Ciencia, tecnología e inclusión: planificar el desarrollo
Eduardo Dvorkin * (Especial para sitio IADE-RE) | "El sistema de producción de conocimientos científicos y de tecnologías necesita una coordinación que permita establecer prioridades entre diversos desarrollos tecnológicos atendiendo a los recursos existentes y a los beneficios de cada uno de ellos; implementar planes de desarrollo coordinados; tomar decisiones de sustitución de importaciones", sostiene el autor.
El proyecto neoliberal periférico (neoliberalismo más dependencia) [1] fue impuesto, genocidio mediante, en los ’70 y se profundizó ya en democracia en los ’90. Las características fundamentales del estilo tecnológico [2] que tiene asociado son la primarización de la economía, la apropiación por grandes empresas de las ganancias agrícola, petrolera y minera y la centralización de la producción industrial en manos de multinacionales. En este esquema el sector financiero acumula enormes ganancias y se transforma en el eje de la economía. Después del período (2003-2015), período de desarrollo inclusivo, el gobierno de Cambiemos ha retomado el modelo neoliberal periférico y extremado su profundización; los resultados después de cuatro años son alta capacidad industrial ociosa, cierre acelerado de pymes, pobreza, indigencia y una gigantesca deuda externa destinada a posibilitar la fuga de capitales. El subconsumo de los sectores de recursos bajos y medios y la importación indiscriminada de bienes de consumo realimentan el proceso de desindustrialización.
En el contexto de desindustrialización, el desarrollo tecnológico autónomo que incipientemente se desarrolló en los gobiernos kirchneristas fue cancelado y el sector científico perdió su importancia estratégica siendo más que desfinanciado, achicado y empobrecido. De un modelo de país que más que “apoyar la ciencia” se “apoyó en la ciencia” para intentar alcanzar mayores niveles de independencia tecnológica hemos involucionado en los últimos casi cuatro años a un modelo de país expulsivo de la ciencia y los científicos, un modelo que priva a los más jóvenes de la posibilidad de desarrollar sus carreras y sus vidas en el país.
Estas son las condiciones en las que el nuevo gobierno que surgirá de las elecciones de octubre se hará cargo del país para reindustrializar y retomar el camino del desarrollo inclusivo.
Después del 11 de diciembre
Se deberán incorporar aceleradamente conocimientos a la producción. La reindustrialización es la gran oportunidad para desarrollar un sector productivo “mejor” que produzca mayor valor agregado complejizando la matriz productiva argentina; es decir, incorporando conocimientos a la producción[1]. Este tema lo discutimos en el documento que hemos producido desde la Comisión de C&T del Instituto Patria (https://www.elcohetealaluna.com/sin-ciencia-no-hay-inclusion/).
Aumentar sustancialmente el poder adquisitivo de los sectores de bajos y medios recursos; que son los que mueven con su consumo la economía (ver un excelente video producido por el laborismo británico https://www.youtube.com/watch?v=Kkow80xNBA0), es en primer lugar un imperativo ético para empezar a reconstruir el poder adquisitivo que les sustrajo Cambiemos y es al mismo tiempo una política de desarrollo productivo.
Para cumplir con el objetivo de complejización productiva existen tres estilos tecnológicos posibles [3]:
La maquila: consiste en delegar el desarrollo tecnológico en empresas multinacionales para que aporten su tecnología, es decir, reforzar la dependencia tecnológica la que mediante diversos mecanismos involucra una permanente fuga de capitales; entre los mecanismos podemos citar sin pretensiones de completitud el comercio inter - empresa calibrado de forma de dejar las ganancias en paraísos fiscales o en países en los que su planeamiento global indique la conveniencia de concentrar las inversiones; auto - pago de royalties a sus headquarters, etc. (temas discutidos extensamente en [1]). Las multinacionales no localizan en el país sus cadenas productivas y la dependencia respecto de los proveedores que imponen, compatible con su división internacional de la producción pero no con nuestros intereses como país, hacen que por un lado no se desarrollen capacidades productivas nacionales y por otro lado que la integración del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SNCyT) con el sector productivo tienda a ser nula (un ejemplo típico es la industria automotriz, analizada en [4]). Este es el camino que tomó el gobierno de Cambiemos y es incompatible con el aumento de la participación de los trabajadores en el ingreso, ya que cuanto más se produce más divisas pierde el país.
