Brasil: ¿Por qué tanto odio?

Debemos tratar de entender las razones de la unanimidad conservadora en contra del Partido de los Trabajadores (PT) a pesar de que sus gobiernos ni reformistas fueron.

La derecha latinoamericana acepta casi todo, hasta el desarrollo y la democracia, mientras no vengan acompañados, sea de la emergencia de las clases populares, como pretendió el Brasil de Joao Goulart y Lula, sea de la defensa de las soberanías nacionales de los países de la región, como ya lo intentó el segundo gobierno de Vargas.

¿Cuáles son los límites de la derecha en América Latina?

Clima de euforia en los medios de la derecha latinoamericana, después de década y media de sucesivas frustraciones. Creen que pueden volver a ser protagonistas de la historia latinoamericana contemporánea. En los medios financieros y en los medios de información internacionales, hay verdadera euforia.

El ímpetu con que actúan en Argentina y en Venezuela puede dar la impresión de que saben hacia dónde quieren ir, que tienen la clave del futuro de nuestras sociedades, que se han renovado al punto de poder volverse fuerza hegemónica en la región. Critican a los gobiernos progresistas, como si se tratara de un ciclo agotado, al cual ellos se proponen suceder y superar.

El contraataque

Las nuevas derechas regionales crecen a partir de una agenda institucional y anti-corrupción y la decisión de aceptar el piso de derechos sociales construido en la última década. Aunque incipiente, su ascenso obliga a repensar los modos de definirlas.

Las derechas latinoamericanas debieron lidiar en estos años con importantes desafíos: si ya habían superado en buena medida el lastre de su pasado autoritario, la década del 2000 trajo una hegemonía de gobiernos de izquierda y nacional-populares poderosos electoralmente, que hicieron del neoliberalismo su principal antagonista.

Del canibalismo a la inclusión social

Vivimos un momento cuya trascendencia se oscurece al ritmo de las banalidades de la campaña electoral. El escenario político aparece dividido y las causas de la polarización no son claras. De un lado, el Gobierno propone profundizar un proyecto de inclusión social que, con sus más y sus menos, ha intentado concretar a lo largo de los últimos años. Del otro lado, una derecha rabiosa proclama el “fin del ciclo K”, pero no explicita el proyecto de sociedad al que aspira. Su objetivo es, en realidad, una vuelta al pasado. La inclusión social, la integración nacional, la participación activa de la población en el debate de políticas y en el control de gestión son algunos de los problemas medulares del momento. Sin embargo, la farándula política los oculta. Esto no es casual.

En otras notas publicadas en este diario hemos analizado la crisis global del capitalismo (Página/12: 6/1/2015; 15/7/2014; 14/3/2014). Esta no es sólo una crisis económica. Es también una crisis del sistema democrático liberal. De esto se habla poco y nada. Sin embargo, es un problema central. En lo que sigue abordaremos algunos aspectos de esta cuestión que, a nuestro entender, ayudan a comprender las limitaciones de nuestro propio sistema político.

La derecha también sale a la calle

Desde el inicio de la pos-convertibilidad se produjeron varios episodios en los que la derecha (en cualquiera de sus gradaciones) ha ocupado la calle. A modo de ejemplo, recordemos las manifestaciones organizadas por Juan Carlos Blumberg en 2004 tras el asesinato de su hijo, las protestas impulsadas por las corporaciones agropecuarias, los "cacerolazos" y la más reciente marcha del silencio a un mes de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Cada uno de los episodios siguió una deriva propia. En cada una de esas manifestaciones había un núcleo duro de convocantes más o menos explícitos, un segundo anillo de simpatizantes (no siempre bien informados) que asiste a los actos y un tercer anillo que no fue a las manifestaciones pero que da muestras de apoyo ideológico a la protesta y refuerza su carácter opositor a través de su respaldo. Enfrente: el bloque social conformado por los que apoyan con entusiasmo al gobierno y sus políticas de distribución del ingreso, los que simpatizan más tranquilamente y aquellos que aún siendo críticos por la falta de profundidad de los cambios no se dejan engañar en cuanto a las grandes confrontaciones.

Disparan contra Venezuela, pero quieren matar la integración

A finales de junio, Venezuela asumirá por primera vez la presidencia pro témpore del Mercosur (PPTVEN), en la Cumbre en Montevideo, pero con una activa agenda presidencial. Ya Nicolás Maduro comenzó, en gira por Uruguay, Argentina Y Brasil, a consensuar con los Presidentes la agenda política del bloque. Esta presidencia se desarrollará en el marco del despliegue de las fuerzas derechistas en el continente y de un ambiente político de alta tensión, en el cual la derecha continental intentará romper la unidad política de la región.