El coraje de la desesperanza
Giorgio Agamben dijo en una entrevista que “el pensamiento es el coraje de la desesperanza”, una visión que es especialmente pertinente para nuestro momento histórico, cuando como regla general aun el más pesimista de los diagnósticos termina con una insinuación optimista de alguna versión de la proverbial luz al final del túnel. El verdadero coraje no es imaginar una alternativa sino aceptar las consecuencias del hecho de que no hay una alternativa claramente discernible: el sueño de una alternativa es una señal de la cobardía teórica, sus funciones como un fetiche que evita que pensemos hasta el final de nuestro predicamento. En otras palabras, el verdadero coraje es admitir que la luz al final de túnel es la luz de otro tren que se nos acerca en la dirección opuesta.
No hay mejor ejemplo de la necesidad de tal valor que Grecia hoy.
“El gobierno alemán, incluida su ala socialdemócrata, ha dilapidado en una noche todo el capital político que una mejor Alemania había acumulado en medio siglo”.
Guardian: ¿Cuál es su veredicto sobre el acuerdo alcanzado el pasado lunes?
Habermas: El acuerdo sobre la deuda griega anunciado el lunes por la mañana es dañino, tanto en lo que hace a su resultado cuanto en lo tocante al modo en que ha sido logrado. Por lo pronto, el resultado de las conservaciones está mal concebido. Aun si se considerara que los asfioxiantes términos del acuerdo constituyen un curso correcto de acción, no es de esperar que esas reformas puedan ser llevadas a cabo por un gobierno que ha confesado no creer en los términos de lo acordado.
En segundo lugar, el resultado carece de sentido en términos económicos, habida cuenta de la tóxica mezcla observable en él de necesarias reformas estructurales del Estado y de la economía con ulteriores imposiciones neoliberales que que resultarán de todo punto desmoralizantes para una exhausta población griega y matarán cualquier ímpetu de crecimiento.
En tercer lugar, el resultado significa que un inerme Consejo Europeo se declara a sí mismo en total bancarrota: el relegar de facto a un Estado miembro a la condición de protectorado contradice abiertamente los principios democráticos de la Unión Europea. Finalmente, el resultado es desastroso, porque fuerza al gobierno griego a aceptar un fondo de privatizaciones económicamente cuestionable y predominantemente simbólico que no puede entenderse sino como un acto punitivo contra un gobierno de izquierda. Es difícil de imaginar que pueda infligirse un daño mayor.
Y, sin embargo, eso es lo que hizo el gobierno alemán cuando el ministro de finanzas Schäuble amenazó a Grecia con expulsarla del euro, mostrándose vergonzosamente como el disciplinador en jefe de Europa. Con ello, y por vez primera, el gobierno declaró manifiestamente su voluntad de imponer una hegemonía alemana a Europa: así, en cualquier caso, se ven las cosas en el resto de Europa, y esa percepción define la realidad que cuenta. Mucho me temo que el gobierno alemán, incluida su ala socialdemócrata, ha dilapidado en una noche todo el capital político que una mejor Alemania había acumulado en medio siglo. Y con “mejor” quiero decir una Alemania caracterizada por una mayor sensibilidad política y una mentalidad postnacional.
La cicuta de Merkel
El Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizó en forma reciente su visión de la economía mundial, mostrando nuevamente una situación volátil que se está transformando en crónica. El informe registra un repunte muy lento en las economías desarrolladas y un peor desempeño en las emergentes en desarrollo, las que están afectadas por la caída de los precios de las materias primas, el menor crecimiento en China y el empeoramiento de las condiciones financieras externas.
Como es costumbre, el FMI ajustó otra vez a la baja sus pronósticos de actividad global (los últimos se dieron a conocer hace apenas tres meses), lo cual es un reconocimiento implícito del fracaso de la visión ultraconservadora que el Fondo sigue pregonando obstinadamente. Resulta preocupante la situación de nuestra región, en particular la de Brasil, el país más grande, cuyo Producto Bruto Interno se contraería en 2015 un 1,5%, es decir, 0,5 puntos porcentuales más de caída que en la estimación de abril de este año. La declinación brasileña seguirá afectando a nuestro país por vía del retroceso comercial.
