“Necesitamos formar técnicos para industrias que requieren automatización, biotecnología y ciencia de datos”
El científico Diego Golombek dirige el Instituto Nacional de Educación Tecnológica del que dependen las casi 1.700 escuelas secundarias técnicas que hay en el país. En esta entrevista, contestó preguntas de estudiantes, docentes y especialistas interesados en conocer cómo se piensa a futuro la educación técnica. Para el biólogo y ahora funcionario es indispensable que haya más relación entre las escuelas y el mundo industrial y productivo que las rodea.
Diego Golombek es un científico gestionando educación y eso se nota. No tiene respuestas cerradas como la mayoría de los funcionarios con años en la política, no duda en decir que no sabe, que tendría que pensar ese tema, que hay que experimentar y que hay publicaciones científicas que avalan una decisión. Es doctor en Ciencias Biológicas, divulgador científico y, desde diciembre de 2019, dirige el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) que funciona dentro del Ministerio de Educación de la Nación.
De él dependen, en parte (porque las escuelas son gestionadas desde las provincias y la ciudad de Buenos Aires), cerca de 1.700 secundarias técnicas repartidas en las 24 jurisdicciones del país. A ellas van 745.727 estudiantes que cursan alguna de las 22 especialidades que ofrecen. También unos 174.000 estudiantes que se están formando como técnicos superiores (cursan carreras cortas en universidades o institutos provinciales) y unos 338.700 en formación profesional (toman cursos de pocos meses que les permiten preparar, actualizar y desarrollar sus capacidades para el trabajo, cualquiera sea su situación educativa inicial).
Lamenta que la pandemia no le haya permitido avanzar en dos aspectos en los que quiere dejar su impronta. Uno es crear nuevas especialidades en las escuelas técnicas, que contemplen las ciencias y tecnologías más recientes, en lo que espera que se involucren las universidades. También quiere que tanto las especialidades tradicionales como las nuevas estén mucho más en sintonía con el sector productivo.
Sin embargo, para Golombek el saldo que deja la pandemia no es del todo negativo cuando se tiene en cuenta que Argentina es un país federal y que eso significa que para implementar una política nacional hay que acordar su aplicación con las 23 provincias y CABA. Así lo explica: “Este tiempo complicado que atravesamos permitió mayor relación federal, escucharnos mucho más y avanzar en conjunto. Fue muy necesario durante la pandemia tomar decisiones consensuadas. Es decir, hoy hay más diálogo con las jurisdicciones, trabajamos más en equipo”.
—La pandemia también visibilizó la necesidad de que personas con experiencia y conocimientos puedan desarrollar soluciones basadas en la ciencia. ¿Entre ellos están los técnicos y las técnicas (ya que muchas veces son quienes aplican esos desarrollos)?
—Absolutamente. Los técnicos tienen un rol muy importante y desde afuera eso no se sabe. No se conoce el rol del técnico en estos procesos, en las industrias, en las soluciones. Por supuesto esto no impide que sea propedéutico, que un técnico siga estudiando y sea ingeniero o ingeniera. Pero ya el técnico tiene saberes profesionales que le permiten aplicar determinadas soluciones, tiene un universo que le permite moverse por determinados lugares y solucionar problemas.
—Hace unas semanas, el presidente de Toyota, Daniel Herrero, advirtió que se les hace difícil reclutar jóvenes para puestos en la automotriz por la sencilla razón de que no tienen el secundario completo y aquellos que sí obtuvieron el título muestran falencias graves, por ejemplo, en comprensión lectora. Teniendo en cuenta el rol importante de los técnicos y las técnicas reconocido antes, ¿qué análisis hacen de esa declaración?
