Innovación y desarrollo
En América latina, región cuya condición de rezago en materia de ciencia y tecnología persiste en la actualidad, el concepto de innovación no debe circunscribirse unívocamente a la obtención de patentes, al desarrollo de tecnologías de punta o a la generación de transformaciones radicales en mercados de bienes y/o servicios. Por el contrario, cuando hablamos de innovación en el contexto latinoamericano es necesario observarla desde una perspectiva más amplia, que contemple eventos tecnológicos de menor novedad a nivel internacional pero de gran impacto para el desarrollo local. En esta línea, se ubican el desarrollo de capacidades de absorción, adopción y generación de tecnologías que no son de frontera pero que permiten importantes avances en términos de innovaciones incrementales de las estructuras productivas de los países de la región.
En Argentina, la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva permitió colocar al conocimiento como eje de un paradigma de desarrollo basado en el incremento de la intensidad tecnológica de los bienes y servicios producidos en el país. En la última década, el presupuesto nacional en ciencia y tecnología creció más de 13 veces, pasando de 784 millones de pesos en 2003, a uno de 10.246 millones de pesos en 2013. En este contexto, el Plan Argentina Innovadora 2020 plantea una agenda de oportunidades de desarrollo que impulsan la competitividad sobre la base del conocimiento científico-tecnológico y la innovación. Se trata de un objetivo de fundamental relevancia, cuya consecución se encara por primera vez de manera consistente y articulada con los objetivos generales de industrialización y de desarrollo.
La promoción de la innovación en el sector productivo es concebida como la clave para inducir transformaciones en la matriz productiva que habiliten mejoras en la productividad y que generen más y mejores empleos. Con este fin, desde el ministerio se ha impulsado el financiamiento a proyectos de innovación y modernización tecnológica en empresas, especialmente en las pymes, a través de diferentes modalidades de aportes reembolsables y no reembolsables. Es importante destacar el rol del Fondo Tecnológico Argentino (Fontar), que adjudicó aproximadamente 2000 millones de pesos entre 2005 y 2012 para el financiamiento de proyectos de innovación en más de 2200 pymes. Se promovió la generación de nuevas Empresas de Base Tecnológica (EBT), financiando desarrollos experimentales, infraestructura y aportando capital semilla para emprendimientos, apuntando a superar lo que Kantis y Angelelli señalan como las principales debilidades asociadas a la creación de EBT: la falta de financiamiento y la elevada exposición al riesgo por un lado, y la carencia en materia de recursos humanos calificados por el otro. En la actualidad existen 80 proyectos aprobados para la creación de nuevas EBT en áreas como la biotecnología aplicada a la salud, la bioingeniería, la agroindustria, la producción de nuevos alimentos, la industria del plástico, la generación de energías renovables y más de 760 proyectos adjudicados para la creación de nuevas empresas en el sector de la industria del software.
En materia de recursos humanos, el ministerio impulsó y financió la creación del posgrado de especialización para la formación de Gerentes Tecnológicos, profesionales capaces de conectar el mundo de la generación de conocimiento con el mundo de las empresas. En más de 20 universidades de todo el país se están formando más de 1000 especialistas en gestión tecnológica. Actividades como el apoyo a oficinas de vinculación tecnológica, rondas de tecnonegocios en las provincias, fortalecimiento de centros de servicios tecnológicos dirigidos al sector productivo y la creación juntamente con la UIA de la antena de vigilancia tecnológica e inteligencia competitiva, son algunas de las numerosas acciones con las que el ministerio impulsa la investigación y el desarrollo (I+D) en el sector productivo.
