Declaración ante la agudización de la crisis en el sector científico
En un año el gobierno del Presidente Macri llevó a la ciencia argentina a una crisis que, lamentablemente, va en camino de agravarse. La crisis no es el fruto de errores en la gestión sino la consecuencia del recorte de la inversión en ciencia y tecnología, en consonancia con una política de desindustrialización que abandona la búsqueda de soberanía tecnológica.
A partir de diciembre del 2015 el país inició un nuevo ciclo de desaprendizaje tecnológico, impulsado por políticas tales como la desprotección de la industria satelital, autorizando la operación de siete satélites extranjeros en un evidente intento por tornar inviable a la empresa estatal Arsat (que paralizó la construcción del satélite Arsat 3). Se produjo el abandono del uso del poder de compra del estado como promotor del desarrollo licitando, por ejemplo, la construcción de parques de generación de energía limpia con cláusulas que en la práctica limitan al 8% la participación de tecnología nacional. También se paralizaron programas en el área de la defensa (como el desarrollo del sistema SARA y de vagones en Fabricaciones Militares) o en el sector nuclear (donde se desfinanciaron todos los proyectos en marcha salvo dos, uno de los cuales es la construcción del reactor RA10, cuyo presupuesto aumento 300% respecto del año anterior y cuyo contrato, con la empresa de un socio del Presidente Macri, fue firmado en 2016). Mientras el estado se retira de la escena, los discursos de funcionarios del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt), instan a los científicos a crear sus propias empresas. Ignoran, o simulan hacerlo, las enseñanzas que brinda la experiencia mundial: no hay transferencia tecnológica viable sin un Estado Emprendedor- tomando la expresión de la economista Marina Mazzucato- que la impulse, la promueva y la financie.
El tamaño del ajuste en CyT: El ajuste presupuestario ejecutado por el gobierno nacional es, sin duda, brutal. El presupuesto aprobado para el presente año redujo la inversión en ciencia y tecnología, que pasó del 1.52% del total nacional en 2015 al 1.4%. En el marco de masivas protestas de la comunidad científica, el Ministro Lino Barañao destacó su confianza en que, más allá del presupuesto aprobado, recibiría apoyo oficial por vía de partidas extras. Los datos de la ejecución presupuestaria de 2016, conocidos recientemente, muestran una realidad distinta. El gasto en la finalidad ciencia y tecnología aumentó (en pesos) un 29% respecto a 2015, mientras que el total nacional creció un 48%. En el caso del Mincyt, el gasto nominal aumentó un 32% y en el Conicet un 39%. Teniendo en cuenta que la inflación superó el 40%, que nuestra moneda se devaluó en un 60% y que la paritaria estatal estableció un aumento salarial del 31%, el recorte en ciencia y tecnología es, a todas luces, enorme. Para darle contexto a estas cifras, lo devengado por Deuda Pública pasó de representar en el año 2015 el 7.66% del presupuesto a ser en 2016 el 14.47%. Esto representa un aumento de 197.202 millones de pesos, más de siete veces lo devengado en toda la función ciencia y tecnología.
El ajuste en el Conicet: Este ajuste creó una situación explosiva en el Conicet, una institución emblemática, que estaba “trabajando bien”, según expresó textualmente el candidato Mauricio Macri en el debate presidencial de 2015. El Conicet creció sostenidamente desde 2003, no como fruto de la improvisación sino de proyectos elaborados por el propio Ministerio y sintetizados en el Plan Argentina Innovadora 2020 (AI2020), que ponía como meta que nuestro país alcance 4.7 investigadores por cada mil habitantes de la población económicamente activa. En ese contexto, la Argentina debería sumar 25000 nuevos investigadores hasta 2020 y, como parte de ese esfuerzo el Conicet debía aportar una parte minoritaria creciendo, en esta etapa, a un ritmo del 10% anual.