—Nos sorprendieron muchísimo las declaraciones de Herrero pero creo que no hay que escapar a ese debate. Nos sorprendieron porque justamente Toyota es una mega empresa que articula muchísimo con nosotros, con el sector técnico, con el INET, con la provincia de Buenos Aires. Es de las empresas con las que más trabajamos. Hacen prácticas profesionalizantes, tienen su propia formación profesional y estamos hablando para desarrollar juntos un laboratorio de electromovilidad, que es lo que se viene para las autopartistas. Además, Toyota tiene toda una filosofía del orden en el lugar de trabajo que es extraordinaria y las enseña en escuelas. Participa mucho en el programa Crédito Fiscal —a través del cual las empresas financian a las escuelas al elegir que parte de sus impuestos se destine a ellas—. Pero más allá de la sorpresa es una discusión interesante. Por supuesto, no es cierto que falten 200 personas capacitadas y con título técnico. Esa es una exageración sacada de contexto. Hay un análisis que hizo (el profesor de la Universidad Torcuato Di Tella) Mariano Narodowski desde Argentinos por la Educación que está muy bien. Él dice que en cierta manera lo que se está discutiendo es un problema de movilidad social. Si las cosas están mejor, estamos dando más oportunidades para que chicos y chicas hagan carreras universitarias y no se queden con la tecnicatura. Entonces, si te cuesta tanto encontrar técnicos que quieran entrar ya a la industria, entre otras cosas puede ser porque quieren hacer estudios superiores. Y los estudios superiores no son compatibles con los turnos rotativos que exige una autopartista.
—Narodowski en ese informe también menciona que quienes no siguen la universidad y podrían estar interesados en ese empleo no se están recibiendo porque son estudiantes en situación de mayor vulnerabilidad socioeconómica...
—Tenemos que admitir que las trayectorias en las técnicas no son las ideales, ni mucho menos. La escuela técnica es muy demandante, tenés más años y más carga horaria. Eso implica que te lo banques, que te guste, que tengas las condiciones familiares para hacerlo. Muchos pibes y pibas en determinado momento no pueden seguir cursando doble turno, necesitan recibirse e ir a trabajar. Pero que no se reciban en la técnica no quiere decir que no terminen el secundario, muchos pibes se pasan al secundario orientado porque necesitan terminar. A su vez, también hay que considerar que las trayectorias en escuelas técnicas se dilatan más: si vos alargás el tiempo hacia los 20 años, ves que se reciben muchísimos más. Pero vuelvo al dilema con Toyota: tenemos técnicos muy bien formados, recibidos, que obviamente van a requerir una formación adicional específica de la empresa y eso Toyota lo hace muy bien. Lo que es posible es que por esta cuestión de movilidad social no haya tantos en Zárate —donde ha mejorado mucho la calidad de vida—. Por otro lado, tenemos que trabajar en mejorar las trayectorias para que más se reciban.
Estudiantes en un taller de la Escuela de Educación Técnica Nº 3118, Salta / Foto: Ministerio de Educación de la Nación
—¿El país necesita más técnicos y técnicas? ¿Por qué?
—Se necesitan muchísimo y distintos, por varios motivos. Primero hay que decir que incluso en pandemia ves a los pibes que se están recibiendo de maestros mayor de obra, electromecánicos, químicos y están bien formados. Pero después hay industrias nuevas que requieren automatización, manejo de ciencia de datos, biotecnología y necesitamos formar técnicos para esos sectores. Las empresas que están haciendo vacunas toman a un técnico químico y le tienen que enseñar qué es la biotecnología. Creo que estamos listos para que haya una secundaria técnica con especialidad en biotecnología, ciencia de datos, sustentabilidad, cosas que cuando se creó la ley o se inventaron las especialidades actuales no estaban.
Para la entrevista con Golombek, pedimos preguntas a estudiantes, docentes, directivos y especialistas que abordan la educación desde distintos ángulos. Personas que comúnmente nos ayudan a pensar coberturas, nos cuentan problemas y soluciones que se dan en las instituciones educativas, nos acercan investigaciones y documentos.
—Agustín Claus es profesor de Economía de la Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y su pregunta se relaciona con lo que hablamos antes: ¿La enseñanza técnico profesional está en condiciones de satisfacer las demandas laborales del sector económico y productivo del país?
—Está en condiciones, pero aún nos falta. La empleabilidad se incentiva con mayor articulación entre la escuela y el mundo productivo, y acá noto que pasa algo parecido a lo que viví en mi vida de científico. Cuando yo estudiaba ciencias, pasarse a la industria era ser un traidor. Y hay algo del no mirar para afuera, que —voy a generalizar— es muy claro en la ciencia: yo estoy en mi laboratorio y no me molesten con lo que pasa en la industria o la sociedad. Y algo de eso pasa en la escuela técnica, que en general es muy endogámica en algunos aspectos. Al mismo tiempo, la industria tampoco se mete en la escuela para charlar.