La semi - maquila: consiste en delegar el desarrollo tecnológico en asociaciones entre empresas nacionales (públicas o privadas) con multinacionales. Es imprescindible tener en cuenta que, en un emprendimiento tecnológicamente complejo, el dueño de la tecnología maneja el negocio independientemente de su participación en el capital. Este segundo camino provoca inexorablemente las mismas consecuencias que el anterior.
El desarrollo tecnológico autónomo: consiste en basarse en el desarrollo autónomo de tecnología por parte del complejo conformado por empresas estatales, pymes nacionales y el SNCyT. Este fue el camino que permitió complejizar la matriz productiva argentina durante las presidencias de Juan Domingo Perón, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
En los tres casos la gran traba que limitó las posibilidades del desarrollo autónomo fue la restricción externa. Parafraseando a García Linera, la próxima oleada de gobiernos progresistas, para evitar que vuelva a truncarse el proceso de desarrollo autónomo por la restricción externa, deberá tener en la agenda el control de los flujos de divisas que entran y salen del país.
La centralidad del Estado
El desarrollo tecnológico autónomo requiere inversiones de alto riesgo con lentos períodos de recupero del capital invertido; en esto la centralidad del Estado es imprescindible, ya sea en países de bajo desarrollo o en países de alto desarrollo [5] [6] [7] [8].
Es necesario un Estado que asuma en grandes proyectos el rol de generador de innovaciones industriales, de productor y de regulador.
Reindustrialización ¿Por dónde empezar?
Existen dos criterios indiscutibles:
- Los proyectos de reindustrialización que se seleccionen deberán minimizar la inversión inicial en divisas y maximizar las potenciales entradas de divisas ya sea por sustitución de importaciones o por la generación de exportaciones.
- Los proyectos que se seleccionen deberán maximizar la generación de empleo.
- Los grandes proyectos nacionales (GPN)
Son proyectos que por su envergadura requieren la conformación del clúster tecnológico – productivos conformado por (1) empresas estatales, (2) el sistema nacional de ciencia y tecnología y (3) empresas pymes; es decir, la puesta en acto del triángulo de Sábato. Este estilo tecnológico ha probado que es el que debe ser utilizado para desarrollos de envergadura y elevada complejidad [1].
Listado no exhaustivo de posibles GPN: el desarrollo de la industria satelital; el desarrollo de la industria aeroespacial; el desarrollo nuclear argentino; el desarrollo de tecnología y equipamientos para la industria de producción de gas y petróleo, en especial para yacimientos no convencionales como Vaca Muerta; la producción de aerogeneradores; el desarrollo de la tecnología y la producción de baterías de litio; la producción pública de medicamentos; los desarrollo de biotecnología vegetal para aumentar nuestra producción agraria.
- Integración nacional en sectores industriales controlados por capitales privados
Otra tarea fundamental del estado en el camino de desarrollar un sector productivo “mejor” es el soporte tecnológico, por ejemplo, vía INTI, a industrias pymes para lograr que asuman localmente mayores partes de cadenas productivas globales.
Un ejemplo es el de la industria autopartista. El complejo automotor no ha sido siempre deficitario: en 1964 la integración nacional en los automóviles era del 90% y en los camiones 80%. Hoy con 70% de vehículos importados y 30% de nacionales que incluyen 92,5% de piezas e insumos de otros países, la incidencia total de la importación es de 97% [4] y el déficit comercial en autopartes supera los 8,000 millones de USD anuales.
La protección a la industria nacional es fundamental y con la guía del estado deberá desarrollarse una protección condicionada; es decir, implementar protecciones arancelarias y para - arancelarias, siempre condicionadas a los aumentos en calidad y productividad de las Pymes protegidas.
¿Qué ciencia necesita la Argentina?
La respuesta es: TODA la ciencia. Como lo observara Abraham Flexner, uno de los fundadores del Institute for Advanced Study en Princeton, el hoy considerado conocimiento científico “inútil” puede rápidamente convertirse en útil y más aún, en indispensable [9].
Hoy no puede haber desarrollo autónomo de tecnología ni desarrollo social sin disponer de ciencia aplicada y no hay ciencia aplicada sin ciencia básica que la soporte.
Debemos también tener presente que los científicos-tecnólogos y los ingenieros-científicos son emergentes de complejos sistemas que abarcan las ciencias humanas, las sociales, las exactas y naturales y las ingenierías como así también los diferentes niveles de abstracción en cada rama de las ciencias.
