Más agroindustria es menos soberanía y justicia social

Durante toda la pandemia quedó claro a qué juega cada actor económico en la realidad nacional: mientras los sectores concentrados de las cadenas agroalimentarias y agroindustriales, desde la producción a la comercialización, apostaron a engordar sus márgenes de ganancia a costa de un pueblo empobrecido, especulando con la cotización del dólar o los precios internacionales; las organizaciones sociales y populares, de la agricultura familiar campesina e indígena y la economía social, salieron a apagar el incendio y a poner el cuerpo para que el alimento llegue a cada familia que lo necesitaba.

El círculo cuadrado

Desde la Revolución Industrial, la humanidad ha logrado importantes avances en materia de salud, educación y calidad de vida. Sin embargo, descuidó la cuestión ambiental, que hoy emerge como un problema urgente. En esta nota, Daniel Schteingart se mete en el debate entre desarrollismo y ambientalismo para proponer una visión –y una serie de orientaciones –que contribuyan a conciliar ambos desafíos, reconociendo las complejidades económicas y las relaciones de poder global.

Un desarrollo sostenible para el 99%

Ambiente y desarrollo no son antagonismos irreconciliables, pero sí presentan una tensión que es necesario enfrentar para lograr un desarrollo verdaderamente sostenible e inclusivo. La pregunta acerca de cómo lograr ese modelo de desarrollo sostenible en el Sur global, y en Argentina en particular, abre discusiones complejas y acaloradas, pero insoslayables para reconciliar el crecimiento económico con los límites ecológicos.