¿Qué es un acuerdo social?

Enrique Martínez


Estamos transitando una etapa histórica crítica, que necesita soluciones políticas de extrema sutileza y sin antecedentes en el país.

Está gobernando una coalición que planteó una serie de propuestas dirigida sobre todo a los sectores de recursos medios y superiores, que le generó una adhesión electoral de más del 33% en la primera vuelta y un 18% de votantes adicionales que creyó que era la mejor opción en el balotaje. Casi todo lo ejecutado generó perjuicios directos e inseguridad a su electorado y también a los que preveían que el camino a recorrer era repetir la matriz económica de 1976 y la de la década del ´90.

Hay una alta probabilidad que el capital político que llevó a acumular el 51 % de los votos se haya deteriorado y que gane las elecciones de 2019 una opción que tome como positiva la historia de opciones peronistas en el gobierno de los últimos 70 años.

En caso que se ratifique el gobierno actual, la conflictividad social será insostenible. Los funcionarios con enorme distancia con el pueblo; desocupación y pobreza diseminadas y crecientes, con reclamos cada vez más agrios.

A su vez, si hay un recambio fuerte de orientación, es de esperar que retome energía el desgaste mediático, las operaciones de los capitales concentrados y el Departamento de Estado norteamericano, además de la objetiva necesidad de remontar un endeudamiento externo enorme, junto con el deterioro de la calidad de vida de millones y otros parámetros macroeconómicos que serán negativos en el punto de partida.

En ambos escenarios, además, la confrontación no es con un gobierno o con ciertos intereses económicos solamente. Se ha instalado en la sociedad y se profundiza. Hay más de un 30% de la población que hoy está de acuerdo con la actual gestión a pesar que ésta no puede mostrar un solo plano en que haya interpretado los deseos o necesidades de las mayorías. Eso es más explicable por el rechazo entre sectores de población que por la adhesión a una gestión pública.

Para un proyecto popular no basta, entonces, con ganar elecciones. Eso es solo un primer paso. La única manera de empezar a salir con firmeza de este marasmo es un diálogo social en que se explicite las conductas grupales que nos llevan al conflicto permanente y las formas de modificarlas. Por utópico que esto parezca hoy, dado el alto grado de crispación de los sectores, aún de los beneficiados por el neoliberalismo, lo cual de paso muestra así la nula legitimidad de su éxito.

No será un diálogo pidiendo al poder económico que nos saque las manos del cuello, que apriete menos. Tampoco – mucho menos – deberá ser una puesta en escena de coincidencia formales y prescindibles entre los que fogonean este drama actual y pseudo dirigentes que se reconocen como tales solo ante el espejo. La participación popular, con auténticos representantes, es imprescindible.

Deberá ser la expresión de los derechos de los que hoy no los tienen y además deben soportar los efectos negativos de conductas ciudadanas, empresarias, gubernamentales que hunden a los humildes y con ellos al país en su conjunto.

Deberá plantearse allí que:

- Las empresas extranjeras son bienvenidas en tanto generen trabajo directo e indirecto, pero no pueden crear problemas de divisas por el giro de utilidades, la importación innecesaria de insumos o bienes, las consultorías externas. Las empresas extranjeras deben tener balance de divisas al menos neutro.

- Los argentinos debemos tener opciones diferentes de ahorro al dólar, porque la disponibilidad de divisas es nuestro talón de Aquiles. Nadie debe considerarse con derecho a acumular agua en una sequía, a expensas de otro. Esa mesa de acuerdo debe generar los nuevos caminos.

- El turismo en el extranjero debe tener un costo del dinero superior al que tenga para importar bienes necesarios para la comunidad, por las mismas razones de interés general.

- Debe bloquearse el derecho de gobierno alguno a financiar déficit en pesos con deuda externa. Es elemental.

- La inflación puede ser eliminada como problema si desaparece el déficit en divisas, que lleva a la devaluación permanente y si además las paritarias se realizan en un contexto donde se acuerdan precios y salarios, no sólo los últimos.

- Debe eliminarse toda especulación en tierra urbanizable. Nadie debe tener derecho a beneficios extraordinarios sobre la necesidad de otro compatriota de acceder a una vivienda.

- La enumeración puede seguir. El denominador común de un acuerdo social es que no se debe pedir una tregua al poder económico para que nos deje vivir. Debe reclamarse que se institucionalice que nadie tiene derecho a perjudicar el derecho básico de los demás, ya sea por medidas directas de explotación laboral o por acciones que se terminen encadenando con otras de un modo tal que los recursos esenciales se pongan en peligro, como lo demuestra el uso de las divisas desde hace 70 años.

¿Quién puede reclamar y conseguir esa mesa de acuerdo, con las ideas expuestas y muchas otras que siguen la misma matriz lógica?

Los perjudicados de hoy, que somos mayoría amplia de la población. La condición central es que la actitud debe dejar de ser la de la víctima que reclama un cambio de conducta del victimario.

El acuerdo social debe ser condición necesaria para que todos podamos pensar y hacer en paz, incluso los aparentes ganadores del presente, que de otro modo deberían tener clara la inestabilidad y hasta fugacidad de su futuro.

 

Agencia Paco Urondo (APU) - 2 de julio de 2018

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