La importación de alimentos no bajó los precios y amenaza a la producción local

Lorena Putero

El aumento de 5,9% en alimentos registrado en marzo dejó en evidencia los magros resultados conseguidos por la política de apertura de importaciones como única variable. En paralelo, sectores productivos como la yerba, la cebolla, el limón o el vino son puestos en peligro por una política que abre la competencia mientras desarticula las políticas públicas para pequeños productores y desregula el mercado.

Desde hace meses se multiplica la preocupación de productores respecto a la importación de alimentos, a partir de la política de apertura que el gobierno de Javier Milei aplica desde principios de 2024. Desde entonces, se registra un aumento en la diversidad de productos que se importan. Un tipo de importación que no es temporaria, algo que puede ocurrir por cuestiones estacionales o climatológicas como parte de una política estratégica, o de alimentos que no se producen en Argentina.

Si bien quienes abogamos por un consumo consciente creemos que hay que ir a un modelo de consumo de frutas y verduras de estación, la estrategia adoptada por el Gobierno rompe la lógica con la que se organiza la producción nacional y afecta directamente la industrialización de estos productos. Y, como muestran las cifras, no cumplió con la promesa de bajar los precios, que en marzo pasado tuvieron un incremento general del 3,7 por ciento y del 5,9 por ciento en alimentos, según publicó el Indec.

Como podemos ver en el Cuadro 1, encontramos alimentos que se producen en el país y registran un fuerte aumento en cantidad de toneladas importadas. Según la lógica de la medida adoptada por la gestión de La Libertad Avanza, dichos productos deberían estar más baratos en la actualidad o, al menos, no haber aumentado. Pero como podemos observar en en Cuadro 2, no todos los productos importados se corresponden con una baja en sus precios. Si bien excede a esta nota saber cuáles son las condiciones exactas de esta situación, indagaremos en algunos casos para entender una dinámica que excede la variable de la importación.

Un caso amargo, la importación y el precio de la yerba

Comencemos por el caso de la yerba mate. Una de las primeras medidas del Gobierno fue la desregulación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) en cuanto a su capacidad de fijar un precio mínimo de la hoja verde. Desde ese momento, cientos de miles de productores que disponen solo de su producción para vivir, y que además se puede arruinar de no venderse rápido, deben discutir con los distintos estamentos de una industria altamente concentrada. A dicha situación se sumó la autorización de importar hoja canchada.

En febrero, el INYM publicó un precio de referencia de 355,41 pesos por toneladas de hoja, mientras que los productores estaban recibiendo de los secaderos entre 190 y 210 pesos. Si este dato lo ponemos en diálogo con la pequeña caída del precio que observamos (Cuadro 2), en un contexto con una inflación acumulada del 8,6 por ciento en los primeros tres meses del año, según el Indec, se puede concluir rápidamente, y sin hacer muchas cuentas, que quienes subsidian la baja del precio son los productores. Entonces, la desregulación del sector trajo consigo un fortalecimiento del sector industrial que impone peores precios y condiciones a los productores.

Foto: Nicolás Pousthomis

Limón, cebolla y vino, tres casos testigo del modelo de importación

En el caso del limón, el precio siguió aumentado a pesar de la importación y se puede entender a partir de la escasez temporal por la temporada de cultivo. Algunos productos fluctúan su precios según la estacionalidad de la producción. Es el caso del limón que, seguramente, a partir de marzo tenga nuevamente una oferta abundante en Argentina. Pero la pregunta que surge ante esta situación es si existe una política de seguimiento de estos productos y si, ante la vuelta de la producción nacional, se controlará la entrada extranjera.

En caso de no controlarse, la sobreoferta de limones puede hacer caer el precio para los productores, una problemática que ya ha llevado a la desaparición de más de cien productores, desde 2019, y al cambio de uso de 15.000 hectáreas destinadas a otros cultivos, según afirma el presidente de la Federación Argentina de Citrus. En este caso, la importación no estabilizó el precio sino que suma mayor competencia.