En este contexto de menor crecimiento del bloque emergente, resulta necesario mencionar la ferocidad con la que están actuando las corporaciones mundiales y los políticos líderes del capitalismo neoliberal, dispuestos al disciplinamiento a escala planetaria ante el menor atisbo de autodeterminación popular con búsqueda de democracias que distribuyan riquezas y defiendan la soberanía de sus recursos naturales.
Grecia es por estas horas el ejemplo más palpable de la extorsión deliberada de las potencias europeas y el gran capital financiero, en particular de Alemania, que incluso endureció su postura tras el referendo en el que el pueblo rechazó mayoritariamente el nuevo ajuste. Angela Merkel y los banqueros privilegian el castigo ejemplificador al gobierno griego por haber convocado al plebiscito popular, en vez de allanarse en forma irrestricta a lo dispuesto por la troika, cuyo objetivo es evitar el contagio político hacia otros países de la vieja Europa, particularmente a los de su periferia.
Por ello, el saliente ministro de Economía de ese país, Yanis Varoufakis, afirmó que el comunicado de la cumbre de la Eurozona debe leerse "como un documento sobre los términos de la capitulación de Grecia", y que "no es más que la conclusión de un golpe de Estado de las potencias extranjeras que usaron los bancos en lugar de los carros armados". No es un dato trivial que, en el punto más álgido de las negociaciones, la Unión Europea le haya cerrado el grifo de liquidez de emergencia a las entidades financieras griegas, paralizando por completo el sistema de pagos y generando una situación de zozobra en la ciudadanía.
Si se imponen las políticas extorsivas de Alemania, Grecia no tendrá quita alguna de su impagable deuda, por el contrario tendrá que sufrir una mayor austeridad fiscal, privatizar sus empresas públicas, bajar aún más las jubilaciones, y flexibilizar el mercado laboral, particularmente restringir el derecho de huelga y las negociaciones colectivas. En suma, deberá ingerir mayores dosis de la medicina fracasada que los gobiernos de derecha liberal y socialdemócratas aceptaron incondicionalmente. La pócima ya se parece a la clásica cicuta; el fruto amargo de esas conductas políticas conciliadoras los llevó a perder más de un cuarto de su ingreso nacional y a incrementar el desempleo promedio a niveles mayores al 25%, superando el 50% en el segmento de los jóvenes.
El final de la historia nunca está escrito, aunque las perspectivas son desalentadoras, a tal punto que incluso el propio FMI llegó a decir, sin ningún tipo de autocrítica, que más allá del acuerdo, la deuda griega es insostenible. Un endeudamiento irresponsable que, según señalara recientemente Atilio Borón sobre la base de información provista por la Agencia Europea de Defensa, en una cuarta parte debe ser explicado por la compra de armamento. Grecia cuenta con el mayor número de submarinos de Europa, ocho contra siete del Reino Unido y seis de Alemania, y también posee la mayor flota de aviones de combate, 287 contra 274 de Francia y 230 del Reino Unido. Material bélico que jamás utilizará para la defensa de sus fronteras.
Los hechos comentados dejan al desnudo el trasfondo extraeconómico que subyace en la crisis. Al respecto, el ministro de Economía Axel Kicillof fue claro al señalar: "los buitres son un instrumento privatizado de presión sobre los países. Lo que no nos puede hacer el FMI, lo que la Embajada (estadounidense) (...), no quiere, no se atreve a hacer, queda en manos de los buitres". Fronteras adentro, la amplificación de estos temas queda en manos de los medios monopólicos de comunicación, aunque cada vez les resulta más difícil influir sobre el humor social y la opinión pública.
De hecho, a pesar de las dificultades que se observan en la región como consecuencia de la crisis capitalista, nuestro país ha comenzado a mostrar señales positivas que dan cuenta de una salida de la situación de amesetamiento del nivel de actividad económica, lo cual resulta esencial para sostener los altos niveles de empleo, de consumo y de producción. También se ha logrado una importante desaceleración de los precios, a la par que se sigue avanzando con las políticas sociales y de impulso de la demanda interna. Todos ellos son elementos clave para el sostenimiento de los objetivos rectores del actual modelo de inclusión y distribución de la riqueza.
