Petrodólares por principios
Ya el sábado 14, el síndico de la petrolera estatal Petropar, Luis Morínigo Ganchi, había declarado que Paraguay pagará con alimentos su deuda con Pdvsa. La elite colorada se contorsiona, para conciliar su absurda ideología reaccionaria que data de los años ’50 con la realidad: Paraguay es un gran productor de alimentos que necesita el petróleo que Venezuela tiene, la que a su vez importa casi todos los alimentos que consume. Si la elite paraguaya sigue a su presidente, hará el negocio del siglo y modificará la geopolítica continental, pero para lograrlo el presidente deberá adelantarse a la reacción de la atrabiliaria elite paraguaya.
Petrodólares x principios colorados. En la declaración citada el síndico de Petropar –contra la opinión del presidente de la empresa– señaló que “la alternativa de petróleo por alimentos va a ser muy bien recibida por Venezuela, por la sencilla razón de que siguen importando de Argentina, Brasil y hasta de Bolivia”. Consultado sobre los alimentos que Paraguay podría enviar, dijo que Venezuela compra prácticamente todo: maíz, azúcar, fideos, arroz, harina, lentejas, lácteos, chacinados, carnes, papel (higiénico), etc. “El país caribeño hoy día importa alimentos por 27.000 millones de dólares y Paraguay tiene la brillante oportunidad de participar en ese negocio”, expresó.
Preguntado cómo se haría el pago al exportador paraguayo, explicó que Petropar tendría que depositar fondos rotativos para el pago a los exportadores locales. Con este esquema, los exportadores paraguayos se evitarán tener que cobrar en Venezuela o a través de algún banco internacional. “Ahora se tiene que pedir el congelamiento de los intereses que hoy siguen subiendo”, alertó.
“Sería una vergüenza seguir incomunicados”, manifestó, por su parte, el presidente Cartes el pasado miércoles 18, cuando fue consultado sobre la aceptación por la Cámara de Diputados del protocolo de adhesión de Venezuela. “No negocié nada, preferí que las cosas se hagan de esta forma y no seguir las recomendaciones de algunos diplomáticos que me dijeron que Venezuela tenía que salir para que nuestro país dé el visto bueno”, declaró Cartes a una radio local.
Con respecto a las declaraciones de la diputada Olga Ferreira, quien calificó de vergonzoso el procedimiento de aceptación, Cartes indicó que el país ahora dará legalidad al bloque y lo vergonzoso sería continuar incomunicados.
Por su parte, el presidente venezolano Nicolás Maduro afirmó el miércoles que la cooperación con Paraguay “se va a profundizar”, al celebrar que el Congreso paraguayo haya aprobado de manera definitiva el ingreso de su país en el Mercosur.
La Cámara de Diputados de Paraguay aprobó el miércoles 18 la entrada de Venezuela al Mercosur que ya había sancionado el Senado la semana anterior, al tiempo que retiró la declaración de “persona non grata” contra Maduro. Venezuela, presidente de turno del bloque, ingresó al mercado común en junio del año pasado en medio de la crisis institucional desatada en Paraguay como consecuencia del juicio político contra Fernando Lugo. El Mercosur suspendió entonces temporalmente a Paraguay, hasta que Horacio Cartes, electo democráticamente, llegó al poder el 15 de agosto pasado. Revisando posturas anteriores, Cartes acordó con el regreso de su país al bloque, pero insistió en reclamar que primero se resolviera la situación jurídica generada con el ingreso de Venezuela durante la suspensión de Paraguay. No obstante, ambos países acordaron en octubre restablecer sus relaciones durante una visita del canciller venezolano Elías Jaua a Asunción. Desde entonces, Maduro ha reiterado las llamadas para la normalización de la relación de Paraguay con el Mercosur y su compromiso de hacer todo lo posible para conseguirlo. Cartes, por su parte, fue retrocediendo paulatinamente de sus antiguas posiciones extremistas, hasta reconocer la realidad sin decirlo: Venezuela había sido incorporada legalmente al mercado común, cuando Paraguay se había apartado por propia decisión del mismo, al alterar su Congreso el orden constitucional. Pero el presidente debe mantener su retórica reaccionaria, si no quiere perder el apoyo del partido oficialista, la Alianza Nacional Republicana (Partido Colorado). Por ello, el choque permanente entre su discurso y lo que después hace.
