Arquitectura financiera internacional
Por un lado, estas noticias fueron tomadas de manera positiva por los mercados de valores a ambos lados del atlántico que registraron alzas en sus indicadores, pero por el otro lado, se puede leer que tanto el BCE como la FED esperan una lenta recuperación a pesar de sus planes de acción. La FED también anunció, junto con su plan de compra de activos, que mantendría las tasas entre 0 y 0.25% hasta mediados de 2015; lo cual es clara señal de que se espera que la economía estadounidense no se reactive sino dentro de dos años y medio. En términos reales esto es -4.7% y -4.45%. En Europa la situación bastante más compleja.
Está la presión del pueblo griego contra los planes de austeridad, que necesita implementar si es que desea que el BCE compre parte de su deuda; la reticencia de España a admitir que necesita el apoyo directo del BCE; el rechazo de Londres y Berlín a la creación de un organismo de supervisión del sistema bancario europeo; y la falta de institucionalidad europea en los campos fiscal y bancario. La institucionalidad europea es objetada por Merkel quien parece preferir un Europa alemanizada que una Alemania europeizada. Merkel parece ignorar el proceso supranacional de la Union Europea y haberse aferrado a la idea de integración subordinada de 1942.
En Europa es donde existe mayor tensión. La troika dará a conocer un informe en octubre sobre si el gobierno de Atenas está en camino de cumplir con los compromisos que asumió a cambio de un rescate. Está en juego es si el país recibe ayuda a corto plazo. En caso de no poder cumplir los requisitos del trámite se vería a una Grecia con grandes problemas en sus calles y distanciada de Europa.
Grecia es el ejemplo de la otra cara del plan de estímulos por parte del BCE. Cualquier país que pretenda recurrir al BCE para que éste acuda a su rescate primero debe verse reflejado en Grecia. Para el pueblo heleno es indispensable la ayuda del BCE, pero la austeridad fiscal que se requiere para acceder al rescate es estrangulante para cualquier economía deprimida. El pueblo griego lo vive y la violencia no se hace esperar. Este espejo griego es lo que España teme en caso de tener que incurrir en la medicina del BCE. Pero esas políticas monetarias de compra de títulos de deuda por parte del BCE no son la salvación de Europa, y distan mucho de serlo. Joseph Stiglitz dice que la compra de deuda será efectiva si se encausa hacia una política fiscal que reactive a la economía; se sabe amarrada la política monetaria al BCE, pero la política fiscal está atada de manos debido a los planes de austeridad que se exigen para la compra de bonos.[1] Europa se encuentra en una situación difícil y se refleja en los pronósticos y evaluaciones de crecimiento. "La caída actual, que ya dura media década, no tendrá una pronta solución".[2]Media población joven está desempleada y comenzando a migrar en una repetición de América latina de los años 80. Tristemente estas dificultades se reflejan en más racismo y xenofobia, como en los años 30 y el fortalecimiento de los partidos de derecha extrema es innegable.
En lo que a EUA se refiere, la FED y su "relajación cuantitativa" han creado algunas fricciones de importancia en el plano internacional. En primer lugar, en caso de que la inyección de dinero lleve a un repunte de la economía norteamericana (que es lo que la FED busca, aunque las perspectivas de esto no sean sino hasta 2015) y el BCE siga con tipos de interés bajos, se creará un diferencial importante entre las dos monedas produciendo una apreciación del euro frente al dólar, lo cual provocará una baja en la competitividad europea. En el mismo tenor Mme. Christine Lagarde, directora en jefe del FMI, declaró, en el marco de la Vigésima sexta reunión del comité Monetario y Financiero Internacional, realizado en Japón, que "las políticas monetarias expansivas en muchas economías avanzadas probablemente involucren flujos de capital grandes y volátiles a economías emergentes. Esto podría (...) llevar a un sobrecalentamiento (económico), a burbujas de precios de activos y a la formación de desequilibrios financieros"[3]. Lo que lleva ahora es a una competencia devaluatoria análoga a la que existió entre 1931 y 1934 y que culminó con el Fondo de estabilización cambiario. A lo que también lleva a hora es a un alza en los precios de los commodities e ingresos de capitales de corto plazo en las economías emergentes. Eso es erradamente leído como "la fortaleza de las economías emergentes." Ocurre por el diferencial de tasa de interés. Todo esto recuerda al Acuerdo del Plaza del G7 en 1985 para devaluar al dólar con el fin de reactivar la economía de Estados Unidos - y que no tuvo éxito, salvo en que detuvo el crecimiento japonés en lo que se llaman las dos décadas perdidas. Ahora podría detener el crecimiento Chino si China accede además a la apertura de la cuenta de capitales.
Cabe destacar la política europea de unión y supervisión bancaria a cargo del Mecanismo de Estabilidad Europea (ESM). Ante toda la problemática actual de la zona euro, se recurre a una mayor unificación como medicina. La unificación deseada es fiscal, política y bancaria. Esta última es la primera en la agenda de Europa. El BCE plantea una supervisión de cerca de 6000 bancos, donde antes de fin de año los reguladores bancarios de la zona euro deberán transferir gran parte de sus competencias y poderes al BCE, previa aprobación de los correspondientes Gobiernos nacionales, del ECOFIN y las consultas al Parlamento Europeo. Esta iniciativa es obligatoria para todo país dentro del euro, pero es sólo una invitación para los europeos que no forman parte de la moneda única. El caso que más llama la atención es Inglaterra, donde sus bancos y la City tienen actividad transfronteriza de gran relevancia; esto produce una fuerte reticencia y que el gobierno británico realice una gran presión sobre BCE para que su soberanía financiera no se vea afectada por la nueva regulación. El mecanismo está pensado que entre en vigor en enero de 2013, pero las perspectivas hacia esa fecha son pesimistas.
Por último es necesario señalar que Japón ha tenido en últimos meses una importante fricción política con importantes vecinos (Rusia, China, Taiwan y Corea del Sur) por la disputa de islas y territorios marítimos, algunos de los cuales son ricos en minerales[4]. Y también ha habido un movimiento por parte del banco central japonés para poner en marcha una inyección de cerca de 127 000 millones de dólares. Con el fin de que el yen no se aprecie debido a las inyecciones de la FED y el BCE. Lo último que quiere Japón es un yen aún más fuerte que mine sus exportaciones. Dicen los japoneses que cada vez que Estados Unidos tiene problemas, se deprecia el dólar ante el yen.
Observatorio Económico Latinoaméricano (OBELA) - Septiembre