Consulta antidemocrática, resultados y perspectivas populares
La consulta popular realizada este 21 de abril en Ecuador, ha sido un recurso al que han recurrido los últimos gobiernos reaccionarios.
El presidente troll
Milei no solo acuñó términos instalados en la jerga política argentina, como “la casta”, sino que maneja los códigos de la acción comunicativa contemporánea: su estilo es una mezcla de divulgador-evangelizador y troll. Insistir con el mercado desregulado y la bondad capitalista difícilmente movilice pasión de multitudes. En cambio, apelar a temas socio-culturales tiene mayor tracción comunicativa. Silvio Waisbord escribe sobre el elemento esencial en la comunicación de la reacción conservadora actual: el trollismo.
A la derecha, la pared
La decisión de una parte de Juntos por el Cambio de apostar por la derecha radicalizada estaba cantada y era independiente de los resultados de las elecciones. Lo que hoy parece un golpe de timón es parte de un largo proceso cuyo resultado es aún incierto: la confluencia entre las derechas mainstream y las radicalizadas. ¿Qué escenarios se abren a partir del 19 de noviembre? Hay argumentos, dice Sergio Morresi, para pensar que la derecha radicalizada tiene chances de continuar siendo una fuerza relevante aún si fracasa en las elecciones de 2023.
La crisis de los progresismos
La disputa entre derechas e izquierdas ha recorrido la historia de la modernidad y podríamos caracterizarla como un dilema filosófico entre dos valores fundamentales: la libertad y la igualdad.
El auge de la extrema derecha
La crisis capitalista abierta en el 2008 abonó el terreno para el crecimiento de la extrema derecha. Un análisis de sus principales causas
Proyectos populares y los “votantes contextuales”
Mucho se ha repetido, con un asombro que parece no terminar, que por primera vez en la historia argentina ha ganado una elección democrática un partido político con una propuesta abiertamente de derecha.
A la búsqueda de posibles criterios para la reflexión política actual en la Argentina
En nuestro país, la derecha ha pasado de la hegemonía al dominio. ¿Cómo? ¿No es que había hegemonía de un proyecto nacional y popular? Que esté pasando lo que está pasando, y cómo está pasando muestra que no. No sólo porque el control de la comunicación nunca fue doblegado (y no me limito a los juzgados), sino porque el orden hegemónico nunca dejó de estar marcado por la combinación de dominio y consenso del proyecto neoconservador de orden global.
Brasil: ¿Por qué tanto odio?
Debemos tratar de entender las razones de la unanimidad conservadora en contra del Partido de los Trabajadores (PT) a pesar de que sus gobiernos ni reformistas fueron.
La derecha latinoamericana acepta casi todo, hasta el desarrollo y la democracia, mientras no vengan acompañados, sea de la emergencia de las clases populares, como pretendió el Brasil de Joao Goulart y Lula, sea de la defensa de las soberanías nacionales de los países de la región, como ya lo intentó el segundo gobierno de Vargas.
¿Cuáles son los límites de la derecha en América Latina?
Clima de euforia en los medios de la derecha latinoamericana, después de década y media de sucesivas frustraciones. Creen que pueden volver a ser protagonistas de la historia latinoamericana contemporánea. En los medios financieros y en los medios de información internacionales, hay verdadera euforia.
El ímpetu con que actúan en Argentina y en Venezuela puede dar la impresión de que saben hacia dónde quieren ir, que tienen la clave del futuro de nuestras sociedades, que se han renovado al punto de poder volverse fuerza hegemónica en la región. Critican a los gobiernos progresistas, como si se tratara de un ciclo agotado, al cual ellos se proponen suceder y superar.
El contraataque
Las nuevas derechas regionales crecen a partir de una agenda institucional y anti-corrupción y la decisión de aceptar el piso de derechos sociales construido en la última década. Aunque incipiente, su ascenso obliga a repensar los modos de definirlas.
Las derechas latinoamericanas debieron lidiar en estos años con importantes desafíos: si ya habían superado en buena medida el lastre de su pasado autoritario, la década del 2000 trajo una hegemonía de gobiernos de izquierda y nacional-populares poderosos electoralmente, que hicieron del neoliberalismo su principal antagonista.