Paralelamente, los dos gobiernos negociaron el trueque por alimentos de la deuda de 300 millones de dólares contraída por la empresa estatal Ptropar con Pdvsa por la importación de petróleo, posibilitando el doble acuerdo ahora alcanzado.
La geografía manda. Destrabado el completo reingreso de Paraguay al Mercosur, el ministro de Relaciones Exteriores, Eladio Loizaga, manifestó el lunes pasado que su país apoya el ingreso pleno de Bolivia al mercado común. La nación andina había solicitado su adhesión en la cumbre regional de diciembre de 2012, cuando Paraguay estaba suspendido del bloque.
“Paraguay quiere que Bolivia entre al Mercosur, sería un asociado muy importante del bloque”, expresó el ministro. Destacó que hay que recuperar el tiempo perdido por el aislamiento que vivió su país durante trece meses. “El Parlamento decide, pero la voluntad política es que entre al bloque Bolivia, que es un aliado importante para nosotros”, dijo.
Loizaga recordó las “perfectas relaciones bilaterales” entre ambos países y destacó las conversaciones entre las estatales Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (Ypfb) y Petróleos Paraguayos (Petropar), para concretar la venta de gas licuado de Bolivia a Paraguay. Las dos naciones superaron varios conflictos en los últimos años. El primero se dio, cuando el ex gobernador de Tarija Mario Cossío se refugió en Paraguay a fines de 2010, tras ser destituido por corrupción. El siguiente choque se produjo en junio de 2012, cuando Bolivia retiró a su embajador de Asunción en protesta por la destitución del presidente Lugo.
El ingreso de Bolivia al Mercosur traería a Paraguay una doble ventaja: por un lado, al aumentar el número de los estados “chicos”, contrapesaría eficientemente la influencia de los “grandes” Argentina y Brasil. Por el otro lado, a cambio de una salida de las exportaciones bolivianas al Río Paraguay, Asunción recibiría de su vecino occidental petróleo y gas en condiciones muy ventajosas y obtendría el paso hacia los puertos peruanos, el camino natural de salida de sus productos hacia el Oriente Asiático.
Riqueza para pocos, indigencia para muchos. El radical giro de la política exterior paraguaya resulta indudablemente de la brusca desaceleración de su economía. De acuerdo a cálculos recientes del Banco Central de Paraguay (BCP), en 2014 el PBI crecerá 4,8% en 2014 contra el 13,6% estimado para este año. El presidente de la institución monetaria, Carlos Fernández Valdovinos, destacó el pasado martes 17 que el PIB de 2014 crecerá menos que el actual, pero con una mejor distribución. Sobre todo el sector primario, que tuvo un crecimiento récord este año, crecerá menos el año próximo, pero acotó que existen otros factores que tienen todavía espacios para crecer por encima de lo normal, como el sector ganadero y el trigo.
En cuanto al sector secundario habló de las construcciones y del grado de procesamiento de la soja. Asimismo, sobre el encarecimiento de la canasta básica familiar, explicó que será el tercer año consecutivo que la inflación cerrará casi en la meta del BCP, cerca del 5%. Este 2013 la inflación cerraría en 4,6%, indicó Fernández Valdovinos. También destacó el buen nivel de las reservas internacionales del país, la política monetaria estable y la solidez del sistema financiero. La baja inflación con tan alto crecimiento se explica por lo reducido del mercado de consumo, expresión de la extendida pobreza e indigencia.
