“Argentina no tiene que pagar a los buitres”
Mark Weisbrot, director del Centro para la Investigación Económica y Políticas Públicas de Estados Unidos, visitó Buenos Aires invitado por la CNV, el Cemop y el Cefid-AR. Weisbrot mantiene una crítica sostenida hacia la política de los organismos financieros internacionales y las estrategias de los países centrales para sortear la crisis económica, al tiempo que apoya a los gobiernos de América latina que han impulsado políticas económicas heterodoxas. En diálogo con Cash, el economista estadounidense marcó su enfática posición en contra de los fondos buitre que reclaman el pago total de la deuda argentina, analizó la economía de Venezuela y las causas de los aumentos de precios.
Obama aún no toma en serio mejora de relaciones con América Latina
El presidente Richard Nixon contaba con varias razones para realizar su histórica visita a China en 1972, abriendo así una nueva era en las relaciones EEUU-China: “Estamos haciendo lo de China para fregar a los rusos, para ayudarnos en Vietnam y para mantener a los japoneses en línea”, le dijo a su consejero de seguridad nacional, Henry Kissinger en julio de 1971. Pero también habíamos reconocido algo más, luego de unos 22 años de revolución china: la independencia de ese país ya no era reversible.
La diversidad de los sistemas de protección social en América latina.
Introducción Julio César Neffa
Este trabajo de Bruno Lautier, uno de los raros economistas franceses especializado en los problemas de empleo y de seguridad social latinoamericanos, constituye ciertamente un aporte, porque enfoca el tema desde una óptica no tradicional: hace pie en una original clasificación de los derechos, poniendo de relieve las grandes diferencias existentes entre los países de la región, debido esencialmente a la heterogeneidad estructural, a sus trayectorias históricas y a la disímil correlación de fuerzas entre los actores sociales, lo cual da lugar a configuraciones específicas de las politicas de seguridad social.
Declaración final XIX Encuentro del foro de São Paulo
Nosotras y nosotros, delegadas y delegados presentes al XIX Encuentro del Foro de São Paulo, realizado entre los días 31 de julio y 4 de agosto de 2013, ratificamos más que nunca nuestra disposición de hacer frente a los desafíos que surgen a partir de la grave situación internacional, conscientes de que la unidad en la reflexión y en la acción es fundamental para avanzar en los cambios democráticos y vencer los actuales ataques del imperialismo y de la derecha.
Brasil: "La otra cara del milagro"
¿Cómo se vincula el último estallido social brasileño con la inserción internacional del país?. Claroscuros de una política que condiciona a toda América Latina.
Cada vez más frecuentemente se leen o escuchan referencias al milagro brasileño. Un país que tardó tantas décadas en reemplazar el imperio por una república y en abolir la esclavitud, asolado por la miseria y bien latinoamericano, parecía en el siglo XXI aproximarse inexorablemente al liderazgo mundial. Brasil se transformó en la sexta economía mundial, un activo miembro del exclusivo grupo de emergentes premium, los BRICS, y un protagonista en foros multilaterales como las Naciones Unidas.
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La década ’00
La década ’00 fue la mejor de las últimas tres para América latina y el Caribe. La del ’80 fue considerada pérdida, la del ’90 estuvo dominada por la inestabilidad financiera y la primera del nuevo siglo ha sido apreciada como ganada en términos de disminución de la pobreza e indigencia y en mejoras en la distribución del ingreso. Así se desprende del más reciente documento de la Cepal presentado el miércoles pasado en Santiago de Chile, sede del organismo dependiente de las Naciones Unidas. Los meses previos a elecciones no es el período para esperar análisis desapasionados sobre tendencias estructurales de la economía debido a la exacerbación del discurso político. El caso argentino es particular debido a que la disputa mediática-política ha configurado un escenario de tensión permanente, lo que ha derivado en la agudización de esa característica de procesos electorales.
Ampliar el campo de lo posible: la experiencia de Unasur
Soplan vientos de cambio en América del Sur. Cambios políticos profundos que cuestionan las relaciones mundiales de poder y propugnan un nuevo orden mundial.
Modelos de desarrollo
De paso por Buenos Aires, donde dictó seminarios en el Centro Cultural de la Cooperación y en el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE), el economista chileno Gabriel Palma dijo a Acción: «Para entender por qué salen capitales de la región hay que considerar que el 10% más rico en la Argentina, Chile, Brasil, en América Latina, se lleva más o menos el 45% del ingreso. De eso, sólo invierte un tercio.
La diversidad de los sistemas de protección social en América latina.