Ciertamente los desafíos son ciclópeos, sin embargo, existe una percepción en la sociedad de certidumbre y de una perspectiva futura de bienestar, a pocos meses de la elección presidencial. Ante este panorama, es esperable que, desde los medios que expresan al bloque opositor, tratarán de anclarse en el consabido alarmismo, promoviendo subrepticiamente la dinámica del dólar ilegal y otras "catástrofes", tal como se observó en los últimos días. No obstante, no parece que resulte suficiente para coronar el anhelo de los intereses políticos que se nuclean en el Foro de Convergencia Empresarial, deseosos de que el gobierno llegue desgastado al final de este mandato presidencial, como aquel añorado pato rengo que nunca se presentó.
Las repercusiones del “acuerdo” entre Grecia y la troika
Luego de ganar un referéndum de forma abrumadora, el primer ministro Alexis Tsipras firmó un acuerdo humillante. Treinta y ocho de sus diputados no lo votaron, entre ellos el ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, así como la presidenta del parlamento. Varios altos cargos renunciaron.
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La década perdida
“El futuro de Grecia está en juego. El asunto es claro: o votamos la ley o el país se va a la bancarrota.” La declaración no es de estos días. No se vincula con el referéndum que tendrá lugar mañana en aquel país para decidir si la ciudadanía acepta o rechaza las nuevas exigencias del Banco Central Europeo, el FMI y la Comisión Europea. El dramático llamamiento a votar la ley fue realizado el 6 de mayo de 2010 por el entonces primer ministro heleno, Giorgos Papandreu, antes de una sesión clave en el Parlamento en la que “debía convalidar” un doloroso paquete de ajuste fiscal para evitar el default. La votación finalmente resultó positiva, con 172 votos a favor, 121 en contra y tres abstenciones.
Después del OXI: cuando los fuertes ya no son capaces de hacer cuanto pueden y los débiles ya no quieren sufrir cuanto deben
La noche del pasado domingo entramos en una nueva época histórica en toda Europa. Y el viento sopla ahora de empopada: los fuertes ya no son capaces de hacer cuanto pueden y los débiles no están ya dispuestos a sufrir cuanto deben. El ejercicio de intromisión en la soberanía nacional griega que han llevado a cabo a plena luz los Juncker, Merkel, Schaüble, Dijsselbloem, Lagarde y Rajoy, y en la penumbra, Renzi y Draghi, tiene sin duda su precedente histórico –como casi todo en Europa— también en Grecia.
Desafíos para la democracia
En el día de ayer mientras se desarrollaban comicios en distintos distritos de nuestro país, en Grecia, cuna de la democracia, la ciudadanía se pronunciaba por el NO a las políticas de ajuste que buscan imponer el FMI y los bancos europeos a ese país como precio para sostenerse dentro de la zona del euro.
La Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) celebra la decisión mayoritaria del pueblo griego, que pone de manifiesto la dignidad de una nación que se resiste a condicionar su futuro bajo el peso de una deuda impagable.
Respecto de la situación de Grecia se han señalado las similitudes con lo ocurrido en la Argentina, donde hemos vivido la voracidad de los grupos concentrados, el capital financiero y las recetas de los organismos internacionales, que nos llevaron a la crisis de 2001 y 2002.
Krugman y Stiglitz llaman a votar por el “no”
Los premios Nobel de Economía estadounidenses Paul Krugman y Joseph Stiglitz se expresaron ayer a favor del voto al “no” en el referéndum que Grecia celebrará el próximo domingo 5 de julio, para decidir si Atenas acepta la propuesta de acuerdo planteada por los acreedores internacionales. “Votaría no”, indicó Krugman, muy crítico con las recetas de ajuste fiscal aplicadas en Europa para salir de la crisis. Por su parte, Stiglitz sostuvo que “un voto del sí significaría una depresión casi sin fin”, mientras que “un voto del no abriría al menos la posibilidad de que Grecia, con su fuerte tradición democrática, pueda tomar su destino en sus propias manos”.
Si ahora ocurriera un Grexit, prepárense para un Italexit el año que viene
El fracaso a la hora de lograr un acuerdo en Grecia trae su causa primera en el error de diagnóstico. Al final, el paciente empeoró y lo que ahora quiere es que dejen de tratarle.
¿De verdad puede Europa prescindir de Grecia? El cálculo fatalmente catastrófico
“Para Grecia, un Grexit representaría un gran shock a corto plazo, del que se recuperaría económicamente a largo plazo. Para nosotros, exactamente lo opuesto. A corto plazo, los costos son despreciables. A largo plazo, se aceleraría la decadencia de la UE. Impedir el Grexit debería ser la prioridad más destacada de la política alemana y europea. En interés propio.”