Las siete plagas en el Delta

Esteban Magnani


El desarrollo de cianobacterias capaces de producir toxinas en el Delta del Paraná puede afectar la llegada de turistas de quienes depende buena parte de la actividad isleña. El caso es un buen ejemplo de cómo el desequilibrio ambiental que produce un sector repercute en otros.

Luego de ocho meses de parálisis, el Delta del Paraná vuelve a respirar. Sus cerca de 20.000 habitantes pasaron un invierno durísimo, con un servicio de transporte reducido y sin los turistas que resultan fundamentales para la economía, sobre todo en la primera sección. En las últimas semanas de noviembre resurgió algo de la antigua normalidad: paseos en catamarán, bares abiertos, cabañas alquiladas, gente remando y más.

Todo indica que en el verano se reforzará este proceso y el Delta, por su cercanía con CABA y su baja densidad poblacional, estará entre los lugares más elegidos para pasar el verano. Según un informe de la plataforma turística Booking, Tigre, uno de los municipios que nuclea más islas con desarrollos turísticos, ascendió del lugar 49 al 4to puesto como favorito para estas vacaciones solo por detrás de Bariloche, CABA y Mar del Plata. 

Los cálculos extraoficiales indican que cerca de 10.000 personas viven del turismo y luego de tantos meses de encierro y falta de ingresos necesitan la llegada de visitantes como si fuera oxígeno. Sin embargo, con la pandemia aún en el horizonte, el Delta está sufriendo la floración masiva de cianobacterias, algunas de las cuales pueden producir toxinas peligrosas para la salud.

Manchas verdes

En las últimas semanas se multiplicaron las manchas verdes en las márgenes del río y en las superficies. Este es un indicador de la floración masiva de cianobacterias, seres unicelulares capaces de producir unas toxinas peligrosas para la salud, sobre todo del hígado, y que afectan en especial a niños y mascotas. 

Como explica el doctor en Biología Luciano Iribarren, miembro del Observatorio de Humedales del Delta, "ya se demostró que la mancha es un indicador de la cianobacteria responsable de la toxina, pero no es seguro que se esté produciendo. La toxina aparece en situaciones de estrés o determinadas condiciones. Por eso hay que monitorearla permanentemente". 

Una vez en el agua puede ser ingerida y acumularse en especial en aquellas personas que están en contacto frecuente con el río, un problema grave para los isleños. Además, como se encuentra en el interior de la bacteria, al usar cloro u otro bactericida, la toxina se libera en el agua.

"Las cianobacterias no las inventamos nosotros, sino que que existen casi desde el origen mismo de la vida y son las responsables de que hoy existan las plantas y algas", explica Iribarren. "Lo que es poco frecuente es que se expandan tanto como está ocurriendo en la cuenca del Paraná. Eso sí tiene que ver con la intervención humana. En este caso está bastante claro que influyó el nitrógeno de los fertilizantes y las consecuencias ecológicas del desmonte".

Fertilizantes

En estos últimos años aumentó de manera acelerada el uso de fertilizantes que en 2019 llegó a las 4,6 millones de toneladas, que se usan "sobre todo en etapa de siembra, como ahora. Hace unas semanas, luego de los incendios intencionales del Delta se dieron fuertes lluvias que seguramente arrastraron cenizas del incendio y gran cantidad de agroquímicos, lo que permite suponer que aumentó la cantidad de nutrientes en el agua", indica el especialista.

Al aumento de sustancias orgánicas se suma la bajante record del Paraná que incrementa la proporción de elementos orgánicos y reduce la renovación del agua.

La presencia del fenómeno en el Delta no debería ser una sorpresa. Su presencia ya había sido detectada cianobacterias-delta-parana-rio-de-la-plata-toxicas-ines-ofarrel">río arriba: "Las represas favorecen la proliferación de estas cianobacterias que luego van bajando por el río y se reproducen donde encuentran las mejores condiciones", explica Iribarren.

Contaminación

Si bien de momento los estudios no demuestran la presencia de las toxinas, es de esperar que aparezcan sobre todo cuando aumente el calor. Por eso las autoridades piden a la población que no se acerque al agua verdosa ni la utilice con fines higiénicos, algo prácticamente imposible para los isleños, sobre todo en la segunda y tercera sección del Delta que ni siquiera accede a la distribución de agua potable que inició AySA en los comienzos de la pandemia. 

Las expectativas sobre un enorme aumento del flujo turístico hacia las islas este verano podría profundizar el problema porque los efluentes cloacales en general van a cámaras sépticas que pueden desbordarse y filtrar parte de sus contenidos.

Los humedales podrían procesar al menos parte de esa materia orgánica y transformarla en nuevas plantas reduciendo el daño, pero justamente han sido víctimas de incendios y proyectos inmobiliarios que reducen su extensión. Estas limitaciones para que la naturaleza cumpla su ciclo pueden reforzar el proceso de eutrofización (exceso de nutrientes en el agua) que ya se venía dando.

Por eso diversas agrupaciones isleñas pelean por un uso respetuoso del ambiente en el que viven. Lucas Steinhardt, especialista en turismo ecológico y miembro de la Cooperativa de turismo comunitario Igarapé Delta, plantea que quienes quieren llevar adelante un turismo sustentable, "sufren el extractivimo del turismo del Delta y de los grandes proyectos inmobiliarios. Estamos en constante litigio con esos monstruos que no benefician a la población isleña y destruyen el ecosistema". 

A diferencia de los empresarios que vienen de afuera, los habitantes de las islas no puede irse a otro lado y pagarán las consecuencias con la salud propia y de sus familias. "Nosotros venimos luchando hace años por la contaminación que trae el Reconquista. Esto no es nuevo", cierra Steinhardt.

Por otro lado, el efecto dominó de la cianobacteria no se detiene con el turismo, si no que afecta a otras industrias menos visibles de la economía popular como ocurrió con los pescadores artesanales que debieron detener la actividad.

Ecosistema

El pronóstico indica que, por la escasez de lluvias y la bajante del Paraná, la cianobacteria seguirá presente todo el verano. 

Luis Cancelo, Director del plan de manejo del Delta cuenta: "Salimos con gente del ADA (Autoridad del Agua de Provincia de Buenos Aires) a tomar muestras dos días seguidos. La presencia de algas es real, es fuerte en todo el corredor del Paraná". Estos estudios permitirán monitorear la presencia de toxinas, algo que deberá sistematizarse de manera similar al seguimiento de la covid-19 en la población. También se están estudiando métodos de purificación del agua que den alguna garantía, pero es todo aún muy incierto.

Tal vez lo peor es que, si los factores estructurales se mantienen, el fenómeno volverá más fuerte en el futuro. El planeta es un entramado de ecosistemas que funcionan en red, con conexiones específicas y no siempre visibles. Gracias a los investigadores se puede ver no solo lo que un modelo productivo da, sino también lo que quita. Si no se sientan todos los sectores en una misma mesa es difícil que se produzca un resultado equilibrado. Como dice Cancelo al igual que otros especialistas, "resulta imprescindible discutir el modelo productivo nacional".

 

Suplemento CASH de Página/12 - 22 de noviembre de 2020

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