Por su parte, el Ministro de Hacienda, Germán Rojas, señaló al mismo tiempo que el desafío principal es el desarrollo en el que Paraguay está rezagado. Así mencionó los desafíos en la inversión. “Paraguay invierte menos que países dinámicos”, dijo. Entre otros puntos destacó los altísimos índices de desempleo y pobreza extrema como prioridad del Gobierno. Destacó que el plan económico se centra en mejorar la infraestructura, aumentar el capital humano y potenciar el ahorro doméstico. Sin embargo, no es creíble que esta “estrategia de derrame” baste para resolver la inmensidad de los problemas económicos y sociales de Paraguay.
Al menos 1,2 millones de personas pasan hambre en el país. La pobreza extrema sigue imperando en la zona rural, según la Secretaría Técnica de Planificación del Gobierno. José Molinas, secretario Técnico de Planificación, indicó el miércoles 18 en contacto con Cardinal AM que al menos 1.200.000 personas se encuentran actualmente en situación de hambre en el país. “La pobreza extrema está concentrada casi en 70 por ciento en el área rural y en 24 por ciento en el área metropolitana de Asunción”, precisó al señalar que el porcentaje restante se concentra en las ciudades intermedias del interior del país.
Para el campo, el gobierno busca fortalecer los mecanismos de apoyo productivo a la agricultura familiar a través del Ministerio de Agricultura y Ganadería. Así empezó a trabajar con 43 mil familias de un total de 150 mil que viven en extrema pobreza. Se les entrega una canasta de alimentos equivalente a 1.400 calorías para cinco familias por un mes. También figura en el programa la asistencia de semillas de hortalizas y apoyo técnico continuo.
Ya en un informe del Banco Mundial del año 2007 se describe la inequidad en la distribución de la tierra: “El Paraguay tiene uno de los patrones de tenencia de la tierra más sesgados del mundo, 2% de los establecimientos agrícolas (alrededor de 6.400 granjas) ocupan 82% de la tierra explotada de forma agrícola (alrededor de 20 millones de las 24 millones de hectáreas en uso agropecuario o la mitad del área total de Paraguay de 40 millones de hectáreas). Las mediciones estadísticas de distribución están sujetas a debate debido a las extensas propiedades en el árido Chaco (dos tercios del país, con sólo 2% de la población). No obstante, la desigualdad en la tenencia de la tierra es evidente y se ha vuelto la causa más importante de la inquietud social rural, asimismo un impedimento a la reducción de la pobreza”. Los datos del Banco Mundial sobre la tierra en el Paraguay retratan una gran inequidad en su distribución, tenencia y propiedad que se hace aún más aguda, si se focaliza la atención en la población indígena.
La población indígena de Paraguay aumentó un 29,5 % entre 2002 y 2012, hasta alcanzar las 112.848 personas (el 16,8 % del total de la población), según un censo preliminar. En esa década, el número de indígenas subió en 25.749, de acuerdo con datos provisorios divulgados por la Gobernación del departamento de Boquerón (noroeste).
El estudio divulgado esta semana muestra que las etnias del grupo lingüístico guaraní fueron dominantes en 2012, con un total de 61.290 personas, seguidas por los hablantes del maskoy (26.746) y del mataco (18.627). En cuanto a los pueblos indígenas, el mayor es el mbya, perteneciente al grupo lingüístico guaraní, con un 19% del total, seguido del ava guaraní, de la misma familia lingüística, con un 15,7% del total, y el pueblo nivaclé (lengua mataco), con un 14,5%.
Por departamentos, la mayor concentración se agrupa en Presidente Hayes (noroeste), con 25.789 indígenas (el 22,9% del total), repartidos entre el pueblo Enxet Sur y el Angaité, ambos de la lengua maskoy. Le sigue el departamento de Boquerón (Alto Chaco), con 23.950 indígenas (21,2%), encabezado por el pueblo nivaclé. Los indígenas son la parte más relegada y sometida de la población paraguaya. El Estado y los terratenientes desconocen sus derechos ancestrales a la tierra y el avance de la frontera sojera, talando los montes, los deja sin tierra y sin medios de subsistencia. En consecuencia, acaban en las periferias de las ciudades, viviendo de la venta de chucherías, la mendicidad o, en algunos casos, entregándose a las mafias de la trata.
