La deuda estudiantil es la nueva bomba de tiempo del sistema financiero

Una de las consecuencias de la financiarización de la economía desplegada desde los años 80 es el fuerte incremento de la deuda privada y sus silenciosos costos derivados de ese abusivo concepto que es la magia del interés compuesto, tema al cual dedicamos un largo post. El crecimiento exponencial de la deuda por la vía de los intereses ha llevado al mundo al actual colapso en cámara lenta que se sufre en todos los rincones del planeta. La deuda en mora de los créditos estudiantiles en EEUU llega a los 110 mil millones de dólares.

Europa lidera la banca en la sombra y se acerca al momento pre-Lehman

Aunque la economía se ha desplomado desde el año 2007, el sistema bancario en la sombra sigue creciendo y donde más crece es justamente en Europa, la zona que ha caído en una nueva recesión, que tiene el desempleo por las nubes y que sufre de una potente trombosis que le provocará un infarto en breve. La zona euro, como se aprecia en esta gráfica tomada del último informe del Financial Stability Board publicado ayer, posee un tercio de los activos de la llamada “banca en la sombra”. Y si incluimos al Reino Unido, Europa queda con el mayor sistema bancario en la sombra que llega a los 67 billones de dólares (1,11 veces el PIB mundial).

Desahuciados

La recesión es un virus que debilita la solvencia del sistema financiero en un círculo vicioso de aumento de la morosidad de empresas y particulares, requerimiento de mayores previsiones por incobrabilidad, deterioro patrimonial, exigencia de capitalización y fuga de depósitos por temor a la situación de los bancos. El ajuste de las cuentas públicas reduciendo el gasto profundiza la caída del nivel de actividad económica y, pese a ese resultado impactando en forma negativa en sus negocios, banqueros con su elenco de analistas y economistas ortodoxos aplauden esa política. Este sinsentido tiene origen en la ideología neoliberal de sus protagonistas, en el desprecio a las penurias de las mayorías y en cómo funciona el mundo de las finanzas. Mientras reciben auxilios monetarios del Estado para cubrir los inmensos baches de los balances, cada uno de los dueños de las entidades especula con ser el sobreviviente del naufragio para terminar absorbiendo a los hundidos. Ciclo de concentración del capital que termina configurando el principal instrumento de presión de la banca al poder político: “Demasiado grande (el banco) para dejarlo caer”. El temor a un descalabro económico de mayores proporciones por la quiebra de alguna de las grandes entidades financieras y el fantasma del efecto dominó deriva en la subordinación de gobiernos que se endeudan para salvarlos y aplican impopulares recortes del gasto público para liberar recursos para pagar a los acreedores. Esta situación se está desplegando con prolija violencia en Europa, siendo España la máxima expresión con tasas record de morosidad y ejecuciones hipotecarias.

Tropezar dos veces con la misma piedra

Aunque el negocio, como de costumbre, ha regresado al sector financiero, la devastación económica del mundo real causada por la crisis persiste, al igual que la fragilidad subyacente del sistema financiero. No hemos aprendido las lecciones de la crisis financiera mundial (CFG) y así se ha despilfarrado la oportunidad de llevar adelante una verdadera reestructuración del sistema financiero, que es necesaria para evitar otro crash.

Pensar la economía con mirada alternativa

Durante más de treinta años los eventos organizados por el Banco Central estuvieron monopolizados por la ortodoxia y el establishment financiero internacional. Las Jornadas Monetarias y Bancarias del BCRA funcionaban como un espacio para la legitimación de las políticas y teorías económicas dominantes. A partir de 2010 esa tradición se quebró. En la edición de este año, los paneles estuvieron monopolizados por economistas con visiones alternativas de la economía.

Tres mitos que sustentan la crisis económica

El verano de 2007 fue cosa común y corriente. Tony Blair había dejado de ser primer ministro a finales de junio y su sucesor, Gordon Brown, disfrutaba de un período de luna de miel. Era un año sin Mundial de fútbol ni Olimpiadas.

