Después del OXI: cuando los fuertes ya no son capaces de hacer cuanto pueden y los débiles ya no quieren sufrir cuanto deben
La noche del pasado domingo entramos en una nueva época histórica en toda Europa. Y el viento sopla ahora de empopada: los fuertes ya no son capaces de hacer cuanto pueden y los débiles no están ya dispuestos a sufrir cuanto deben. El ejercicio de intromisión en la soberanía nacional griega que han llevado a cabo a plena luz los Juncker, Merkel, Schaüble, Dijsselbloem, Lagarde y Rajoy, y en la penumbra, Renzi y Draghi, tiene sin duda su precedente histórico –como casi todo en Europa— también en Grecia.
Desafíos para la democracia
En el día de ayer mientras se desarrollaban comicios en distintos distritos de nuestro país, en Grecia, cuna de la democracia, la ciudadanía se pronunciaba por el NO a las políticas de ajuste que buscan imponer el FMI y los bancos europeos a ese país como precio para sostenerse dentro de la zona del euro.
La Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) celebra la decisión mayoritaria del pueblo griego, que pone de manifiesto la dignidad de una nación que se resiste a condicionar su futuro bajo el peso de una deuda impagable.
Respecto de la situación de Grecia se han señalado las similitudes con lo ocurrido en la Argentina, donde hemos vivido la voracidad de los grupos concentrados, el capital financiero y las recetas de los organismos internacionales, que nos llevaron a la crisis de 2001 y 2002.
Krugman y Stiglitz llaman a votar por el “no”
Los premios Nobel de Economía estadounidenses Paul Krugman y Joseph Stiglitz se expresaron ayer a favor del voto al “no” en el referéndum que Grecia celebrará el próximo domingo 5 de julio, para decidir si Atenas acepta la propuesta de acuerdo planteada por los acreedores internacionales. “Votaría no”, indicó Krugman, muy crítico con las recetas de ajuste fiscal aplicadas en Europa para salir de la crisis. Por su parte, Stiglitz sostuvo que “un voto del sí significaría una depresión casi sin fin”, mientras que “un voto del no abriría al menos la posibilidad de que Grecia, con su fuerte tradición democrática, pueda tomar su destino en sus propias manos”.
Si ahora ocurriera un Grexit, prepárense para un Italexit el año que viene
El fracaso a la hora de lograr un acuerdo en Grecia trae su causa primera en el error de diagnóstico. Al final, el paciente empeoró y lo que ahora quiere es que dejen de tratarle.
¿De verdad puede Europa prescindir de Grecia? El cálculo fatalmente catastrófico
“Para Grecia, un Grexit representaría un gran shock a corto plazo, del que se recuperaría económicamente a largo plazo. Para nosotros, exactamente lo opuesto. A corto plazo, los costos son despreciables. A largo plazo, se aceleraría la decadencia de la UE. Impedir el Grexit debería ser la prioridad más destacada de la política alemana y europea. En interés propio.”
Quebrar a Grecia
Me he mantenido prudentemente callado en relación con Grecia: no quería gritar “¡Grexit”! en un teatro lleno a rebosar. Pero dadas las informaciones sobre las negociaciones en Bruselas, algo hay que decir: ¿qué se creen los acreedores, y en particular el FMI, que están haciendo?
Esta tendría que ser una negociación sobre objetivos de superávit primario y, luego, sobre una reducción de la deuda que eliminara la perspectiva de interminables crisis futuras.
La lección de democracia del “catalizador griego”
Con la decisión del gobierno y el Parlamento griego de convocar el próximo 5 de julio a un referendo para que los ciudadanos decidan si aprueban o rechazan el dictado de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) –la Troika-, el gobierno de Syriza ha llevado la cuestión de la crisis de la deuda al lugar que le pertenece, o sea al nivel político de la decisión popular, para que el pueblo decida la crucial cuestión política de si la sociedad existe o no, de si el pueblo es soberano o no.
Con quién está negociando exactamente Varoufakis, y cuál es la estrategia del gobierno de Syriza
Los cuatro meses de extensión del préstamo que se aseguró el viernes de la semana pasada por el ministro griego de finanzas, Yanis Varoufakis, venían con la condición de que Grecia proporcionara una lista de medidas que convencieran a los prestamistas internacionales, particularmente a los bancos alemanes representados por los ministros de finazas en Bruselas, quienes temían que Atenas pudiera eludir los compromisos de recorte del gasto y introducción de medidas de austeridad. El pasado lunes, Atenas envió la lista. Hoy tenemos para discutir todo esto a Michael Hudson. Es un distinguido investigador y profesor de teoría económica en la Universidad de Missouri-Kansas. Su próximo libro se titila: Matar al huésped: cómo los parásitos financieros y la servidumbre por deuda destruyeron la economía global.
Hormigas y cigarras
Después de una primera ronda de entrevistas para plantear su posición ante diferentes mandatarios europeos, el gobierno griego recibió el primer apriete de la troika, que considera a la austeridad como parte de los tratados ya vigentes. La respuesta de Tsipras fue inmediata: “Grecia no aceptará más órdenes, especialmente las enviadas por correo electrónico”, refiriéndose al estilo de “gobierno” que ejercen los tecnócratas de las entidades de crédito. Según el diario El País, “el único bálsamo que recibió fue la masiva manifestación ciudadana en apoyo al gobierno”, en referencia a los miles y miles de griegos que salieron el jueves a decir “sí” a su soberanía en las calles. No lo hacen por el chori. Lo hacen porque el nuevo gobierno griego los defiende a ellos. El apoyo popular no es “el único bálsamo”, sino la base de su legitimidad.
Fue una semana muy intensa. El martes, el primer ministro italiano, Matheo Renzi, y Tsipras sorprendieron al término de una reunión privada, cuando, con cámaras y micrófonos delante, Renzi le extendió a Tsipras su regalo: una corbata italiana. Se sabe que los miembros del gabinete griego –todos varones, dicho esto sea de paso– no la usan.