La lógica china

Néstor Restivo

Argentina acordó con el gigante asiático una refinanciación del swap vigente. Alivio en Buenos Aires y expectativas en Beijing por un cambio en la relación bilateral. El rol del FMI.

China decidió no romper puentes con Argentina (país del que importa productos esenciales para su cotidianeidad como soja, carnes, minerales y energía) y habilitó un acuerdo por el swap que vencía en estas semanas y complicaba las frágiles finanzas del Gobierno de Javier Milei. Ahora espera un gesto de Argentina, acaso un viaje presidencial, que circuló extraoficialmente tras el anuncio, pero no fue confirmado (ni desmentido), el jueves, por el vocero Adorni. Desde Casa Rosada algunos lo dieron por cierto.

Lo de China es una decisión geoestratégica, que no tiene que ver con masoquismo ante los desatinos del libertario y sus funcionarios contra el gigante asiático, sino con la lógica de la política exterior china. Para el poder que encarna Xi Jinping, América Latina, y Argentina en lugar destacado, es un cuadrante importante hoy agitado por las presiones que trata de imponer Estados Unidos, decidido a empujarla de allí, de lo que considera su «patio trasero». Milei es el principal experimento de la inteligencia, la nueva derecha y las fuerzas armadas estadounidenses en el Cono Sur, pero China no se dejará amedrentar, y otea, como siempre, el plazo largo.

El acuerdo al que llegaron los bancos centrales de Argentina y China es sobre el tramo del swap (intercambio de monedas entre los bancos centrales de ambos países) que vencía en las próximas semanas, con un primer segmento de 2.900 millones dólares y otro poco después y con el cual se completaban casi 5.000 millones, lo que estaba generando zozobra dada la debilidad argentina en materia de reservas monetarias.

Lo convenido establece que el BCRA reducirá gradualmente el monto activado del swap durante 12 meses. De esta manera, y coincidiendo con la fecha de vencimiento del acuerdo vigente de swap de monedas, luego el tramo mencionado se desactivará por completo a mediados de 2026. En definitiva, Argentina no tendrá que pagar ahora ni durante un año esos 5.000 millones usados del swap.

Fueron semanas de muchas negociaciones secretas que coronó, el miércoles a la mañana, el mismo día frenético de la votación de la llamada «Ley Bases» en el Senado, una reunión entre el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, con el embajador chino en Argentina, Wang Wei.

Se supo además que en el marco de las negociaciones que se llevan adelante con el Fondo Monetario Internacional (FMI), este intervino en favor de un acercamiento de las partes. Básicamente, habría presionado para obligar a Argentina a cerrar un acuerdo con China si quiere avanzar en otro más amplio con el FMI.

Y Beijing seguramente espera que, ante este gesto que presupone una decisión geopolítica, Argentina modifique la actitud no amistosa que tuvo en varias cuestiones desde que asumió Milei, así como en materia de inversiones que no han avanzado.

El presidente argentino, primero en campaña y luego en Gobierno, repudió la relación con China, pese a ser no solo la segunda economía mundial sino el primer socio comercial (a la par de Brasil) de Argentina.

Dijo que «no negociaría con comunistas», no estableció relaciones acordes al rol del país asiático respecto del nuestro, desechó la invitación de formar parte de los BRICS+, puso en duda inversiones científicas en nuestro suelo, aceptó candorosamente presiones de Estados Unidos sobre ellas, coqueteó con Taiwán y su canciller Diana Mondino, alineada desde luego con todo ello, tuvo acciones y declaraciones desafortunadas hacia China y los chinos.

Reservas

Por un lado está el swap que renovó el Gobierno de Alberto Fernández en 2023 por tres años, es decir, que vence en 2026. El primer «intercambio de monedas» entre el BCRA y el Banco Popular (central) de China fue en 2009-2012. Luego hubo uno en 2014, que fue renovándose hasta la actualidad, y que totaliza, en yuanes, el equivalente a unos 18.000 millones de dólares y forma parte de las reservas monetarias.

Por otra parte, y esto es lo que urgía en este mes, hay 5.000 millones de dólares que son parte de aquel paquete y que Argentina utilizó efectivamente durante el año pasado para pagar importaciones, vencimientos de bonos públicos y deudas con el FMI. Es lo que estaba por vencer entre fines de junio y principios de julio. Para un Gobierno flojo de divisas, y con un cuadro económico crítico por donde se lo mire, era un tema candente que estaba generando todo tipo de especulaciones y movimientos negativos en los mercados estos días.

