“Si los hombres tuvieran útero…”

Entrevista a María Laura Garrigós de Rébori por Noemí Ciollaro

 

Presidenta y única mujer de la Cámara Nacional de Casación Penal, última instancia de ese fuero, y titular de Justicia Legítima, María Laura Garrigós de Rébori rechaza la solemnidad y el ceremonial acostumbrados en el Poder Judicial. 

Detesta que la llamen “Vuestra Excelencia”, tratamiento que muchos aceptan con agrado, y no deja que lxs empleadxs hagan reverencias al entrar a su despacho. “Techo de cristal” para el 54 por ciento de mujeres del sistema penal, maternidad, masculinización de la tarea, violencia intrafamiliar, aborto, prisión domiciliaria y capacitación en género son sus temas de agenda, de los que habla en esta nota.

“Malala”, como la llaman, ha remado durante décadas para acceder al lugar que ocupa y asegura que “las mujeres, por ser madres, llegamos a todos los cargos diez años después que los varones”. Desacartonada y locuaz, relata que su modesto despacho del edificio de Talcahuano 612 originalmente fue un cuarto de prostíbulo, y que toda la manzana en el siglo pasado fue una prestigiosa casa de citas. “Vengo de una familia de típica clase media, fui a la escuela pública y laica. Y a la universidad estatal. Si no hubiera existido yo no hubiera sido profesional; trabajé durante toda la carrera, necesitaba aportar a mi familia y sobrevivir.”

¿Por qué elegió Derecho Penal?

–Me faltaban cuatro materias para recibirme cuando ingresé a un Juzgado de Instrucción como “pinche”, había trabajado en una escribanía y en un estudio contable, nada que ver, pero lo necesitaba. Años después la Cámara abrió concursos de secretarios cuando llegó Raúl Zaffaroni y promovieron eso en acuerdo de varios magistrados. Nos presentamos muchos y quedé en la terna, me nombraron Secretaria, me había enamorado de lo penal, hacía rato que me había recibido, pero –dice mirando un cielo imaginario– tenía tres hijos…

¿Fue muy complicado?

–Las mujeres con hijos en este fuero es un tema, en uno de mis embarazos tuve placenta previa y justo se produjo una vacante que con mi título y antigüedad equivalía a un sueldo de Secretaria, año 83, 84 con una inflación feroz y sueldos malísimos, el ascenso no era sólo un deseo sino una diferencia económica importante. Un mes con reposo en cama, llamé al juzgado y dije que aspiraba al cargo: el juez me respondió que era muy buena en mi carrera pero ascendió a un compañero... Habrá pensado “y después va a amamantar, y después el chico se va a enfermar...” Todo esto está previsto y viene implicado en el hecho de que los varones no consiguen tener útero... ¡Sí, sí, que tengan útero los varones, es lo que estoy esperando! Tengo tres hijos varones y dos nietas, conté con la colaboración de mis padres si no es muy difícil, no hay ninguna ayuda para la crianza. Las chicas que trabajan conmigo tienen problemas tremendos. Esto no está en la planificación laboral de ningún gremio, no se prevé que en los tres primeros años de crianza la familia está muy exigida. Después se empiezan a superar las enfermedades a repetición y los chicos tienen cierta independencia.

¿En el Poder Judicial cómo se ha avanzado en estos aspectos, porque gran parte son mujeres, no?

–Muy poco... avanzamos en la creación de los lactarios, porque no es solo el problema del útero, también damos de mamar, y para eso se trata de por lo menos tener un lugar. La primera empleada que tuve se sacaba leche en el baño de la Secretaría con su propio extractor, pero no había enchufe, había que poner un alargue que salía por la puerta entreabierta y a medio metro estaban los detenidos declarando. En esta Cámara no hay lactario, pero cuando fui presidenta de la Cámara del Crimen armamos uno. Mientras estuvo Carmen Argibay a cargo de la Oficina de la Mujer en el Palacio de Justicia, también hicieron un lactario.

Es guardería…

–¡No! Es sólo un espacio limpio con una silla, una heladera y la Asociación de Magistrados nos donó un extractor de leche, una canillita para lavarlo y armarios. En el Poder Judicial no hay agua caliente, las calderas no andan. El agua caliente de los baños de los miembros de la Suprema Corte provienen de los termo tanques eléctricos, no hay gas.

¿En cuanto al reconocimiento laboral hay diferencias de género?

–No es que las mujeres seamos inferiores trabajando, todo lo contrario. Somos el 54 por ciento del total, lo que pasa es que tenemos el “techo de cristal”, la matrícula de la UBA (Universidad de Buenos Aires) es del 60 y pico por ciento de mujeres, y las mejores notas también.

¿El Penal es el fuero más duro?