—¿Tratan de incentivar esa relación desde el INET?
—En el INET creamos la Dirección Nacional de Educación, Trabajo y Producción, que entre otras cosas reúne a docentes y directivos de la técnica con empresarios o personas que trabaja en las empresas para que empiecen a charlar sobre cuáles son las demandas y cómo acercamos la oferta y la demanda. También promovemos que en la misma empresa se haga formación profesional, estamos hablando con industrias textiles y de energía para que haya un espacio dentro de la planta para formar a la gente. Esto lo estamos haciendo con industrias grandes.
—Celina Boretti, orientadora escolar de la primaria Nº25 “Ricardo Güiraldes”, del partido bonaerense de San Martín, pregunta si existe alguna política de articulación que contemple la inserción laboral de los egresados de las escuelas técnicas en pymes.
—En las pymes que tienen 10 o 20 personas es más complicado. Las pymes participan mucho menos de las prácticas profesionalizantes que las empresas grandes y es lógico; muchas veces no tienen espacio para incorporar a 5 estudiantes, no tienen tiempo ni espacio para formarlos. Pero tenemos que ver de qué manera pueden incorporarse. Para empezar, con la Fundación Observatorio Pyme estamos haciendo un mapeo que permita a las escuelas conocer las industrias que tienen alrededor porque, en general, no las conocen todo lo bien que deberían, no saben cuáles están en condiciones o tienen el deseo de tomar a pibes para las prácticas profesionalizantes. Y acabamos de presentar los C4, en el marco del Programa Nacional de Ciencia y Tecnología en la Escuela.
—¿Qué son los C4?
—Son Centros Educativos de Innovación Tecnológica o para la industria 4.0, básicamente son reflejos del INET en las provincias, pero temáticos. La idea es que estos centros promuevan formaciones de acuerdo a los objetivos productivos de cada provincia, cosa que no vemos que se esté dando. Por ejemplo, La Rioja quiere ir hacia lo textil, por lo que va a necesitar personas formadas en industria 4.0 aplicada a lo textil, o sea automatización, nuevos materiales, ciencia de datos, inteligencia artificial. Lo mismo pasa en Chaco con la industria forestal, en Tucumán con alimentos, en Córdoba con la industria satelital. Empezamos a construir los primeros 6 centros este año para que abran en 2021 y la idea es llegar a 24.
—¿Qué podrán hacer concretamente en esos centros?
—Podrán ir estudiantes a hacer sus prácticas profesionalizantes, podrán darse cursos superiores o formación profesional. También queremos que sean lugares donde se junten las cámaras industriales, los sindicatos y las escuelas técnicas con el eje puesto en el desarrollo productivo que busca lograr esa provincia promoviendo las nuevas tecnologías. Es decir, en textil no vamos a enseñar corte y confección o telares porque ya se hace y se hace bien. Pero veamos si hay nuevos telares controlados automáticamente o por inteligencia artificial, si hay nuevos materiales de nanotecnología aplicados a lo textil. Por supuesto, para que funcionen se necesita del acompañamiento de las provincias, las cámaras y los sindicatos.
"Si la educación sufrió mucho con la pandemia, la educación técnica sufrió más", dice Diego Golombek / Foto: Stella Bin
—Además de relacionarse con la comunidad y las empresas, las escuelas necesitan de una infraestructura adecuada para funcionar. Si bien en parte esa infraestructura depende de las jurisdicciones, el INET dispone de financiación para mejorarlas. En ese sentido, Diego Viola, vicerrector de la Escuela Técnica Raggio, de CABA, preguntó: ¿Cuándo se reactivarán los planes de mejoras institucionales (transformación tecnológica y actualización de equipamiento) y la línea de Crédito Fiscal (que permite que las empresas deriven sus impuestos a una acción educativa)?
