TV, dueños de camiones, los partidos de la alianza de derecha, delincuentes políticos, programaron los detalles del Golpe de Estado, dándole ciertos visos de legalidad para atentar contra su propio pueblo desarmado, perseguir, torturar y asesinar para evitar todo tipo de oposición al golpe.
Como encargada de la Comisión de Rendimiento Estudiantil de la Federación de Estudiantes, me había propuesto, si se producía un golpe fascista como ocurrió, trasladarme a la población más cercana, por tanto fui a mi casa, tomé algo de ropa y me dirigí a la población más popular de la ciudad, nacida de una toma de terreno, que el gobierno de la Unidad Popular estaba transformando en una población digna, allá los pobladores me invitaron a vivir en una de las casas de un poblador, cuya familia modesta, no había tenido la oportunidad de alfabetizarse y estaba esperanzada en que con ayuda del gobierno vendrían nuevos días para ellos y el resto de los pobladores.
Mientras esto ocurría habían allanado mi casa, rodeando ésta por dos patrullas con metralletas punto treinta, todo tan desproporcionado, para una joven que solo apoyaba al Gobierno constitucional y que en su actividad pública en la Universidad, apoyaba y trabajaba, no solo por elevar el rendimiento estudiantil, sino para que el 40 % de hijos de trabajadores, mediante el convenio CUT- UTE cuya rectoría encabezaba don Enrique Kilberg, se implementara con éxito, con el claro objetivo que a la Universidad ingresaran aquellos jóvenes que no habían tenido la oportunidad de estudiar cumpliendo todos los requisitos para aquello.
Los pobladores habían sido golpeados con la noticia, mientras los militares tanto del ejercito como de la marina, dirigidos por cobardes oficiales de la burguesía, se habían tomado Chile por la fuerza y declaraban la “guerra interna” contra su propio pueblo.
Previo a esta movida dirigida por EUA, crearon condiciones para el golpe de estado, escondiendo los productos alimenticios básicos, botaban a los ríos la leche que Allende entregaba gratuitamente para cada niño, prometido en su programa, llamado “Medio Litro de leche para todos los niños de Chile” ,desinformaban a la población descaradamente, producían atentados contra las torres de electricidad, contra los gasímetros y el agua, implementaban a diario montajes de violencia, todo con el fin de producir desgobierno, anarquía y desabastecimiento de alimentos para la población y lograr socavar la base de sustentación popular del gobierno encabezado por Allende. Pese a esto, el presidente recibe el 44% de los votos en las parlamentarias del año 1973, confirmando la plena legalidad de su Gobierno, sobre todo considerando que no todos votaban por encontrarse lejos de los lugares de votación, sobre todo campesinos y también los altos porcentajes de analfabetos que no votaban, es decir Allende contaba con la inmensa mayoría de respaldo popular, incluyendo las capas medias de profesionales, artistas, escritores que veían en Allende la posibilidad de sacar a Chile de la pobreza, modernizando su estructura.
Creadas las condiciones, la derecha mueve a sus peones militares, que los propios chilenos financian y en un acto de extrema cobardía, se toman las calles para perseguir, encarcelar, torturar y asesinar a quienes se atrevieron a nacionalizar el cobre y el agua, hacer pública la educación y la salud, como derechos básicos y a mejorar las condiciones de trabajo, cumpliendo en cada actuar, el respeto a la legislación vigente de la época. El gobierno de Allende, hizo más en tres años que cualquier gobierno en Chile.
Allanaban las poblaciones con un odio jamás visto, que en mi caso me obligaba a, dormir en los entretechos y en más de alguna ocasión, para evitar ser detenida a mis 18 años, tuve que esconderme en los alcantarillados ubicados en los patios de las casas donde me alojaba, así los valientes oficiales, al menos, les hacíamos más difícil la detención de millares de compañeros perseguidos por votar, respaldar y colaborar con el gobierno constitucional.
Tratamos de defendernos, bajamos las banderas que nos obligaban y las colocamos a media asta, construimos trincheras para evitar la entrada a la población de los tanques y carros, los pobladores construyeron mil formas masivas de autoprotección, prometimos aprender de las trágicas experiencias, luchar incansablemente por revertir la situación para lograr recuperar y profundizar la democracia y así retomar la senda de los cambios.
