La jefa les marcó la cancha a sus aliados
El ambicioso programa de gobierno que pondrá en marcha Bachelet a partir del 11 de marzo, día de la investidura, cuenta en sus grandes trazos con el beneplácito de los siete partidos de la Nueva Mayoría, coalición en donde conviven líneas más de izquierda, como el Partido Comunista (PC), y más conservadoras, como la Democracia Cristiana (DC), además de una formación más nueva, como Izquierda Ciudadana. La DC perdió a varias figuras emblemáticas en el Congreso, entre ellas Soledad Alvear, y los sectores del PC ganaron protagonismo duplicando sus bancas, incluyendo a la ex líder estudiantil Camila Vallejo.
A diferencia de su primer mandato (2006-2010), cuando arribó a La Moneda con la lógica de un gabinete con paridad de género, esta vez Bachelet no garantizó que se reitere esa tónica. “Los símbolos también importan, pero no siempre usted encuentra mujeres en algunas áreas o no siempre encuentra hombres en otras áreas. Lo más importante es que estén comprometidos con Chile”, aseguró la ganadora del ballottage el domingo.
Bachelet dejó en claro que va a fijar los criterios de selección de su equipo, y su norte es que sean los más adecuados. Evitó así responder a la pregunta de qué le parecían las declaraciones de Carlos Larraín, presidente de Renovación Nacional. Larraín había dicho que estaba dispuesto a sumarse al gabinete para “neutralizar a algunos sectores extremos”. Ese fue el tono que usó la candidata Evelyn Matthei durante el segundo tramo de la campaña, pero no pudo remontar la abrumadora ventaja de Bachelet. La derrota de Matthei estuvo cargada de peso simbólico: la más derrotada fue la derecha pinochetista.
Es que los más ultras insistieron hasta el hartazgo con el fantasma que representa la incorporación del Partido Comunista al gobierno y los peligros de instalar una Asamblea Constituyente, como en Venezuela o Bolivia, que vehiculice las grandes promesas. Una campaña esgrimida desde los medios de comunicación hegemónicos. El diario La Tercera publicó ayer una columna de Alvaro Vargas Llosa en la que el hijo del Nobel advertía: “Bajo una presidenta Bachelet decidida a correr dos pasos por delante de esta nueva sociedad exigente, la lista de reformas podría convertirse en el caballo de Troya del populismo latinoamericano”.
De las tres reformas más mencionadas por Bachelet –constitucional, educativa, tributaria–, la primera parece ser la madre de todas las batallas. Aún se desconoce si el mecanismo para generar una nueva Constitución será a través de una Asamblea Constituyente o por la vía legislativa. El sociólogo Tomás Moulian señaló a esta enviada que cree que el futuro del nuevo gobierno se va definir en la elaboración de una a nueva Carta Magna. “El camino más sensato es la Asamblea Constituyente y el menos participativo, la reforma de la Constitución actual. Sería muy importante que el país discutiera el nuevo texto, elaborara el nuevo sistema político, eliminando las claúsulas que proceden de la Constitución de Pinochet. Eso significaría una profundización de la participación política de la ciudadanía y que las personas no hablen sólo en las elecciones.”
En su opinión, aún no está claro cómo actuarán las distintas fuerzas que integran la Nueva Mayoría. “Va a existir una tensión entre los sectores que quieren sacar adelante un proyecto progresista, que exigen un cambio del sistema político, y aquellos que se queden a medio camino.”
El profesor de la Universidad Arcis puso el foco en dos partidos: la democracia cristiana y los comunistas. “Será interesante ver cómo la democracia cristina se alinea en el bloque, inclusive mostrando un faceta populista. Creo que los comunistas van a ser una fuerza progresista. Aunque podrían mostrar una cara más moderada, algo así como el realismo comunista.”
Ante ese interrogante, el presidente del PC, Guillermo Teillier, ensayó una respuesta. “Nuestra cara tiene que ver con el cumplimiento del programa que apunta a hacer reformas profundas. Todos los partidos hemos acordado cumplirlo, aquí no hay espacio para mayor radicalización o derechización. ¿Izquierdización? Tampoco.” Además, hizo hincapié en la unidad del bloque. “El éxito del programa dependerá de cómo actuemos en unidad. Empieza la etapa más difícil.”
En este contexto, será clave el reparto de ministerios dentro de la coalición, aunque también se prevé la incorporación de algunos perfiles más técnicos. Según trascendidos de prensa, el economista del Partido Socialista Alberto Arenas es señalado como posible ministro de Hacienda; el militante del PPD (Partido por la Democracia) José Goñi podría ocupar la Cancillería, aunque también suena para ese cargo Alvaro Elizalde, vocero socialista. Para los ministerios de Defensa e Interior el más mencionado es el nombre del representante de la DC, Jorge Burgos.
Pero más allá de las lucubraciones, Bachelet aclaró, por si hiciera falta, quién es la piloto. “Las decisiones las voy a tomar yo, no sólo del gabinete. La coalición que me apoya es una cosa, la constitución del gobierno yo la voy a decidir. Estamos todos en plena armonía. Y tenemos mayoría en el Congreso.” La líder socialista tenía previsto reunirse con representantes de la Iglesia y las Fuerzas Armadas.
Página/12 - 17 de diciembre de 2013