Luego, el 9 de agosto, llegaron informes de que los bancos centrales se habían mostrado activos en los mercados. The Guardian afirmó que su actuación implicaba bombear miles de millones de libras en el sistema financiero para calmar los nervios en medio de los temores de una contracción del crédito. Lo que desencadenó el pánico fue la decisión del BNP Paribas de bloquear la retirada de tres hedge funds, debido a lo que denominó una completa evaporación de la liquidez. Un portavoz del banco describió la medida como una cuestión técnica temporal.

¿Crisis del sistema financiero o reconfiguración mundial del capital?

El objetivo de este trabajo es analizar el impacto de la crisis global en EEUU e intentar desentrañar las causas fundamentales de la crisis en este ámbito nacional, sin detenerse en los análisis unilaterales acerca del sistema financiero. De esta forma, se busca romper con la escisión entre sistema financiero y real, para analizarlo en su conjunto. Indagando sobre las determinaciones del dólar como dinero mundial y sus repercusiones en la estructura productiva de EEUU, con el propósito de desarrollar la hipótesis de que la crisis global está fundada en una relocalización general del capital.

La última crisis global que estalló a mitad del 2008 en EEUU tomo por sorpresa a la teoría económica mainstream, revelando su incapacidad a la hora de explicar y predecir la crisis. Al mismo tiempo se evidenciaron contradicciones dentro de la teoría predominante frente a las primeras medidas tomadas por los países más damnificados para frenar de forma inmediata la crisis. A pesar de estas contradicciones y deslegitimaciones dentro de la teoría predominante, los análisis más aceptados sobre la última crisis, que consideran a esta como una crisis financiera, provienen de esta teoría. Abundan explicaciones que hacen responsable de la crisis a la expansión desmesurada del crédito, a la imprudente calificación de riesgo a créditos otorgados y a la falta de regulación financiera y contracíclica.

Roosevelt, el New Deal y la vía Argentina

Hoy en la Argentina comienza a tenerse presente el rol de un Estado activo en el proceso económico. Sin embargo, observamos que desde sectores imbuidos del pensamiento neoliberal de los grupos dominantes que impulsó al golpe de Estado de 1976 y que se acentuó en la pasada década del ’90 del siglo XX, con el apoyo de nostálgicos personajes que perdieron el tren de la historia, ahora las critican y postulan reiterar la receta que nos llevó a la crisis de 2001/2002. Marginan la crisis que actualmente ocurre en los países de alto desarrollo y también las dolorosas recetas que sufrirán esos pueblos, por intentar revivir el anarco-capitalismo, y oxigenar el sistema financiero, su núcleo promotor.

Las circunstancias que está padeciendo el mundo ante el rotundo fracaso del paradigma del mercado para unos pocos como motor del proceso económico, requiere pensar otros medios o instrumentos de política económica que posibiliten el desarrollo económico y social, y terminen con un orden social injusto.

Puerta giratoria

El recorrido de la crisis económica de Estados Unidos y de la Eurozona provoca cierta incredulidad desde la mirada de la experiencia argentina de haber transitado un proceso similar. La debilidad de los liderazgos políticos no se origina simplemente por deficiencias en la gestión, en ingenuidad o negación de los responsables de la gestión. Están subordinados a los intereses de las corporaciones financieras, se asemeja a como aquí los gobiernos adquirían a libro cerrado planes económicos confiando el Ministerio de Economía a Bunge&Born, a Domingo Cavallo con la Fundación Mediterránea, a Roque Fernández con el CEMA o a Ricardo López Murphy con FIEL. El saldo fue la peor crisis de la historia económica argentina. Esos economistas con sus respectivos equipos eran asesores del sector privado, y luego de pasar por la función pública volvieron a sus conchabos originales o a revistar en la plantilla de organismos internacionales. Ese trayecto se conoce como la “puerta giratoria” de representantes de los intereses del poder económico, de quienes no habría que esperar otra cosa que medidas que beneficiaran a su grupo de pertenencia. En Estados Unidos se exhibe con mayor transparencia ese estrecho vínculo de funcionarios en áreas claves de la economía con el sistema financiero. Por eso es una ironía que los mismos que provocaron la crisis sean los que se presenten como los portadores de la solución para superarla.