Cambiemos, al no propiciar un desarrollo tecnológico-cultural autónomo, tiene como estilo científico solamente la prestación de servicios técnicos para grandes empresas y el desarrollo de prácticas “científicas” de manipulación social.
Como científico - tecnólogo he interactuado desde un centro de investigación industrial de la industria siderúrgica (más “aplicado” imposible) con científicos básicos buscando con ellos soluciones a problemas “prácticos” y siempre la interacción fue más exitosa que lo que inicialmente esperábamos.
La organización necesaria [10]
El sistema de producción de conocimientos científicos y de tecnologías necesita una coordinación que permita establecer prioridades entre diversos desarrollos tecnológicos atendiendo a los recursos existentes y a los beneficios de cada uno de ellos; implementar planes de desarrollo coordinados; tomar decisiones de sustitución de importaciones en áreas que maximicen la relación entre divisas que se esperen generar y divisas a desembolsar durante los primeros años en equipamientos e insumos para nuevas exportaciones.
El Gobierno Nacional debe ser capaz de planificar y establecer metas estratégicas y monitorear el progreso de los proyectos y a la vez resistir la natural tentación de centralizar el micro -management de los proyectos que coordina. Un punto de partida para comenzar a discutir esa coordinación es el Proyecto de Ley 10037-D-2015. Ingresado a la Cámara de Diputados por Wado De Pedro, promueve la creación del Instituto Nacional de Investigaciones para el Desarrollo (INID). La misión propuesta para el Instituto es “promover y realizar investigaciones y estudios, proporcionar asesoramiento, capacitación, conocimiento científico y desarrollo tecnológico al Estado Nacional”. Ya sea mediante la creación de ese Instituto u otro organismo similar, es fundamental que el Estado Nacional asegure la capacidad de planificar y coordinar el desarrollo nacional de tecnologías. Entendemos las dificultades, ya que implicaría la constitución de un organismo transversal a todos los ministerios. Sin embargo, en los temas ligados al desarrollo es conceptualmente una forma organizativa superadora de las líneas paralelas sin intercambio entre ellas.
Referencias
[1] |
E. Dvorkin, ¿Qué Ciencia Quiere el País? Los estilos tecnológicos y los proyectos nacionales, Buenos Aires: Colihue, 2017. |
[2] |
O. Varsavsky, Estilos Tecnológicos - Propuestas para la selección de tecnologías bajo racionalidad socialista, Buenos Aires: MinCyT, 1974 (reeditado en el 2013). |
[3] |
E. Dvorkin, «Los caminos del desarrollo,» El Cohete a la Luna, 3 Marzo 2019. |
[4] |
E. Dvorkin, «El complejo automotor después de Macri,» 23 Septiembre 2018. [En línea]. Available: https://www.elcohetealaluna.com/el-complejo-automotor-despues-de-macri/. [Último acceso: 25 septiembre 2018]. |
[5] |
M. Mazzucato, The entepreneurial state, Demos (www.demos.co.uk), 2011. |
[6] |
M. Mazzucato y G. Semieniuk, «Public financing of innovation: new questions,» Oxford Review of Economic Policy, vol. 33, nº 1, 2017. |
[7] |
The Break Through Institute, «Where good technologies come from: case studies in American innovation,» 10 December 2010. [En línea]. Available: https://thebreakthrough.org/archive/american_innovation. [Último acceso: 8 Abril 2018]. |
[8] |
E. Dvorkin, «¿De qué hablamos cuando hablamos de innovación tecnológica?,» 12 Octubre 2018. [En línea]. Available: http://www.iade.org.ar/noticias/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-innov.... [Último acceso: 26 Mayo 2019]. |
[9] |
A. Flexner, «The usefulness of useless knowledge,» Harpers, vol. 179, 1939. |
[10] |
E. Dvorkin, «La organización necesaria,» 19 Noviembre 2018. [En línea]. Available: https://www.elcohetealaluna.com/la-organizacion-necesaria/. [Último acceso: 26 Mayo 2019]. |
[1] Incorporar conocimientos a la producción es tergiversado por Cambiemos cuando trata de hacer pasar como tal el financiamiento, a costa del estado, a una gigantesca empresa de comercio / fianzas online que simplemente usa software.
* Doctor en Ingeniería | 04-06-2019.