–Sí, debe serlo, y una advierte que hay como una masculinización. Se deja de lado la condición de mujer; una se equipara con los compañeros varones y hasta los chistes, el estilo. Hay una masculinización para asimilarse al ideal impuesto hace siglos. Y de ese 54 por ciento, no estamos presentes en todos los estamentos: en los cargos de abajo está repartido, hasta secretarios es parejo pero cuando llegamos a jueces somos diez jueces y yo en la Cámara de Casación Nacional. En la Cámara del Crimen son cinco salas de tres jueces cada una, o sea dieciséis jueces y una sola mujer. En la Cámara de Casación Federal –en lo Penal– son doce jueces y hay tres mujeres.

¿Pero no hay disposiciones en cuanto a la cantidad de mujeres juezas?

–No, no llegamos a los cargos por ser mujeres, no hay ley de cupo. En la Ciudad de Buenos Aires sí, por mandato constitucional todos los tribunales colegiados tienen que tener representación de ambos sexos, hoy en el Tribunal Superior de la CABA hay tres mujeres y dos varones. Pero en Nación eso no está previsto, llegamos a los cargos peleándolos en igualdad de condiciones. Pero nunca es en igualdad porque los varones tienen mayor disponibilidad. Yo he podido sobrevivir gracias a la estructura familiar que me ayudó. Cuando llegué al fuero Correccional lo disfruté mucho, pero nos entraban tres mil expedientes por mes y durante doce años yo hacía sentencias todos los fines de semana. Mi marido se puso al frente de la casa, cumplió la doble función, aprendió a cocinar.

¿En la Suprema Corte se reinstaló el “techo de cristal”?

–Ahora tenemos una sola mujer y en la oportunidad que tuvo este gobierno de presentar nuevos candidatos a la Corte no lo hicieron. No es que no las haya, en todas las Cortes de provincias hay mujeres que podrían cumplir tareas en la Corte nacional. Y el gobierno anterior en sus últimas propuestas tampoco lo hizo. La representación de las mujeres en general tendría que ser en igualdad de condiciones que los hombres en todos los estamentos de los tres poderes.

De victimarios, víctimas y conquistas

Garrigós relata que hace unos cuantos años, más por simple curiosidad académica que por conciencia de la discriminación que “todas hemos padecido y padecemos, hicimos un seminario en la facultad sobre Género y Derecho Penal y la verdad es que cuando aborda a la mujer la trata como víctima por excelencia. Últimamente el desarrollo exponencial del número de causas de violencia intrafamiliar es muy importante, no pasa un día de audiencia sin que tengamos dos o tres casos serios”.

¿A qué atribuye el incremento?

–Hay más libertad y menos temor a denunciar y a la estigmatización de las denunciantes. Se ha dado a conocer como un tema grave, es la publicación del número de femicidios y la condena social. Cuando empezamos a trabajar esto en el 92 o 93, la Asociación de Mujeres Juezas recibimos capacitación del Banco Interamericano de Desarrollo y capacitábamos jueces en talleres sobre violencia intrafamiliar: en general la respuesta de ellos era “bueno, pero ellas querrían; a algunas les gusta”. Todavía hay gente que lo repite y te preguntás si salieron de la prehistoria. Pero las víctimas se empezaron a animar, aunque llega el momento en que el conflicto es tal que no pueden salir solas de eso.

¿Fue difícil imponer el tema género entre los jueces?

–¡No! ¡Fue imposible! ¿Pero quién le decía que no a Carmen Argibay? Te ponía esos ojos que taladraban. El resto de la Corte tampoco se animó a contradecirla y allá salió ella al frente; le costó mucho conseguir presupuesto. Esos talleres no se hacen más, y deberían ser obligatorios en toda la Administración Pública.

¿Y con respecto a los delitos sexuales?

–Acá tratamos a las víctimas de esos delitos espantosos, que son víctimas en muchos sentidos: si es abuso sexual intrafamiliar el asunto es mucho más grave, la prueba es imposible porque cuando llega al tribunal viene ocurriendo hace tanto que está diluida, porque esto empieza en el momento en el que la niña o niño no puede verbalizar lo que pasa. El contexto en el que se producen hace que no puedan contar, ocurre en todos los sectores sociales, en algunos se denuncia más que en otros; hay madres cómplices o ignorantes o ambas cosas. Muchas no se atreven a darse cuenta, no pueden estar solas, no están empoderadas y no tienen medios económicos. Cuando trabajé en el Ministerio de Justicia sobre femicidio, nuestra propuesta fue que el Estado subsidiara a esos menores que quedan con padre preso y madre muerta. Y en el caso de tentativas, que el Estado ayudara a la madre con un crédito para alquiler, capacitación laboral, porque no tienen alternativas económicas, no pueden irse de la casa. El Estado tiene obligación de dar solución económica. El problema penal tiene fácil solución, sí, los condenamos. Pero ¿y a la víctima qué le digo de todo eso? ¡ Nada! Está la creencia de que la sentencia penal repara, eso no es así, esa no es su misión. Reparadora es la sentencia civil, te hicieron un daño y hay una reparación económica para que puedas restañar.

¿Y el abuso sexual no intrafamiliar?