Recibíamos noticias a diario, jóvenes inocentes fusilados para solo producir escarmiento en la población, noticias publicadas por la red de diarios de El Mercurio financiado por la CIA, en primera plana, a grandes titulares “Fusilados por Terroristas”, “Acribillados por Ley de fuga” mintiendo cuando solo se trataba de cobardes asesinatos por la espalda o como fuere.
Campos de concentración llenos de patriotas, casas de torturas y así a cada hora, a cada instante, sin que los tribunales concedieran un solo recurso de amparo presentados por los familiares de los encarcelados y raptados para ser luego desaparecidos. Niños, jóvenes y adultos masacrados por un ejército traidor a su pueblo.
Me detuvieron, no tenían claro los torturadores que papel jugaba o había jugado en la resistencia en defensa de la democracia y la constitución, me torturaron colocándome en un catre de alambre, aún no tenían los sistemas llegados desde Brasil, que controlaban la potencia de las cargas de electricidad, amarrada, conectada con cables a la vagina, senos y lengua y me pedian una y otra vez que contara, a lo que yo respondía, que “no sé nada, hay un error”, me insultaban, pateaban y proseguían, una y otra vez, para luego lanzarme sin ropa a una celda de piso de paja donde me lanzaban ratones. No sé cómo, pero pensé que si algo decía, aunque fuere cualquier cosa, ellos estimarían que algo más sabía, así que reafirmé mi decisión de no decir nada, absolutamente nada, dispuesta a morir, que en ese momento es lo único que quería, se trataba de una aptitud de defensa, de autoconservación y porque no decirlo, de respeto y reconocimiento a mis compañeros. Y así una y otra vez, me violaron, perdía el conocimiento, no sé cuántos especímenes se aprovecharon de mi condición de joven mujer y luego tirada en calidad de saco, me volvían a la fría celda de piso de paja con los terribles ratones al asecho. Mi madre con mi hermanita en brazos de solo 6 meses, presentó un recurso de amparo, pero fue desestimado por los Tribunales de Justicia de la época.
Luego a los cajones en los patios, donde vi a chilenos encadenados que iban y venían, decenas de patriotas, luego a clínicas clandestinas producto que me encontraba hinchada por las torturas, para seguir con su ablandamiento, sin embargo no lograron destruir mi conciencia, no lograron la más mínima información, ¿Cómo lo logre?, no sé, no hay nada escrito sobre cómo actuar en medio de un inmenso dolor, miedo, incertidumbre, pena, llanto, angustia, desprecio, pero ¿A cuantos chilenos y chilenas hicieron lo mismo o peor de lo que yo sufrí…? solo que yo vivo para contarlo.
Hoy no me invade la revancha, pero no olvido, eso nunca, y sé que la mayoría de los torturadores e ideólogos de las torturas están libres, no solo de las FFAA sino civiles, que incluso rasgan vestiduras como arrepentidos demócratas, e incluso asumen responsabilidades en las altas esferas del Estado, por eso, a no engañarnos, se requiere entregar a Chile verdad y verdadera justicia, para los miles de familiares de los asesinados y desparecidos y no solo para ellos, sino para todo Chile. La pregunta es simple. ¿Dónde están y quienes fueron? Los pactos de secretismo que mantienen, solo muestran la cobardía, bajeza y el desinterés en que Chile recupere la paz que requieren sus hijos.
A los jóvenes de hoy les corresponde seguir luchando por sus derechos, a no creer que los cambios son cuestión de hoy día, como si antes nada hubiese existido y pasado, a sumarse con modestia, decisión y valentía y ser nuevos pilares de la unidad y lucha de todos los que están por el respeto a los DDHH, por cambiar y modernizar nuestro sistema. Unidad y unidad es la clave.
No puedo desaprovechar esta pequeña tribuna que me entrega esta revista, para rendir un homenaje a 40 años del golpe fascista, a los millares de caídos que entregaron su vida por Chile, a nuestros antecesores, Recabarren, Allende, Neruda y tantos otros, con ellos, ¡siempre!
Claves Magazine