Los swaps no son un crédito a pagar mientras no se usen, solo están como refuerzo de las reservas, pero se gatillan como un préstamo y con tasas de interés –aunque menores a las del FMI, por ejemplo– una vez que se ejecutan, como hizo Argentina durante la gestión de Sergio Massa en Economía. La idea del Gobierno de Milei fue siempre renegociar el repago de ese tramo de 5.000 millones. Con esa intención viajaron en abril a Beijing la canciller Mondino y funcionarios de Economía y del BCRA. En ese momento no hubo acuerdo, pero las tratativas siguieron hasta esta semana, cuando ocurrió el anuncio de alivio.

Encuentro. El 30 de abril, en Beijing, la canciller Mondino junto con funcionarios argentinos se reunieron con autoridades chinas.

Foto: NA
China reclama otra actitud de Argentina. Desde hace décadas, todos los presidentes anteriores tuvieron diálogo directo con el primer mandatario chino de turno. Pero la obcecación de Milei por «los comunistas» hasta ahora lo ha impedido. ¿Habrá viaje a Beijing?

La diplomacia china tiene sus vericuetos. Hace un poco más de 200 años, el enviado británico a la corte imperial de la Ciudad Prohibida se hizo famoso porque, ofuscado y sin querer aceptar las normas de rigor, debió esperar una audiencia más de tres meses. Al cabo, el sexto emperador de la dinastía Qing, la última de las muchas que tuvo China, y que caería en 1911 para dar inicio a la era republicana, se dignó a recibir sus ofertas y le dijo que no necesitaba nada de eso. La historia se conoce: algunas décadas después, el Reino Unido entró igual a China a los cañonazos, en la guerra del Opio. La China actual no tiene nada que ver con la dinástica, pero algunas cuestiones de la política exterior mantienen un protocolo y una mecánica que debe conocerse.

Solo para hablar del último gobierno argentino antes del de Milei (y escenarios similares se dieron desde el de Néstor Kirchner hasta el de Mauricio Macri): el titular del BCRA, Miguel Pesce, viajó tres veces a China y habló cinco con su par del Banco Popular, además de enviar varias notas. El ministro Massa viajó también, habló con su par y le escribió cartas. El propio presidente Alberto Fernández cruzó dos veces el planeta, tuvo cuatro encuentros directos con Xi, incluyendo cumbres internacionales, le escribió más de diez cartas y hablaron por teléfono por lo menos en cinco oportunidades. En comparación, la administración Milei, que viajó cuatro veces a EE.UU., apenas envió una sola vez a la canciller junto al secretario de Finanzas Pablo Quirno (ni siquiera al ministro Caputo) y al titular del BCRA, Santiago Bausili.

Debe entenderse, además, que el Banco Popular chino tuvo con Argentina una acción extraordinaria al habilitar esos 5.000 millones, un monto bastante alto e inusual en swaps, un mecanismo de intercambio de monedas que no pasa por lo ideológico, como ve todo Milei: China lo tiene con países de todo tipo de gobiernos o regímenes, desde alrededor de 40 con países «emergentes» como el nuestro hasta con otros más desarrollados como Corea del Sur o Canadá.

Cerca del abismo

Ese forzamiento de las normas internas del banco central chino fue por la consideración que tiene Beijing hacia la economía argentina, donde hace años apuestan por su potencial productivo, y porque luego de varios gestos (la firma de la Asociación Estratégica Integral, asociarse al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura con sede en Beijing, aceptar ser miembro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y finalmente integrarse al BRICS+, lo cual luego fue rechazado por Milei) formaba parte también de una estrategia china que entre otros objetivos tiene el de internacionalizar su moneda, el renminbi, popularmente conocido como yuan. Rechazar o poner en bajísima intensidad la relación bilateral y sus instrumentos eje no permite avizorar que vaya a profundizarse la relación con China, más allá de este acuerdo por el swap. Más bien hay una disminución de la importancia de ese vínculo: en materia comercial, los últimos meses China cayó al cuarto lugar en intercambio, cuando era número 1 a la par de Brasil en los últimos años.

En todo caso, China no quiso poner a Argentina en el abismo, no es su estilo. Y aguardará alguna concesión del Gobierno Milei.

 

Fuente: Acción - Junio 2024

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