Una buena para Guate“mala”
Los más de 1.700 indígenas mayas masacrados por el ejército guatemalteco entre agosto de 1982 y marzo de 1983 tuvieron el último viernes su día de gloria. Lo que ansiaban oír desde hace más de treinta años vino este viernes de boca de la jueza Jazmín Barrios, quien declaró al golpista Efraín Ríos Montt culpable de genocidio y crímenes contra la humanidad y lo condenó a 80 años de prisión. Esa sentencia al hombre que manejó con puño de hierro a su país muestra cómo han cambiado las cosas en Guatemala y América latina en las últimas tres décadas.
La historia de Montt es la página más negra de la historia guatemalteca. Según algunos reportes de la prensa local, tuvo un pequeño papel en uno de los hechos que marcaron la historia del siglo XX en este país centroamericano: el derrocamiento, en 1954, del presidente de izquierda Jacobo Arbenz, un golpe organizado por la CIA. Pero su rol sería mucho más importante veinte años después, en 1974, cuando –tras llegado ser nombrado brigadier general y jefe de Estado Mayor del Ejército– se presentó como candidato a la presidencia por el Frente de Oposición Nacional. Esa vez perdió frente a otro general: Kjell Eugenio Leugerud García.
Luego, en marzo de 1982, un golpe de Estado encabezado por él mismo derrocó a dos presidentes: al saliente mandatario Fernando Romero Lucas García y al electo pero, aún no asumido, Ángel Aníbal Guevara (ambos militares). Diecisiete meses estuvo en el poder Ríos Montt antes de ser, a su vez, derrocado por su propio ministro de Defensa el 18 de agosto de 1983.
Sin embargo, ese medio millar de días lo perseguirían por el resto de su vida. Durante ellos creó las Patrullas de Autodefensa Civil, que armó e involucró de lleno a los civiles en el conflicto; fue un abierto defensor de la rama fundamentalista del protestantismo a la que seguía –en un país abrumadoramente católico– y se negó a escuchar los pedidos de clemencia del papa Juan Pablo II por seis hombres condenados al paredón.
De alguna manera, su vida posterior ha sido un largo epílogo a esos 17 meses.
En 1989, fundó el partido Frente Republicano Guatemalteco, con el que trató de aspirar a la presidencia un año después, pero una provisión constitucional que prohibía a participantes en golpes de Estado presentarse se lo impidió.
Volvió a intentarlo en 2003, con el mismo partido. Cuando la Corte Suprema de Justicia suspendió su campaña, Ríos Montt llamó a sus seguidores a protestar en las calles. Durante dos días se produjeron motines en Ciudad de Guatemala. Poco después la Corte Constitucional falló a favor de Ríos Montt, quien pudo presentarse en las elecciones. Quedó en tercer lugar, con el 19% de los votos.
Mientras esto sucedía, en España corría un proceso en su contra por genocidio, detención ilegal y terrorismo de Estado, iniciado en 1999 por la premio Nobel de la Paz guatemalteca e indígena maya Rigoberta Menchú. Dentro de este proceso, en septiembre de 2005, el Tribunal Constitucional de España dictaminó que los tribunales de ese país podían juzgar a personas acusadas de crímenes contra la humanidad, así las víctimas no fueran españolas.
Sin embargo, al igual que ocurrió con Augusto Pinochet en Chile o con Jorge Videla en la Argentina, no fue una nación extranjera la que juzgó a Ríos Montt, sino las cortes de su propio país. En enero de 2012, cuando expiró su inmunidad como congresista –había sido elegido en 2007– fue acusado formalmente de genocidio y crímenes contra la humanidad junto a otros tres ex generales.
Exactamente un año después, el 28 de enero de 2013, se dio comienzo al histórico evento, en el que, por primera vez en el mundo, un ex jefe de Estado enfrentaba un juicio por genocidio ante un tribunal nacional. Evidentemente, este juicio ha mostrado cuán abiertas siguen las heridas de la historia en Guatemala: en una publicación titulada La farsa del genocidio, que circuló la semana pasada en Guatemala, la autodenominada Fundación contra el Terrorismo dice que el juicio contra Ríos Montt es una “conspiración marxista desde la Iglesia católica”.
El último viernes, en las afueras del tribunal se escenificaron marchas a favor y en contra del ex mandatario de facto. Dentro de la audiencia, luego de negarse a hablar durante todo el juicio, el acusado tomó la palabra por primera vez el jueves 9 de mayo para declararse inocente. Pero, este viernes una jueza guatemalteca decidió lo contrario. Ahora todo indica que José Efraín Ríos Montt terminará sus días tras las rejas.
Miradas al Sur - 12 de mayo de 2013