Cosecha del limón

Foto: Pedro Scrouch

En el caso de la cebolla la situación es más contradictoria. Argentina es un país exportador de cebolla, con Brasil como principal destino. En el 2023, en un contexto de caída de la producción de Brasil, Argentina tuvo un lugar relevante como exportador. Sin embargo, en el último año hubo un fuerte crecimiento de la importación relacionado con la calidad del producto, según algunos expertos.

El problema es que la simple apertura de las importaciones no mejora las condiciones de calidad de la producción ni los canales de comercialización, sino que puede llevar a la quiebra de muchos pequeños productores y así aumentar la dependencia extranjera. Hablamos de un sector de producción fuerte en el sur de Buenos Aires y noreste de Río Negro que, en ocasiones, han tirado su producción por falta de ventas.

En el caso del vino sucede parecido a la yerba. Se importa vino a granel, esto quiere decir que la importación de vino afecta a los productores que antes vendían a grandes fincas, que ahora deciden envasar el vino que llega desde Chile. Los pequeños productores sufren un impacto directo en la capacidad de negociación de precios.

¿Y los riesgos de importar alimentos?

Excede a este análisis presentar un estudio profundo de las condiciones de producción de alimentos de nuestro país. Sin embargo, nos permite ver la necesidad de analizar la cadena productiva de cada alimento, las condiciones estacionales y los avatares climáticos antes de generar políticas para el sector. La estrategia universal del libre mercado con un Ministerio de Economía y su Secretaría de Agricultura proponiendo como única medida la libre importación de alimentos, al tiempo que reduce el sistema de créditos y quita el apoyo a pequeños productores, a través del desarme del Inafci y el desfinanciamiento del INTA , entre otras medidas perjudiciales, coloca a la Argentina a merced de todos los avatares de las distintas coyunturas.

Sumado a lo anterior está la situación de poner en riesgo las producciones locales. Los productores necesitar vivir de su actividad, por lo que la abandonan cuando no pueden sostenerla. Existirán quienes, por sus condiciones económicas, pasen de la producción a la importación y venta del producto importado en el mercado local. Mientras que los mas pequeños, como los productores yerbateros familiares, abandonarán la producción quizás perdiendo sus tierras sin un rumbo claro económico de cómo solventarse. En ambos casos, aumenta la fragilidad del sistema productivo argentino.

Foto: Nicolás Pousthomis

La importación indiscriminada, sin estrategia de por qué ni para qué ni por cuánto tiempo, pone en riesgo sectores productivos que en la actualidad son exportadores. También pone en riesgo la calidad de vida de los productores, sobre todo los más débiles, quienes tienen más dificultades para reconvertirse. Y pone en riesgo la soberanía alimentaria, ya que la pérdida de producción de sectores estratégicos podría dejar en manos extranjeras el acceso a bienes esenciales como la yerba o la cebolla.

Además, la pérdida de puestos de trabajo en zonas productoras tendrá impacto en los niveles de desempleo, pobreza y concentración de la tierra a niveles regionales. Cuando esto sucede nos encontramos con el desplazamiento de trabajadores a las ciudades, donde, en muchas ocasiones, no se pueden absorber la demanda de mano de obra.

Son muchos los riesgos de esta medida anacrónica de libre mercado aplicada por la gestión de La Libertad Avanza que, por el momento, muestra muchos riesgo y pocos resultados: una escasa caída del precio y el sostenimiento o mejora de la rentabilidad de los intermediarios a costa de los productores.

La soberanía alimentaria no es una ilusión romántica sino una estrategia para sostener la alimentación en momento de incertidumbre económica mundial. En países como la Argentina donde, muchas veces, hemos transitado procesos de restricción que hacen imposible la importación por la falta de divisas, es fundamental que no veamos a los alimentos sumados a esa complejidad.

 

Fuente: Agencia Tierra Viva - Abril 2025

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