La desregulación del sistema financiero estadounidense fue instrumentada por funcionarios que previamente trabajaron en instituciones bancarias, y ahora son los responsables de administrar la crisis precipitada por esa medida. Larry Summer, secretario del Tesoro de la administración Clinton, ocupó la presidencia del Consejo Nacional Económico de Obama. Fue el promotor de esa desregulación que incluyó la eliminación de la separación entre bancos comerciales y bancos de inversión. Esa medida había sido establecida en 1932 por la ley Glass-Steagall Act, como consecuencia del crac del ’29, y fue suprimida mediante la ley Gramm-Leach-Billey de 1999. En el siguiente cuadro se observa que esa red “puerta giratoria” tiene una continuidad en gobiernos demócratas y republicanos.

George W. Bush tuvo como secretario del Tesoro a Henry Paulson, quien trabajó en Goldman Sachs desde 1974, y era su director cuando ingresó en ese gobierno. En un esclarecedor documento del economista Julio Sevares publicado en la revista Realidad Económica (Nº 260), se explica que dos años antes de convertirse en funcionario Paulson encabezó un grupo de bancos de inversión que presionó por la reducción de los requerimientos de capital propio a las entidades. “La influencia de las finanzas sobre las regulaciones financieras se canalizó a través de los hombres del sector que participaron o participan en los gobiernos”, señala Sevares en “El poder financiero en la desregulación y liberalización de las finanzas”.

Las instituciones financieras tuvieron un papel central en promover la desregulación del sistema con sus ejecutivos convertidos en funcionarios, para luego también ejercer una impresionante capacidad de lobby para obtener el rescate por la crisis que provocaron. Después de la caída del banco de inversión Bear Sterns, las seis entidades más grandes de Estados Unidos (Goldman Sachs, Bank of America, JP Morgan-Chase, Citigroup, Morgan Stanley y Wells Fargo) ejercieron un activo lobby para influenciar en el Congreso y en el gobierno. Sevares revela que ese grupo ha contratado más de 240 ex funcionarios de gobiernos como lobbystas y gastaron centenares de millones de dólares en esa misión. Muchos de ellos “fueron arquitectos del régimen bancario que llevó a la crisis, cuando eran empleados en el Congreso o en puestos del gobierno federal”, afirma Sevares en base a la investigación de Kevin Connor Big bank takeover. How too-big-to-fail’s army of lobbyists has captured Washington, publicada por el Institute for America’s Future. El saldo que ofrece ese documento es impactante: en el conjunto de lobbystas de los seis grandes bancos y sus asociaciones, 243 trabajaron en el gobierno federal, 202 en el Congreso y el resto en la Casa Blanca, el Tesoro o en agencias gubernamentales de relevancia.

Sevares informa que, según la investigación de una organización de defensa y educación del consumidor de los Estados Unidos, en la última década las organizaciones financieras invirtieron 5100 millones de dólares en comprar influencia política. De ese monto, 1700 millones fueron “contribuciones de campaña” a congresistas y candidatos presidenciales, y el resto como pago a los lobbystas del sector financiero en el Congreso y en otras instancias del Estado. “Los congresistas que apoyaron las medidas favorables al sistema financiero recibieron mucho más dinero que los que no las apoyaron”, revela Sevares. Bajo esas normas institucionales, esa práctica no se la denomina corrupción sólo porque está legalizado ese tráfico de influencias y dinero.

No se trata ya sólo de que la aplicación de teorías económicas incorrectas conduce a políticas incorrectas, como se demostró con el neoliberalismo en la década del noventa en Latinoamérica y ahora en Estados Unidos y Europa. Más aún, esas políticas han fomentado las crisis y exacerbaron su profundidad y duración. Ese resultado no es un “accidente”, como sostiene el mundo de las finanzas y sus propagandistas, sino que se explica en que los protagonistas principales de la actual fase del capitalismo dominado por las finanzas globales tratan de preservar y ampliar su poder sin importar los costos que ello implica. Para esa tarea cuentan con la suficiente capacidad de influir en las áreas sensibles de los gobiernos que les permiten mantener sus privilegios, sin importar que al mismo tiempo se desmorone lo poco o mucho de la estructura social de esos países que aún mantienen la categoría de potencias mundiales.