—Está buenísima la pregunta porque visibiliza el problema de comunicación que tenemos nosotros. Porque los planes de mejora institucional se están realizando. Lo que nos pasa también es que tenemos que mejorar la articulación entre las jurisdicciones y las escuelas. Todo el tiempo estoy firmando planes que se desarrollan en las provincias y planes para mejoras en las escuelas. Pero evidentemente no llegamos a la escuela todo lo que debiéramos llegar, eso denota una falta de comunicación entre las instituciones y la jurisdicción. Respecto a Crédito Fiscal, está abierto el programa pero evidentemente no estamos comunicando bien.
—La escuela técnica se caracteriza por el hacer, un reto que se suma al que deben enfrentar todas las escuelas en la virtualidad. Observando este aspecto, Alejandro Morduchowicz, especialista en Educación del Banco Interamericano de Desarrollo, preguntó: ¿Qué desafíos deberá enfrentar la educación técnica de cara a la pospandemia?
—Si la educación sufrió mucho con la pandemia, la educación técnica sufrió más porque los talleres son fundamentales para la educación técnica y estuvieron cerrados gran parte del año pasado en la mayoría de las jurisdicciones. Las veces que hubo atisbos de posibilidades de presencialidad, la verdad es que las escuelas los aprovecharon de la mejor manera posible. En ese sentido, me parece que un aprendizaje sobre el que se podría avanzar a futuro —y que algunas jurisdicciones y escuelas tomaron más que otras— es lo que se denomina Aprendizaje Invertido, que para la técnica es muy interesante. Dar los contenidos teóricos fuera de las aulas y dedicarle con mucho ahínco el tiempo presencial a los talleres es algo que podemos incorporar. Claro que eso implicaría que la mayoría de los chicos y chicas estén en los talleres y no es posible. Pero hay que encontrarle la vuelta porque algo de eso hay.
—Wanda Pascual, presidenta de la Mesa Federal de Centros de Estudiantes Secundarios (MEFECES), pregunta: "¿Cómo se piensa garantizar que todxs tengan los materiales necesarios para los talleres, pero también computadoras y conectividad cuando muchos todavía estamos cursando de manera virtual?"
—La educación técnico-profesional tiene una distinción con respecto al resto de las secundarias, que es que tiene una ley que la dota de un financiamiento, que de cumplirse la ley sería del 0,2% de los gastos corrientes del presupuesto nacional. Nosotros heredamos un presupuesto de menos de la mitad: 0,08%, lo aumentamos y tenemos el compromiso del ministro de alcanzar ese 0,2%. Insisto, es mucha plata que permite ejecutar obras y permite equipar talleres y laboratorios. Con lo cual, la parte de la presencialidad no digo que esté totalmente cubierta, pero no estamos mal. Recorrés las escuelas técnicas en el país y están bien, son muy dignas, muy orgullosas de lo que tienen adentro. Eso, por supuesto, no garantiza la posibilidad del aprendizaje a distancia: conectividad, computadoras, etcétera. Ese es un problema que desnudó la pandemia y al que se aplicaron paliativos, no soluciones completas. Por ejemplo, volver a entregar computadoras, que comenzó por las escuelas más vulnerables que no son las técnicas, ni las agrotécnicas pero que en algún momento va a llegar a las técnicas porque es un plan universal. Otro paliativo fue que el acceso a determinados contenidos no consumieran datos. Pero el problema de conectividad excede a la educación y sabemos que no tener garantizada la conectividad rebota en que los pibes y pibas no están bien preparados.
—Mariela Guadagnoli es docente en varias escuelas técnicas de la ciudad de Gálvez, Santa Fe, y reconocida como una de las mejores maestras del mundo en el 2020. Ella preguntó: "¿Qué cambios son necesarios enfrentar en la educación técnica para que chicos y chicas salgan preparados para lo que elijan (estudios superiores, trabajo, etc) cuando egresan?"
