Coyuntura y perspectivas
–Este año se registra una merma del poder adquisitivo por el impacto de la devaluación, ¿se visualiza un repunte económico para lo que queda del año o se está profundizando la recesión?
Andrés Asiain: –Hubo un deterioro del poder adquisitivo de los asalariados en el primer semestre, vinculado a la aceleración de la inflación que provocó la devaluación cambiaria. A partir del segundo semestre, con los aumentos efectivos en los salarios, jubilaciones y en las asignaciones, esto se va a nivelar. Aún faltan efectivizar los aumentos paritarios de alrededor del 30% y las subas en las jubilaciones y asignaciones del 40% que superan la inflación. Claro que todo lo que se perdió hasta llegar al aumento salarial no se recupera.
Aldo Ferrer: –No hay indicios de un repunte sensible, tampoco de que esta situación termine en una recesión profunda. Me parece que hay una cierta estabilidad en la demanda agregada y, por lo tanto, es probable que se mantenga en nivel de actividad sin variaciones sensibles.
Martín Schorr: –Efectivamente, la devaluación que se dio a comienzos de año influyó en la pérdida del poder adquisitivo. Hay que tratar de reducir por todos los medios otra posible depreciación cambiaria, pero como están dadas las cosas hay una idea devaluatoria dando vueltas. El Gobierno no está pudiendo controlar la inflación a pesar de la recesión. Hay presión por el tipo de cambio y, además, las tasas de interés quedaron un poco por debajo de las otras dos variables. Si no se consiguen que entren dólares o se genera un mecanismo de financiamiento externo, las presiones por una devaluación van a ser más fuertes. No me parece que el escenario de aquí a fin de año sea de reactivación de la economía sino, más bien, de presiones fuertes por una devaluación.
–El economista radical Javier González Fraga afirmó que la falta de dólares puede llevar a que el Gobierno tenga que entregar el poder antes de tiempo, ¿estamos ante un escenario complicado por la escasez de divisas o es una opinión especulativa?
A. A.: –La afirmación de Javier González Fraga es desestabilizadora. La situación del mercado cambiario es restringida para sostener un nivel de actividad alto. Por otro lado, existen regulaciones en el mercado de cambios que evitan corridas. El nivel de reservas, si bien no es el más elevado de la etapa del kirchnerismo, es importante. Son 28 mil millones de dólares. Estamos hablando que no hay un escenario catastrófico. Hay una limitación en la cantidad de disponibilidad de divisas que debilitan la actividad económica, pero esto no genera una situación de corrida cambiaria en la que el Gobierno pueda quedarse sin reservas y perder el control como le sucedió a Raúl Alfonsín. Tampoco la Argentina financia su cuenta externa como en la convertibilidad, donde un corte del crédito puede generar una situación insostenible en el sector externo. Acá estamos pagando deuda cash con el ingreso del comercio exterior. Desde 2011 estamos en una situación de restricción externa que puede limitar, en parte, la actividad. Muy distinto es una situación insostenible de la economía externa porque no se tienen reservas o te dejan sin crédito para pagar los vencimientos de la deuda. Me parece desacertada la afirmación de Fraga. Pareciera que hay sectores dentro del radicalismo que añoran los golpes de mercado. Hay stockeo de cosechas por parte de algunos productores que esperan otra devaluación, pero estamos hablando de especulaciones en una economía que tiene limitación de divisas para crecer. Es más parecido a la etapa de industrialización que se dio desde 1945 hasta 1974, donde la expansión económica chocaba con el límite de divisas.
A. F.: –No es previsible una situación extrema por escasez de dólares. No preveo una situación concluyente. Aquí hay una inflación inercial que ya viene arrastrándose hace mucho tiempo. El resultado de expectativas negativas que se fueron acumulando por falta de dólares, por el deterioro de la situación fiscal, generan un cuadro que favorece la inflación y la fuga de capitales. Al mismo tiempo, la situación básica de la economía está razonablemente controlada y no es previsible que haya un descalabro.
M. S.: –Estamos en una crisis económica pero no por eso el Gobierno va a entregar antes el poder. Lo de González Fraga es un disparate y una afirmación especulativa. El problema principal que enfrenta el Gobierno es ver cómo hace frente a la recesión. El oficialismo venía con la estrategia de volver a los mercados financieros internacionales, para ello arregló con el Club de París, el Ciadi, Repsol, pero con el fallo de Griesa se debilitó la maniobra. Con esto recrudecen las posiciones para una nueva devaluación. Quedó demostrado que con la depreciación cambiaria de enero subieron las tasas de interés, los precios también aumentaron y hay recesión. Hay un conflicto con los sectores de poder por una devaluación y el Gobierno está ajustado en términos de lo que puede hacer sumado al conflicto social por la inflación y la pérdida del poder adquisitivo. La inflación anual que manejo ronda el 35%, por lo que las paritarias que se cerraron este año estarían por debajo. Si el Gobierno no encuentra por dónde hacer entrar dólares no le queda mucho manejo para evitar la recesión y lo que es peor, puede llegar a un ajuste.