Contrariamente a lo establecido en el mencionado plan, el Conicet redujo al 50% el número de ingresos a la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico (CIC) de investigadores Esto generó, naturalmente, masivas protestas de la comunidad científica que culminaron en diciembre último con la toma de la sede del Mincyt y que continúan hoy. La movilización de diciembre logró la convocatoria a una mesa de negociación y el otorgamiento de becas por un año a los investigadores excluidos.
La drástica reducción de ingresos a la CIC es la manifestación más dramática del ajuste en el Conicet y constituye una estafa para los jóvenes becarios del organismo. Si bien es cierto que completar la formación doctoral con una beca del Conicet no da derecho al ingreso a la CIC, la reducción de 500 puestos anuales en dicha carrera implica un cambio abrupto e irracional respecto a las políticas de crecimiento seguidas en el pasado reciente. Pero estas medidas son sólo una de las manifestaciones del ajuste. Por cierto, el Conicet anunció también una sensible disminución en el número de nuevos becarios doctorales y no contempla la incorporación de nuevos miembros en su Carrera de Personal de Apoyo (CPA). Pese al intento de las autoridades por disimularlo, el organismo vive en un virtual estado de economía de guerra. En síntesis, las medidas tomadas en el Conicet no son un simple congelamiento de ingresos sino que vienen a echar por tierra con las políticas de crecimiento implementadas desde el 2003, con consecuencias en los proyectos de vida de cientos de jóvenes que se embarcaron con razonable expectativa en la carrera científica.
La actitud de las autoridades: La crisis en el Conicet va en camino de agravarse ya que las autoridades del área no solamente no han tomado medidas para revertir sus causas sino que las niegan o justifican. El Ministro Barañao y el Presidente del Conicet, Alejandro Ceccatto, han hecho afirmaciones cuestionables desde el punto de vista ético y político y en muchos casos simplemente falsas. Ambos afirmaron que un país con altos niveles de pobreza como el nuestro, no puede impulsar el crecimiento de su sistema científico con las metas fijadas por el plan AI2020 (que ambos contribuyeron a formular). Más recientemente, el Ministro nos sorprendió afirmando, falsamente, que la meta del crecimiento al ritmo del 10% anual en el Conicet no era un objetivo de dicho plan sino que era fruto, poco menos, que de un error de imprenta. También afirmó que lo único que buscan miles de doctores es conseguir un empleo “fijo” en el Conicet. Más allá de que no hay nada de malo en querer acceder a un trabajo estable, la declaración es ofensiva. Por un lado para los aspirantes, que se someten a diversas instancias de evaluación para poder ingresar a CIC, evaluaciones que continúan a lo largo de todas sus carreras. Pero es ofensiva también para el propio Conicet que fue caracterizado por su Presidente como un organismo "inviable" que se ha transformado, según se desprende de sus opiniones, en un “aguantadero de inútiles”. Lo más lamentable de estas declaraciones es que desprestigian al Conicet en su conjunto ante la sociedad, de modo de justificar el ajuste. En lugar de defender los logros y el prestigio nacional e internacional de las investigaciones desarrolladas por el Conicet, consolidado en los últimos años, las autoridades siembran desconfianza hacia los científicos y su trabajo.
El ataque a la ciencia básica: El presidente del CONICET y el Ministro nos anuncian a través de los medios que el Conicet decidió darles prioridad a los investigadores "más útiles" para el país, promoviendo ciertos temas estratégicos y tecnología. De esta manera nos proponen revivir perimidas dicotomías entre ciencia básica y aplicada, que parecían superadas. Es una evidente cortina de humo para ocultar lo central de sus propuestas: el ajuste. Perversamente, responsabilizan a los científicos por la supuesta falta de voluntad de transferir su trabajo al mundo productivo. Nos preguntamos si responsabilizarán también a los investigadores del Centro Patagónico del Conicet por el cierre de una de las plantas de la empresa Cerámicas San Lorenzo, ubicada en Puerto Madryn, con la cual el organismo tenía dos importantes proyectos de transferencia. La destrucción de la pequeña y mediana empresa, junto al abandono del rol del estado en la generación de demanda tecnológica, son el fruto de la política económica del gobierno de Cambiemos, de la cual el ajuste en el Conicet forma parte.