—Las materias básicas de la técnica no han sufrido cambios en sus programas o metodologías desde hace mucho tiempo. Hay que revisarlos, claramente. Me parece que si un país se quiere industrial y desarrollista eso tiene que estar presente en la escuela. Tiene que haber claramente una formación que no solo genere técnicos y técnicas, sino ciudadanos y ciudadanas técnicos y técnicas. Que vos sepas qué industrias hay cerca, cuál es la historia de esa industria, cuál es la economía de mi región y dónde se necesitan más miradas que en otros lugares. En eso hay que trabajar. También, manteniendo esa formación tan sólida en las especialidades tradicionales, avanzar con lo nuevo, que los chicos tengan una visión más general pero también más específica de tecnologías que requieran las industrias ahora y no están en las escuelas. Este es el mayor desafío que tiene nuestra gestión. El graduado tiene que estar preparado para ir a las industrias más avanzadas, automatizadas, con mayor desarrollo, que son las que hacen una diferencia finalmente.
Mariela Guadagnoli con algunos de sus estudiantes, en 2019 / Foto: Fundación Varkey
—Desde Misiones, el profesor de Matemáticas, Lucas Vogel, preguntó puntualmente si están trabajando en la actualización de los contenidos curriculares.
—En los contenidos curriculares estándar no aún. Sí estamos trabajando y consensuando con las provincias especialidades nuevas en los tres niveles: secundario, superior y formación profesional. En los dos últimos se puede lograr un impacto más rápido porque en superior consensuás un título nuevo y en dos años tenés los primeros graduados, y en formación profesional son cursos de cuatro o seis meses. Es decir, identificás que faltan instaladores de paneles solares y en seis meses tenés los instaladores. Con la secundaria, algo que pensemos hoy lo vamos a ver en diez años. Será más largo pero vamos a trabajarlo.
—Elsa María Guillermo es directora de la escuela técnica Nº1 Dr. René G. Favaloro, de la ciudad bonaerense de Lobería. Ella planteó la importancia de la formación en habilidades emocionales, del trabajo sobre las fortalezas individuales, la autonomía académica, la comunicación efectiva. Y preguntó: "¿De qué manera las escuelas técnicas desarrollan las habilidades blandas?"
—Creo que cuesta o costó que entraran las habilidades blandas en la filosofía de la técnica. La técnica se precia de ser dura, de formar a pibes y pibas que saben manejar un torno, que entran a un taller y saben moverse. Pero la verdad es que hoy la industria está pidiendo eso más la posibilidad de insertarse en distintos paradigmas, de ir asumiendo nuevas responsabilidades y tener liderazgo sobre tu equipo de trabajo, trabajar en equipo, cosas que tienen que incorporarse en la educación técnica. Y se incorporan en general gracias a esfuerzos extraordinarios e individuales de directivos y de profes que lo llevan por otro lado. Muchos de los cuales tienen una experiencia fuerte en el mundo de la industria. Si lográramos mayor articulación con la industria que incluya la provisión de saberes, de instructores y docentes seguramente dirían que no es solamente manejar el torno, es también manejarte vos, manejarte con los compañeros, etc. Hay mucho trabajo para hacer ahí y no está en la currícula.
—Relacionado de alguna manera con las habilidades blandas, los y las estudiantes preguntaron si se tiene en cuenta la salud mental de chicos y chicas a la hora de preparar los contenidos que se van a enseñar.
—A la pregunta la aplicaría para la educación secundaria en general. Estamos tratando con personas que por la edad están atravesando cambios tremendos en sus vidas, en sus cuerpos, en sus relaciones humanas, en sus relaciones sociales, en pensar qué voy a hacer cuando sea grande. Y creo que dejamos mucho de esto en manos de los y las profes, que muchos lo manejan perfectamente pero no sé cuánta mirada le estamos poniendo como Estado, como algo por lo que el Estado debe velar. Hay cambios, hay códigos de convivencia, reglas de equidad de género, cosas que no había cuando nosotros estudiábamos. Pero creo que hay mucho que trabajar en esto. Las técnicas tienen la particularidad de ser claramente más exigentes cuali y cuantitativamente. Un pibe o piba que hace la técnica sale con una formación en matemáticas distinta a un secundario orientado y además tiene muchas más horas. ¿A esa exigencia la estamos pensando en términos psicológicos?, ¿se está contemplando que se les está exigiendo mucho más y cuidando que no les explote la cabeza? Sospecho que no y es una pregunta interesante que sería bueno conversar con los pibes mismos.
Redacción - 30 de agosto de 2021