–El oficialismo ha tomado algunas medidas para controlar la suba de precios como la campaña de Precios cuidados, la intención de aplicar la ley de Abastecimiento y la creación de un observatorio de precios, ¿es suficiente o faltan más herramientas?
A. A.: –Precios Cuidados, la ley de Abastecimiento, el observatorio de precios son mecanismos que hacen a la disputa por la distribución del ingreso, no al combate de la inflación. La suba de precios tiene una rítmica que escapa a esas cuestiones. No van a resolver el problema de la inflación, pero sí pueden trabajar sobre sectores que abusan de los precios para obtener excesivos márgenes de ganancias. En el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz hicimos un estudio en el que observamos que la inflación tiene un piso del 30% que es industrial, por lo que para una paritaria, un alquiler o un crédito, se parte de este porcentaje para empatarle a la inflación. Este tipo de situaciones hace que la inflación se reproduzca por sí misma. Nuestro diagnóstico se basa en que hay que apuntar a romper esa dinámica haciendo un borrón y cuenta nueva en materia de expectativa de inflación. Para ello hay diferentes maneras de hacerlo, como fue el pacto social del peronismo o el plan de la convertibilidad. Congelar precios y el tipo de cambio durante el verano enero-marzo, discutir la paritaria en ese transcurso, indexada en período de congelamiento con un índice que sea monitoreado por un ente tripartito empresario y estatal es lo que planteamos desde el centro de estudios.
A. F.: –La inflación no obedece a la falta de instrumentos regulatorios. El Estado cuenta con todos los medios para defender al consumidor. La inflación tiene su origen en el desequilibrio macroeconómico y en un cuadro de expectativas negativas que estimula el aumento de precios y la fuga de capitales, por lo que esta situación no se resuelve con nuevas normas sino con políticas que tiendan a restablecer la solidez macroeconómica. En nuestro caso hay un problema estructural en el sentido que una vez que la industria alcanza el pleno empleo, dada la suficiente integración, el déficit en el comercio de manufacturas provoca la llamada restricción externa. La falta de dólares ha sido siempre un disparador de expectativas negativas, de aumento de precios y fuga de capitales. Hay, por un lado, un problema estructural que vuelve a aparecer agravado por el déficit energético que no fue bien enfrentado. Se reaccionó tarde frente a ese cambio de circunstancia y esto provocó que un problema estructural se convierta en uno de coyuntura y de administración de corto plazo. En el manejo del mercado de cambios probablemente convendría hacer alguna corrección para establecer un tipo de cambio de equilibrio. No se trata de devaluar o no devaluar, sino de conseguir un tipo de cambio que le de rentabilidad a la posición argentina, sin dejar de tomar en cuenta las diferencias que existen entre las condiciones de costos de la soja o manufactura industrial. Es una economía que está en una situación muy distinta a la de 2001 o 1983, porque está desendeudada, tiene un sistema bancario sólido y conserva un nivel significativo de reservas internacionales. Por lo tanto, el Gobierno tiene capacidad para controlar la situación aunque claramente no podría incentivar la demanda agregada a través del gasto público o de la expansión del crédito porque está el problema de la inflación y la falta de dólares. Hay ciertas restricciones a la capacidad de maniobra de la política económica. De ninguna manera es un cuadro catastrófico.
M. S.: –La estrategia de Precios Cuidados es interesante pero se la reventó con la devaluación. Creo que hay que hacer alguna revisión. La implementación de la Ley de Abastecimiento me parece fantástico. Celebro que el Gobierno, después de mucho tiempo, empiece a reconocer que en los sectores concentrados hay un índice inflacionario. Toda regulación sobre los actores más concentrados es muy importante, pero hay que tener cuidado de no arruinarlo con una devaluación. Un control efectivo sobre el capital concentrado debería regular la relación entre segmentos concentrados y consumidores y también entre proveedores y sectores oligopólicos. La inflación en Argentina obedece a la fijación en una política de precios que el Estado se negó a reconocer. Esto, asociado a la concentración económica. Detrás de la inflación también está la puja distributiva entre capital y trabajo. Por otro lado, la inflación cambiaria. Siempre las devaluaciones vienen acompañadas de un proceso inflacionario importante. La devaluación tendría un efecto muy negativo en la distribución del ingreso por lo que es importante que el Gobierno encuentre vías alternativas. El escenario es complicado porque el Gobierno había apostado al financiamiento externo para paliar la restricción externa, la balanza de pagos y con el fallo de Griesa se queda a medio camino.
Miradas al Sur - 7 de septiembre de 2014