–Es como el delito de homicidio, menos frecuente, la gran mayoría son intrafamiliares. En mi vida en Tribunales habré visto 15 casos de violación, pero intrafamiliares veo dos por día. Todavía no hay conciencia de su gravedad.

¿Quiénes denuncian los abusos intrafamiliares?

–Los chiquitos y las chiquitas cuando por fin hablan, la hermana mayor cuando ve que le pasa a la más chica, a veces las escuelas o las madres. Padrastros, abuelos, padres, amigos de la familia pueden ser los abusadores. Por lo que veo los chicos más chicos se reponen más rápidamente, para los adolescentes es más difícil. Personalmente no sé si haría pasar a un menor por el sistema penal, porque reedita el hecho motivo del agravio y lo revictimiza, es muy invasivo, fija el hecho. Son delitos de instancia privada, esto no entra a la Justicia si la víctima no abre la puerta.

¿Y el tema de las mujeres en prisión?

–Esas son las otras mujeres que reciben la atención del Derecho Penal, son las esposas con “portación de marido”. Los hombres usan a las mujeres de “mulas” (traslado de drogas). Acá el negocio de la droga es familiar, participa la mujer, la sobrina, el hijo. El 90 por ciento de las causas de drogas es la venta al menudeo, el kiosco familiar establecido por el marido; ellas no se reconocen autoras, por eso dicen por “portación de marido”.

¿En cuanto al arresto domiciliario en el caso de las mujeres?

–El artículo 10 del Código Penal lo prevé para las que tienen hijos de menos de cinco años y las embarazadas. Pero se complica cuando no hay un domicilio donde alojarla y controlarla; ahora tener la pulsera facilita las cosas. Todavía los controladores del sistema penal no están seguros de que sea efectiva para asegurar la comparecencia de la mujer. Creo que una mujer con un niño de cinco años no está en condiciones de fugarse, pero los varones no lo advierten, dicen que es discriminatorio porque los hombres pueden fugarse.

Hay una subestimación, como si las mujeres fuéramos incapaces de cometer delitos…

–¡Bienvenida esa subestimación! Para el sentido común público, no privado, la cabeza de familia son los varones, es el viejo derecho romano, la mujer no existía. Y el derecho no sólo impone normas, crea cultura, diseña los tipos sociales y la forma de vida y pone restricciones; es la tradición patriarcal. La cabeza de familia es el varón, si una familia usurpa una casa imputan al varón. Sólo en familias monoparentales, que ahora son más, se imputa a la mujer.

¿Con respecto al aborto, casos como el de Belén, en Tucumán?

–Ante la mínima duda, eso tiene que funcionar en favor de la mujer. En 40 años vi dos causas por aborto, una era una mujer que ejercía la prostitución y llegó a un hospital con pérdidas que le parecieron excesivas, en la guardia le iniciaron actuaciones por aborto, no se pudo establecer la causa y todo concluyó en eso. Y otra fue un allanamiento que se hizo en dictadura en un consultorio, detuvieron al médico, a la enfermera y a todas las pacientes a las que revisaron con el mismo espéculo, el procedimiento fue del Departamento de Policía. Al médico lo condenaron por aborto. En el 90 por ciento de los casos que se presentan cursando un aborto, están amparadas por el fallo plenario Natividad Frías, de 1966, que dice que cuando la mujer está en riesgo de vida esto se convierte en un estado de necesidad y la amenaza de la prisión por aborto atenta contra su vida y se la releva de culpa para evitar afectar su vida; rige el secreto profesional al que el médico está obligado. Lo que desde entonces se ha venido sosteniendo en materia de abortos es esto. Para la cantidad de abortos que se realizan en este país prácticamente no hay condenas.

¿Piensa que alguna vez el aborto se va a legalizar?

–Sí, esto va a ceder, no va a haber condena social. Creo que no tiene que ver con la convicción religiosa, sino con los pactos políticos en los que la iglesia interviene como factor de poder. El 90 por ciento que aborta es de origen católico. Los abortos existen en todas partes, desde toda la vida. Pero hay muchos avances en anticoncepción, que es más deseable, porque pregunto ¿a qué mujer le gusta hacerse un aborto?

¿Justicia Legítima está siendo estigmatizada por el gobierno de Macri?

–No nos están tratando muy bien, ellos nos ubican en el lugar de enemigos porque les resultamos muy útiles, les viene bien tener un enemigo porque no podrían hablar mal de todo el Poder Judicial. “Hacete amigo del juez” sigue rigiendo. Pero necesitan quejarse del Poder Judicial y para eso usan a Justicia Legítima, estamos para el cachetazo porque suponen que somos creación de algún dirigente político del gobierno anterior. Y a su vez hay algún dirigente del gobierno anterior que sostiene eso. Y no es verdad. Los dirigentes políticos tienen una mirada diferente del Poder Judicial, nosotros sabemos que los políticos pasan y nosotros quedamos.

 

Suplemento LAS12 de Página/12 - 23 de septiembre de 2016

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