Este artículo propone un método de análisis de los sistemas latinoamericanos de protección social. Dichos sistemas se caracterizan por una extrema diversidad en términos de gasto (niveles y destinos del mismo) y de organización institucional, y por la extrema complejidad de cada uno de ellos. Este aspecto se desarrolla en la primera parte. La segunda parte analiza las razones del fracaso de los esfuerzos dedicados a elaborar tipologías destinadas a teorizar dicha diversidad, fracaso que atañe tanto a las tipologías derivadas de las elaboradas a partir de la experiencia europea como a las que se basan en la combinación entre sistemas de protección social y tipo de régimen político. La tercera parte desarrolla la propuesta de un método en el cual el análisis de los sistemas de protección social está basado en la configuración de los derechos sociales. Esta propuesta consta de dos fases: en la primera se propone una definición y una clasificación de varios derechos sociales muy diversificados. En la segunda se presenta un análisis en términos de "configuraciones de derechos", donde se sugiere que las mismas tienen una capacidad heurística.
El Mercosur a la pesca de una identidad
Ninguno de los cuatro gobiernos quiere terminar con la Unasur. Nadie tiene planes de liquidar el Consejo de Estados de Latinoamérica y el Caribe. Y además los cuatro proyectan volver a ser cinco, con Paraguay adentro. ¿Renació el Mercosur? Pero cómo, ¿no estaba muerto? La política internacional es, por naturaleza, más silvestre que la doméstica. El poder suele presentarse en su costado más crudo. Incluso llega a cometer el crimen de la guerra, para usar la hermosa síntesis de Juan Bautista Alberdi. Pero en sus vaivenes y en sus sorpresas, en sus marchas y contramarchas, el mundo a veces otorga la chance de reacomodarse. Y los gobiernos, a veces, tienen la lucidez de recoger el guante.
Aún es temprano para saber si esta interpretación termina gozando de sustento en el tiempo aplicada al Mercosur, pero no suena disparatada si se considera el resultado de la cumbre celebrada el viernes en Montevideo. Lo que pudo ser una reunión anodina o desordenada –un ramalazo de declaraciones, en el mejor de los casos– se convirtió en una oportunidad aprovechada para sentar doctrina y generar acciones por parte de la Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela. Paraguay no participó porque su gobierno estaba suspendido, condición que se levantó como parte de las decisiones de los cancilleres y, luego, de los presidentes. “Amo a Paraguay”, no dudó en afirmar el venezolano Nicolás Maduro, que ocupa por primera vez la presidencia pro témpore del bloque. Venezuela fue incorporada mientras Paraguay estuvo privado de sus derechos plenos.
Los presidentes coincidieron en rescatar el derecho de asilo como una identidad regional. Es un mensaje institucional a través de la afirmación de la vigencia de los derechos humanos.
La convocatoria en consulta a los embajadores de cada uno en España, Italia, Francia y Portugal en solidaridad con Evo Morales por el acoso sufrido es una medida dura. El llamado en consulta no es un simple trámite informativo sino una forma de protesta en la escala de la diplomacia internacional. No llega a un nivel extremo como el retiro de embajadores, naturalmente, y menos a la ruptura de los nexos diplomáticos. Pero marca una decisión colectiva sin precedentes de los países más grandes de Sudamérica, que eso son Brasil, la Argentina y Venezuela, hacia las dos naciones de la conquista original, Portugal y España, o hacia las tres naciones de donde vinieron las mayores oleadas de inmigración (España, Italia y Portugal), a las que se agrega la segunda potencia dentro de la Unión Europea, Francia.
La respuesta al espionaje electrónico masivo por parte de los Estados Unidos pareció exitosa al esquivar dos riesgos. Por un lado, evitó aumentar algo que ya existe y fue señalado por el experto Juan Gabriel Tokatlian en La Nación: intensificar las turbulencias frente a una decisión imperial de los Estados Unidos. Tokatlian no convocaba a las relaciones carnales sino a un ejercicio racional de defensa propia. Agitar más el aire cuando el imperio o lo quiere agitado o está él mismo en un momento de agresividad es mal negocio para países que están lejos de ser una hiperpotencia hegemónica.
El otro riesgo que evitó el Mercosur es quedar en una suerte de tercera posición entre los Estados Unidos y el terrorismo fundamentalista. Era una trampa accesible, porque Washington defiende su vocación de Gran Hermano explicando que captura millones de mails e interfiere todas las comunicaciones de línea para prevenirse de un ataque tipo Al Qaida del 11 de septiembre de 2001 y ayudar al mundo a prevenirse.
Fue una forma de plantarse ante el imperio sin decirle al imperio que lo es. Sin embargo, el Mercosur reaccionó ante dos hechos imperiales, el espionaje masivo y la advertencia al mundo sobre dónde está el poder en la persona de Evo Morales.
Esta vez se dio el milagro. Incluso sin coordinación previa del bloque, cada uno había preparado el terreno y todos convergieron en Montevideo para el momento de la síntesis y la acción.