La decisión de generar nuevos mecanismos para que la ciencia sea aplicada a la resolución de problemas socioproductivos condujo a la creación, en el marco de su Secretaría de Planeamiento y Políticas, de las denominadas políticas orientadas, una nueva generación de herramientas a través de las cuales se asignan recursos para favorecer el desarrollo de áreas (nanotecnología, biotecnología y TIC) y sectores estratégicos para el país (la agroindustria, la energía, la salud, el ambiente y desarrollo sustentable y el desarrollo social). Los Fondos Sectoriales son el instrumento central de esta nueva política que apunta a dar respuesta a las necesidades, expectativas y demandas del Estado y la sociedad, y que al presente ha significado un salto cualitativo inédito en la vinculación del sistema público de I+D con el sector productivo. Hasta el momento, se conformaron 57 consorcios público-privados con la participación de más de 80 empresas traccionando una inversión privada superior a los 600 millones de pesos, en el marco de las prioridades establecidas por el Plan Argentina Innovadora 2020. Por ejemplo:
- Prodeman S. A. y El Zorzal S. A., asociadas a la UTN Villa María, invierten en la construcción y equipamiento de una planta para la generación de energía eléctrica a partir de cáscara de maní, actualmente considerado un residuo cuya disposición final habitual es la quema a campo abierto.
- Pymes del sector lácteo de Rafaela (Cassini y Cesaratto; Ricolact S. R. L., Vila SACI y Yeruvá S. A.) nucleadas por la Asociación Civil para el Desarrollo y la Innovación Competitiva Agencia Rafaela (Acdicar) y la Asociación de Pequeñas y Medianas Industrias Lácteas (APyMIL) junto al INTI, el INTA y la Universidad Nacional del Litoral, llevan a cabo un proyecto para la generación de nuevos productos como extracto de levadura, suero de ricota y permeado a partir del lactosuero.
- El consorcio integrado por la empresa PharmADN SRL, los Laboratorios ELEA Sacif y A., Romikin S. A., el INTI, la Universidad Nacional de Quilmes y el Instituto de Oncología A. H. Roffo, inauguró en junio de 2012 la primera planta en Sudamérica destinada a desarrollar anticuerpos monoclonales de uso farmacológico para el tratamiento de distintos tipos de cáncer y enfermedades autoinmunes.
- Producción nacional de palas para aerogeneradores de alta potencia en Cutral-Có, Neuquén, por la empresa ITP Argentina S. A., Invap S. E., junto a la Universidad Nacional de La Plata y la Municipalidad de Cutral-Có.
A su vez, existen grandes iniciativas privadas vinculadas a la I+D, como la de la cooperativa Sancor Seguros, que impulsa un ambicioso proyecto para desarrollo de un Centro de Innovación Tecnológica, Empresarial y Social (Cites) con el fin de generar un conglomerado de empresas satélites o spinoff de base tecnológica que redundarán en la creación de nuevos puestos de trabajo altamente calificados e ingresos económicos para la región. En el mismo sentido, la empresa Ceatsa de Bariloche, que surge de un acuerdo entre Arsat e Invap, invierte en proyectos correspondientes al área de satélites y radares, con el objetivo de brindar servicios de ensayos ambientales a diversas ramas de la industria y bienes de capital en general.
La creación de la empresa Y-TEC, una sociedad conformada por la empresa YPF con la participación accionaria del Conicet del 49 por ciento, apunta a generar y aplicar conocimientos en distintas áreas de la industria energética y ser referente internacional en la materia. En dos años, espera triplicar la dotación de científicos con 250 personas en los distintos grupos de investigación radicados en un edificio de 11.000 m2, en el cual habrá también un sector para grandes equipamientos y plantas piloto. Asimismo, se inauguró el Centro de innovación y desarrollo de tecnologías de la empresa 3M, que involucra una inversión de 60 millones de pesos para la construcción de un laboratorio de 1600 m2. Estos ejemplos son una muestra adicional de la consolidación de una tendencia: las empresas reconocen la capacidad de nuestros investigadores, ingenieros y técnicos, y por lo tanto comprometen de forma creciente recursos en I+D+i que acompañan el esfuerzo del Estado nacional. Este es el resultado de una política a largo plazo emprendida hace casi seis años con la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
El sostenimiento de este modelo en el tiempo permitirá colocar a la Argentina en la dinámica virtuosa del desarrollo basado en el conocimiento