Contra las medidas del anterior gobierno liberal y del actual colorado, que insisten en el “derrame”, existen propuestas de impuestos que permitirían acumular los recursos, como para que el Estado tenga una política social activa. Sin embargo, estas medidas nunca pasan el filtro legislativo.
En julio pasado, un total de 34 senadores dieron en comisión despacho favorable al impuesto a la exportación de soja, pero finalmente el proyecto de ley fue archivado. Los empresarios de la soja facturarán este año alrededor de 5.000 millones de dólares y en Paraguay la mayoría de los parlamentarios hacen financiar sus campañas por los sojeros. Por esta razón se ha trabado siempre el impuesto a la soja. Es más, muchos de estos proyectos han aparecido en épocas electorales con el fin exclusivo de recaudar dinero.
En otras ocasiones, el proyecto de ley se trababa y no se estudiaba. Esta vez no tenían alternativa y tuvieron que votar. Todavía hasta el día antes de la votación, el pasado 5 de diciembre, se anunciaba en diversos medios que los 23 senadores que protegieron a su colega Víctor Bogado (que finalmente debió ser desaforado) pasarían factura a los empresarios de la soja y la ganadería que los escracharon. Otros medios fueron más lejos y hablaban de que votarían a favor del impuesto a la soja, porque estaban enfrentados con el presidente Cartes.
Hasta el propio autor del proyecto de la ley, Juan Carlos Galaverna (principal mentor del presidente), férreo defensor del impuesto a la soja, repentinamente el 5 de diciembre en plena sesión plenaria de senadores se dio vuelta y votó contra su propio proyecto. Finalmente, de 34 votos que tenía originariamente el proyecto sólo fue votado por 15 senadores.
El proyecto preveía exonerar del tributo a alrededor de 18.000 productores, de los algo más de 27.000 con que cuenta el Paraguay. En realidad el grueso de la recaudación fiscal del iba a provenir de los grandes empresarios, los que tienen más de 500 hectáreas, quienes concentran alrededor del 85,5% de las tierras destinadas a la producción sojera.
Poco a poco van entrando en la horma. Cartes asumió en junio pasado como la esperanza negra de la derecha paraguaya más recalcitrante. Traía en la mochila un programa radical de recuperación del control sobre el aparato político y militar y la economía, para acelerar la “privatización” del país y preparar su ingreso a la Alianza del Pacífico. Sin embargo, no sólo la resistencia campesina y sindical contra la militarización de las luchas sociales y el creciente reclamo por la reforma agraria, para corregir las gigantescas inequidades en la distribución de la propiedad de la tierra, sino también la imposibilidad de atraer inversiones en condiciones de aislamiento internacional llevaron al presidente Cartes a adoptar un curso más pragmático, sin abandonar su arcaico discurso anticomunista, su patriotismo de cartón pintado y un barniz modernizador que esconde un modelo colonial del siglo XIX.
Por el camino debió romper su alianza con los sectores más duros del coloradismo, expresados en el diario ABC color, que se ha convertido en tenaz opositor del gobierno. H. Cartes y su mentor, Juan Carlos Garaventa, se esfuerzan por modernizar y ampliar la alianza oligárquico-militar que rige Paraguay desde 1947, pero por el camino chocan con muchos sectores enquistados en la política, la Justicia y el mundo empresario que no están dispuestos a delegar el poder concentrado que construyeron durante la dictadura (1954-89) y después ni a flexibilizar su visión del continente. Encerrados en su feudo, quieren tapar el sol con la mano. “No hay peor ciego que el que no quiere ver”, dice el refrán popular. Cartes es inescrupuloso, pero no tonto. Sabe que su primer lugar para hacer negocios es el Mercosur, pero también que debe apresurarse antes de que le den un golpe. El inquilino del Palacio de López ha concentrado mucho poder en los últimos meses, pero si no amplía su base política, los pasillos de la residencia se convertirán en un hervidero de conspiraciones. En procura del espejismo de la “colonia dorada”, Paraguay está acechado por sus viejos fantasmas.