El precio del dólar, en medio de un cruce de internas tupido
Devaluar puede ser un atajo que conduzca a ningún lugar o a lugares demasiado riesgosos, como sostiene Luis Etchevehere, el ex presidente de la Sociedad Rural hoy en papel de ministro de Agroindustria. Aun así, los efectos del dólar barato asoman todo el tiempo y asoman por todas partes.
Todavía suena, intramuros del Gobierno, el ruido que Federico Sturzenegger metió con los golpes sucesivos a la tasa de interés que fija el Banco Central y sirve de referencia al mercado. La levantó al 28,75% anual.
Y no sólo por eso hay batifondo. También porque además de ponerle un piso muy alto al costo del crédito, la seguidilla puede acentuar o acentúa directamente el retraso del tipo de cambio. “Hay mucho malestar en algunos despachos del gabinete”, cuenta un consultor de buena llegada a ciertos espacios del poder.
Dice otro operador importante e imparcial: “Seguramente Sturzenegger movió su ficha mayor procurando contener el impacto inflacionario de los aumentos ya anunciados para la luz y el gas, pero en los hechos planchó el dólar”.
Claro que simultáneamente el ministro de Finanzas, Luis Caputo, hace su aporte al barullo cuando les veda a las compañías de seguros el acceso a las Lebac del BCRA. Busca que coloquen la plata en los bonos del Tesoro Nacional que él emite, aunque al fin ambos organismos están compitiendo por el mismo mercado y pagan prácticamente las mismas tasas de interés.
Cada cual con su libreto, el resultado canta dos jubileos financieros juntos. Lo que nunca cambia o cambia lentamente es el telón de fondo, o sea, el desajuste en las cuentas fiscales. O sea, otra interna.
- De vuelta a los efectos del dólar barato, dicen los números de un informe elaborado por la consultora LCG: -- Entre enero y octubre, la compra de billetes para atesoramiento, también llamada “inversión de colchón”, sumó US$ 14.000 millones y crece ahora al 48%.
- Durante los mismos diez meses, el gasto en turismo al exterior ascendió a US$ 8.300 millones. Una cuenta más la otra, anotan nada menos que 22.300 millones de dólares.
- Siempre empinados, en nueve meses los tour de compras a Chile aumentaron un 40% contra igual período del año pasado. Y los viajes a otros destinos del exterior, su contracara, apenas el 19%.
- De enero a octubre nuevamente, los pagos por interés de diverso origen alcanzaron a US$ 6.400 millones. Y de ahí, el 80% correspondió entero al sector público.
De un modo u otro, todo implica salida de divisas del sistema. ¿Y qué entró?
Para empezar, entraron US$ 26.000 millones por la colocación de bonos del Tesoro Nacional. Fueron a cubrir vencimientos de la deuda y a tapar el rojo fiscal.
Atraso cambiario, más tasas de interés altas, más inflación, déficit fiscal y comercial, más... Un paquete complejo con eje en la economía.
La inversión puramente financiera agregó US$ 8.200 millones, mientras la productiva, aquella que apuntala la actividad económica, sólo llegó a US$ 1.900 millones.
Entre tanta mezcla de cifras, aparece una visiblemente empujada por el precio del dólar: el 88% del endeudamiento del Tesoro Nacional financió la compra de billetes para atesoramiento y los gastos en turismo.
Si la alternativa consiste en poner el foco sobre el stock de reservas, el saldo dice aumento de US$ 11.600 millones. Claro que, tal cual se habrá advertido, allí hay de todo.
Devaluar será un atajo hacia ningún lugar o hacia lugares complejos e impredecibles, pero el retraso cambiario corre asociado a precedentes conocidos, igual que el peligro de ingresar en zona de divisas escasas.
De nuevo números, sobre éso habla justamente el cruce de dos variables clave.
Las exportaciones, que representan una de las grandes fuentes de divisas genuinas, apenas subieron 1,8% en estos diez meses. Y las importaciones, reflejo de una economía muy dependiente del exterior, avanzaron 18,9%, con un notable 46% en la compra de automóviles, casi todos de origen brasileño.
Aun siendo cierto que el ingreso de maquinarias y equipos es la buena noticia del panorama, el balance completo ya arroja un déficit comercial de US$ 6.100 millones que va camino de cerrar el año en US$ 8.000 millones. Superaría en 40% al peor registro de los años ‘90, el de 1995.
Lo que sigue no alteraría demasiado el cuadro, a menos que haya una remontada vigorosa de las exportaciones. Y ahí el tipo de cambio no mejora por si mismo la competitividad de la producción nacional, pues juegan en contra los altos costos internos y problemas estructurales que se arrastran hace tiempo.
En el mientras tanto, la recuperación de la economía continuará atada a las importaciones. Y atada a la disponibilidad de divisasque, en buena medida, deberían provenir precisamente de las exportaciones.
El Ministerio de Hacienda tendrá que corregir sus cálculos o ajustar el horizonte a la realidad. Para este año, había estimado un desequilibrio comercial de US$ 4.500 millones y otro de US$ 5.600 millones para el próximo.
Perceptible, empieza a asomar una luz amarilla en el frente externo. Y cada vez más evidentes, las internas por el atraso cambiario, el déficit fiscal, por una inflación aún demasiado alta y un repunte económico que es preciso afianzar. Demasiado todo junto.
Clarín - 28 de noviembre de 2017