¿Es posible des-dolarizar?

Julio C. Gambina


Acaba de realizarse el 12° Encuentro de Economistas de Bolivia en las ciudades de La Paz y de El Alto.

Un cónclave con 8.000 inscriptos donde expusieron oradores locales y de diferentes países, junto a representantes de organismos internacionales, como la CAF o la CEPAL.

Las intervenciones destacaron el momento de desaceleración de la economía mundial, aun cuando comparativamente el país anfitrión ofrece datos económicos y sociales para considerar, incluso, encabezando los puestos del crecimiento regional en los últimos años.

Bolivia resulta un caso para considerar, especialmente por reivindicar una política económica, que en esencia avanza a contramarcha de las recomendaciones de la receta liberalizadora de la corriente principal del pensamiento económico, con resultados sorprendentes.

Entre los aspectos destacados, en una presentación del Presidente del Banco Central de Bolivia, el Licenciado Pablo Ramos Sánchez, de amplísima trayectoria académica, señala la “bolivianización” del sistema financiero del país, con una modificación de las variables de opción de los usuarios entre la moneda local y la divisa estadounidense.

Antes de la asunción del Gobierno de Evo Morales la cartera de créditos en pesos era apenas del 5% y en 2019 del 99%.

Por su parte, el ahorro en moneda local era del 10% y en el presente un 87%.

La cotización hacia el 2005 superaba a los 8 pesos y en la actualidad está por debajo de los 7, en un claro proceso de apreciación de la moneda local.

El endeudamiento en divisas era del 51,7% del PBI en 2005 y se reduce al presente al 24,6%.

Lo que resulta evidente es la des-dolarización de la economía, cuando hace apenas una década la lógica referencia de los principales precios de la economía remitían al dólar, sean las tarifas de servicios públicos como el mercado inmobiliario o automotor.

Es un tema de especial interés para aquellas economías, caso de la Argentina, de creciente referencia de los precios al dólar.

La principal preocupación en Argentina y otros países de la región pasa por la evolución del tipo de cambio y las decisiones de política nacional que se toman en Washington y que impactan en economías dolarizadas, dependientes de la situación y disposición en el país hegemónico del sistema mundial.

La soberanía

Resulta esencial la recuperación de la capacidad soberana del manejo de la política económica y muy especialmente de la definición relativa a la apropiación estatal y destino de la renta generada por el trabajo social.

La principal riqueza boliviana está en los hidrocarburos y la apropiación estatal de la renta de los hidrocarburos desde el 2006 explica lo determinante de la fuente de acumulación económica.

El sector estatal desarrollado en estos años en la economía de Bolivia constituye el principal motor de la dinámica de crecimiento y expansión con atención en la mejora de los indicadores económicos y sociales. Dicho en un marco de ampliación de las diferentes esferas de la “economía plural” según define la Constitución del 2009, que junto al Estado despliega el sector privado, cooperativo y comunitario.

Lo que ocurre es una expansión de la inversión pública y por ende de la privada (en menor medida) y del consumo extendido, tanto público como privado, con una expansión de las relaciones comerciales y económicas internacionales. El resultado es el crecimiento económico continuado más allá de las dificultades de la economía mundial y muy especialmente de la región.

Entre los principales logros se encuentran los indicadores sociales de calidad de vida, más allá de insuficiencias en el modelo productivo y de desarrollo, asociado a los límites y a la dependencia económica y tecnológica del país. Bolivia es un país que se define en transición hacia una nueva sociedad y Estado plurinacional del Vivir Bien.

Desde el punto de partida del empobrecimiento, un 37,7% de extrema pobreza en 2006, se llega al 15,2% del 2018; y para la pobreza moderada se pasó del 59,9% al 34,6%. Resulta aún elevada la pobreza, pero marca una tendencia declinante bajo el marco de las definiciones de política económica en estos años de Gobierno del Movimiento al Socialismo, MAS.

Siendo uno de los países más empobrecidos del mundo, se reconoce en el presente una fuerte distribución del ingreso, mejorando el índice de GINI, del 60,2% en 2005 al 43,6% del 2018.

La reducción de la pobreza y la mejora en la distribución del ingreso es un logro producto de transferencias realizadas a la mitad de la población, denotando un uso social de la renta apropiada por el Estado.

Por lo que la economía resuelve por un lado la acumulación y la distribución progresiva del ingreso. Un logro derivado de las decisiones soberanas en materia económica.

¿Cuánto más se aprovecharía este rumbo a contramano de la hegemonía mundial si los países vecinos se comprometieran en el mismo sentido? Lo que se ve es el cerco conservador y de derecha de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, y Perú.

Recuperar soberanía en el manejo de la política económica resulta estratégico, más en un tiempo con tendencias a la desaceleración y de reestructuración de las reglas de la “normalidad” en la dominación capitalista mundial.

Desacople

Las experiencias de cambio político operadas en la primera década del Siglo XXI en la región auguraban una agenda de transformaciones económicas, con propuestas muy interesantes en materia de integración productiva en alimentos, energía y finanzas, promoviendo una mayor relación comercial al interior de la región latinoamericana y caribeña, suspendida por la ofensiva conservadora de los últimos años, muy especialmente en Argentina y Brasil, que suman su estrategia a las de Chile, Colombia, Paraguay y Perú.

Con la situación de desaceleración de la economía mundial provocada por la guerra comercial entre EEUU y China, que escala en el ámbito mundial, lo mejor para los países dependientes sería el desacople de esa dinámica, buscando recuperar coordinación y convergencias de políticas económicas soberanas en una perspectiva de integración alternativa. Aún sin modificar las relaciones capitalistas de producción, suponen un primer paso para pensar en la transición contra el orden del capital.

El ejemplo de Bolivia, con política económica a contramano de la ortodoxia y la hegemonía de la corriente principal liberalizadora, otorga validez y actualidad a una concepción de desacople para transitar un rumbo de cambio económico, modificando la ecuación de beneficiarios y perjudicados.

Claro que el poder económico mundial y el actuante en cada país intentará por todos los medios impedir ese camino de transición. Es el costo necesario para resolver con independencia las necesidades insatisfechas de la mayoría de la población en nuestros países.

- Julio C. Gambina, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP

 

America latina en movimiento (ALAI) - 27 de agosto de 2019

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