Cristina Fernández de Kirchner siguió la humillación a Evo en todas sus alternativas y planteó el tema desde su cuenta de Twitter y en tiempo real. Intercambió datos e indignación con Ecuador, un extra-Mercosur que quiere ser parte del bloque igual que Bolivia. La Argentina y Ecuador más Venezuela y Uruguay fueron el corazón de la última cumbre de Unasur en Cochabamba, la más desvaída desde que se relanzó la Unión Suramericana de Naciones en 2010. No fueron los presidentes de Colombia, Perú y Chile, tres de los cuatro miembros de la Alianza del Pacífico junto con México. Tampoco Dilma Rou-sseff, aunque en su caso el consejero internacional Marco Aurélio García dijo, cuando llegó a Cochabamba, que era su representante personal en la cumbre.
Evo agradeció la velocidad de respuesta de la Argentina y de la Presidenta con una presentación masiva de su gobierno en la fiesta del 9 de Julio organizada por el embajador Ariel Basteiro. Estuvo el mismo Evo, pero también entre otros el vice Alvaro García Linera, el canciller David Choquehuanca y su vice Leonor Arauco, ex embajadora en la Argentina. Fue más que un gesto amistoso a Basteiro, que en sus nueve meses de gestión se convirtió en un embajador movedizo y curioso capaz de explicar, como lo hizo estos días, que parte del enojo de Evo por el acoso a su avión volviendo de Rusia surge de tres principios aymaras: “No robar, no mentir, no ser flojo”.
La relación entre la Argentina y Bolivia no tiene altibajos, o no tiene bajos, desde que los dos países firmaron el acuerdo del 2006, el mismo año en que asumió Evo por primera vez. Por ese arreglo la Argentina reconoció a Bolivia un precio superior de su gas. Hay temas permanentes y símbolos que se asoman con frecuencia. Evo fue a Rusia a una conferencia de exportadores de gas. La rebelión popular dentro de la crisis de 2005 combinó protestas por la falta de agua para la población de El Alto, la gigantesca concentración urbana próxima al aeropuerto de La Paz, y por la falta de gas para los bolivianos en medio de un auge de las exportaciones gasíferas. En El Alto acaba de cantar León Gieco dentro de un programa cultural impulsado por la embajada argentina.
La fuerza política y afectiva de la Argentina con Bolivia se sumó a un movimiento diplomático de Brasil iniciado el último domingo, cuando el diario O Globo reveló que los brasileños también habían sido espiados por la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos de manera directa o a través de contratistas con plataforma digital para datos y llamadas. Dilma no esperó ni un día para dar instrucciones a su canciller, Antonio Patriota, de pedir explicaciones al embajador norteamericano Thomas Shannon y a que pidiera explicaciones el embajador brasileño en Washington Mauro Vieira. La primera declaración posterior de Patriota fue de satisfacción porque, dijo, los Estados Unidos se habían mostrado dispuestos al diálogo. Pero el resultado del diálogo no debe haber conformado a Brasil, lo cual es obvio porque de otro modo Rousseff no hubiera viajado a Uruguay e impulsado con sus socios del Mercosur un documento contra las “las acciones de espionaje por parte de agencias de Inteligencia de los Estados Unidos” y contra “la intercepción de las telecomunicaciones”. Tampoco el principio según el cual “la prevención del crimen así como la represión a los delitos trasnacionales, incluso el terrorismo, debe enmarcarse en el estado de derecho y la estricta observancia del Derecho Internacional”.
El alicaído Mercosur recuperó, así, el dinamismo político que tuvo por ejemplo en 2005, cuando los cuatro miembros plenos de entonces más Venezuela pusieron bolilla negra al consenso para formar un área de libre comercio de las Américas.
Quizás en la reunión de Montevideo no se habló de la Alianza del Pacífico. Pero, al construir una agenda de confrontación sin delirios con los Estados Unidos, pareció dejar sentada una razón de ser. Tiene varios desafíos por delante. Entre ellos, reconstruir la vitalidad de Unasur. Dialogar con Colombia y Chile. Saber que con ellos no es la confrontación de fondo. Y saber, también, que Sudamérica tiene una cara común, que es Unasur, pero dos caras en términos de cómo encarar la relación con los Estados Unidos, la de la Alianza del Pacífico y la de Mercosur, este último con todo el potencial económico de los tres grandes y el déficit de su integración inacabada y un exceso de ruido inútil entre los socios, Brasil y la Argentina en primer lugar.
Frente a esos desafíos la desventaja, hoy, es igual a la ventaja: en este mundo nadie puede solo. Es la razón por la cual se pierden aliados pero también el motivo por el que se pueden ganar, así sea por períodos o por temas.