La encrucijada entre valor y precio en el cálculo del daño ecológico
En este caso se sugirió como solución a la deuda ecológica la creación de una reserva al menos 10 veces más grande que la superficie dañada y de equivalente valor conservativo y funcional. Esta es la manera que se encontró para compensar la parte del impacto a los ecosistemas que es invisible al paradigma del mercado. En cuanto a la deuda social, si bien este modelo ha encontrado incontables formas de valorar económicamente los impactos sobre su calidad de vida y la vida misma de la gente los números no saldan la deuda. Cualquiera sea el resultado de los cálculos, un intento como el que formulan los autores aporta a la discusión y el debate, ya que no existe un marco teórico que permita asignar un valor monetario y ecológico, exacto e incuestionable, al daño ocasionado.
Realidad Económica 296 - noviembre/diciembre 2015