El subsuelo de la patria sublevado
Y así lo entendió Perón y su mejor discípulo, Néstor Carlos Kirchner. Corría noviembre del año 2005 cuando su primer ministro de economía le dijo que no podía seguir “tirando” de la demanda incrementando los salarios, porque la economía se recalentaba (eufemismo que se emplea para decir que los trabajadores no pueden seguir apropiándose de lo que producen), la respuesta de Kirchner fue, todavía tengo dos millones de desocupados, qué les digo, que deben esperar que la economía se enfríe para que se pueda volver a empezar. Lavagna renunció y Kirchner siguió “tirando” de la demanda, lo que significó que el país siga creciendo a tasas chinas en el año 2006 el PIB se incrementó en 8,4% y en el 2007 8,0%, se frenó en los años 2008 y 2009 por el conflicto con el campo y por la crisis internacional de “securitización” o segundas hipotecas con la que derraparon los bancos yanquis y europeos, pero se creció al 9,1% en el 2010 y al 8,6% en el 2011.
Esas monstruosas tasas de acrecentamiento del PIB fueron acompañadas por el canje de deuda que implicó una quita en promedio del 65% de lo adeudado y una extensión de los plazos hasta el año 2035, de manera tal que, por ejemplo, para el año 2016 sólo hay que afrontar vencimientos de capital e interés por U$s 7.200 millones (1,3% del PIB).
La combinación de crecimiento y desendeudamiento es, del punto de vista de la economía, el mejor logro del gobierno de los Kirchner. Queda un país con el doble de producción y de consumo que cuando el 25 de mayo de 2003 asumió la presidencia, en que, por ejemplo, se producían 162.705 vehículos y ahora más de 700.000; 300.000 unidades de heladeras y ahora más de un millón; 4.900.000 toneladas de cemento y ahora 11.600.000 toneladas.
Pero ese mercado reconstituido y pujante, y el país y la sociedad desendeudada, logrados con el esfuerzo y la inteligencia de la población y de su gobierno, amalgama igual a la generada por el gobierno de Perón tras el 17 de octubre, es el bien apreciado y apetecido por los que quieren volver a integrarnos al mundo, pero para desintegrarnos internamente, para que vuelva a ser la desocupación la presión a la baja de los salarios y de esa forma en el excedente físico de producción (lo que se produce) los trabajadores tengan una menor participación.
Pero ese menor consumo de los asalariados no implica mayor inversión, como no pasó nunca, hubo gobiernos de todo tipo, civiles y militares, y todos, pero todos, vinieron con la misma cantinela, que los salarios deben aumentar con la productividad futura. ¿Y la pasada?, el fuerte incremento de la productividad de nuestra mano de obra logrado, que significó que dobláramos la producción, y si proporcionalmente doblamos los salarios también se duplicaron las ganancias.
No se habla cómo la duplicación de las ganancias no se transformaron en mayor inversión, que fue la verdadera restricción del modelo de acumulación y producción kirchnerista (y de todo gobierno nacional y popular).
Existen alrededor de 509 mil empresas registradas en Argentina en los sectores industriales, de comercio y de servicios. La mayor parte de estas firmas corresponden al segmento de microempresas (70% del total). Siguen en importancia el segmento de pymes, con 141 mil empresas (28%), y el de grandes empresas, con más de 9 mil compañías registradas (2%).
Sin embargo, de las 500 empresas más grandes de Argentina a diciembre 2013 (se excluyen las actividades agropecuarias y financieras), 315 eran de capital extranjero (6 de cada 10) y concentraban el 77% de lo producido por todas ellas, que a su vez representaban (las 500 empresas), en conjunto, el 16,2% del Valor Agregado total. Si a eso le sumamos que sólo 750 empresas representan el 90% de nuestras exportaciones, podemos darnos una idea de cómo se apropian del excedente generado por toda la sociedad, las grandes corporaciones.
El problema inflacionario y con ello de atraso en el valor del dólar, surge porque las inversiones no crecieron al mismo ritmo que la demanda agregada y que las importaciones, con lo que el Estado, a través del mayor gasto público y el pago de los servicios de la deuda con Reservas del BCRA, trató de mantener el nivel de actividad, produciéndose un desfase entre oferta y demanda, donde la segunda supera sistemáticamente a la primera, lo que es coherente con la fuga sistemática de capitales de la Argentina a los paraísos financieros.
Pero si en lugar de estudiar y determinar por qué se fugan capitales, que nos lleva a saber cuáles son los márgenes de ganancia de las grandes corporaciones que operan en nuestro país, en cambio suponemos que es un dato de la realidad y que no se puede modificar. Entonces, ése no es el legado del 17 de Octubre de 1945, en que los trabajadores exigieron la vuelta de Perón, con su presencia en esa histórica Plaza de Mayo, para garantizar que la sociedad, como decía Néstor Kirchner, se constituya desde el trabajo.
- Horacio Rovelli, Profesor de Economía de la Universidad de Buenos Aires.
Miradas al Sur - 18 de octubre de 2015