La decisión de reducir la cantidad de ingresos para el año 2017 a 450 cargos, estableciendo 50% para Temas Estratégicos y Tecnología y el resto para el desarrollo de las disciplinas, supone un duro golpe a la investigación básica y a las ciencias sociales. Sin colmar la capacidad de asombro de la comunidad, pero también con la clara intención de capitalizar fracturas entre grupos de distintas disciplinas, el Ministro expresa opiniones inexpertas y ofensivas contra áreas enteras de investigación a partir del supuesto de su falta de “utilidad” o no aplicabilidad. El ejemplo planteado en un medio ha sido la crítica a las investigaciones históricas durante el Medioevo, que han sido respondidas. Pero lo que no comprende el ministro es que el sistema científico se comporta como un ecosistema en muchos aspectos, su complejidad es estructural y resulta imprevisible cuáles serán las consecuencias de eliminar una sola especie, un solo nodo de la red. La reacción de las ciencias sociales no se ha hecho esperar, defendiendo una experiencia institucional de equilibrio entre las diversas áreas disciplinarias en años anteriores y la constante transferencia de conocimiento de las ciencias sociales, pero también la relevancia de las humanidades para la comprensión de problemáticas del pasado y del presente de nuestra sociedad.
El futuro próximo: Desde el grupo CyTA convocamos a toda la comunidad científica a dejar de lado las diferencias y manifestarnos unidos contra estas políticas de ajuste, los gremios, los colectivos políticos y las asociaciones científicas. Esperamos y solicitamos que lo hagan también quienes ocupan cargos de dirección de diversos organismos y, muy en particular, el Directorio del CONICET, que debe revisar urgentemente las decisiones adoptadas referidas a las próximas convocatorias de ingresos a la CIC.
Los ejes del reclamo unitario deben ser aquellos planteados en la declaración firmada a fines de 2016 por la casi totalidad de los científicos argentinos premiados en el ámbito nacional e internacional: el mantenimiento de los objetivos del Plan AI2020, el aumento del presupuesto de ciencia y técnica, el cumplimiento de la promesa electoral de elevar al 1.5% del PBI la inversión en el sector y el aumento del número de vacantes en el CONICET. Tenemos claro que esta no es la lucha de una corporación sino un reclamo en defensa de un modelo de desarrollo para nuestro país.
Como miembros de la comunidad científica y de la ciudadanía, desde el grupo CyTA afirmamos que estos reclamos son sólo una parte de la oposición al proyecto neoliberal que nada tiene que ofrecer a nuestra sociedad y que, como ha quedado claro durante el primer año de gestión del gobierno de la alianza Cambiemos, sólo favorece a los sectores más concentrados de la economía, arrasa con avances producidos en el terrenos de la educación y la salud y persigue a quienes luchan en su contra. En definitiva, somos parte de aquellos que, en unidad y con firmeza, queremos recuperar el camino de avances y conquistas que el gobierno del Presidente Mauricio Macri está destruyendo.
Grupo Ciencia y Técnica Argentina (CyTA)
Investigación y Desarrollo para la Inclusión
Miembros: Adrián Paenza; Alberto Kornblihtt; Ana Franchi; Andrea Gamarnik; Andrés Kreiner; Carolina Mera; Daniel Filmus; Diego Hurtado; Diego Tatian; Dora Barrancos; Eduardo Dvorkin; Emmanuel Alvarez Agis; Federico Robledo; Felix Requejo; Fernanda Beigel; Graciela Morgade; Hugo Aimar; Jorge Aliaga; Jorge Geffner; José Paruelo; Juan Pablo Paz; Luis Alberto Quevedo; Marcelo Ruiz; Marisa Herrera; Mirta Susana Iriondo; Noé Litri; Osvaldo Uchitel; Pablo Nuñez; Raquel Chan; Roberto Salvarezza; Rolando González-José; Sandra Carli