Venezuela: en política, el diálogo hace avanzar las cosas
En Venezuela, el poder no se ha derrumbado, ni tambaleado, ni siquiera resquebrajado. Ningún ministro ha abandonado a Nicolás Maduro, ningún general con mando de tropa ha desertado. Ninguna fisura ha conseguido hendir la unidad cívico-militar. Esa es la realidad de Venezuela, y la Venezuela real.
El 13/05/19, saludo y converso con Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela, en su despacho del Palacio de Miraflores, Caracas. Total normalidad en la sede del Gobierno. Antes de encontrarme con el Presidente, me instalan en una salita porque el Embajador de la Confederación Helvética (Suiza) viene a presentar sus cartas Credenciales. La guardia de honor, con su vistoso traje rojo de húsar, presenta los honores e interpreta los himnos nacionales. El Presidente constitucional de la República Bolivariana también recibe a una delegación de representantes de Naciones Unidas.
Reina la habitual agitación característica de este elegante y coqueto centro del poder político. Visitantes, altos funcionarios, empresarios, periodistas, ministros, asesores circulan por los pasillos que rodean el ajardinado patio central.
Conversan, discuten, hablan por teléfono o esperan. Siempre ha sido así. Nicolás Maduro es el cuarto Presidente de Venezuela que conozco desde los años 1980. El primero fue Carlos Andrés Pérez (social-demócrata) con quien intercambié mucho y entrevisté varias veces.
Luego fue Rafael Caldera (demócrata cristiano), hombre de gran experiencia política, con quien dialogué también bastante. A partir de 1999, frecuenté asiduamente al comandante Hugo Chávez, fundador de la Va Republica y líder de la Revolución Bolivariana. Y por fin, después del 14 de abril de 2013, el actual Presidente ha tenido la gentileza de concederme varias largas entrevistas. La última de ellas, a final de diciembre pasado.
No he visto a Nicolás Maduro desde entonces. Y en estos largos cinco meses, la República Bolivariana ha padecido algunas de las más violentas agresiones imperialistas de toda su historia. Desde la autoproclamación, en enero, de Juan Guiadó como «presidente encargado» designado por el presidente de Estados Unidos Donald Trump. Hasta la chapuza del «golpe de Estado» del 30 de abril con el apoyo de unos cuantos militares de bajo rango. Pasando por la violenta tentativa de «invasión humanitaria» en la frontera con Colombia el 24 de febrero; y el sabotaje terrorista del 23 de marzo contra el sistema eléctrico y sus nefastas consecuencias: apagones y cortes en la distribución del agua.
Sin contar los múltiples ataques y amenazas de otro tipo, en particular el bloqueo económico y la asfixia financiera que impiden a las autoridades comprar los indispensables alimentos y medicamentos para la población… Las victimas de esos criminales bloqueos se cuentan ya por decenas de miles… Pero, en tiempos de pos verdad, la agresión mediática -otro frente abierto contra Venezuela- atribuye descaradamente ese sufrimiento al gobierno bolivariano… El ladrón gritando: «Al ladrón!»…
Nicolás Maduro ha vencido todos estos obstáculos. Con la serenidad que le caracteriza. Mientras sus adversarios escogían la violencia y la confrontación brutal.
Los que no lo conocían han descubierto a un dirigente tranquilo. Firmemente asentado en un poder legítimamente y democráticamente conquistado en las elecciones del 20 de mayo de 2018.
El guión que Washington, en enero pasado, le vendió al mundo -y en particular a sus aliados europeos- según el cual Maduro no tenía ningún apoyo popular; que bastaba la «autoproclamación» como presidente de un títere cualquiera para que toda la estructura del poder en Venezuela se derrumbara, se ha revelado falso. Totalmente falso.
En Venezuela, el poder no se ha derrumbado, ni tambaleado, ni siquiera resquebrajado. Ningún ministro ha abandonado a Nicolás Maduro, ningún general con mando de tropa ha desertado. Ninguna fisura ha conseguido hendir la unidad cívico-militar. Esa es la realidad de Venezuela, y la Venezuela real.
De todo esto converso, en su oficina, con el Presidente Maduro.
Con una convicción absoluta me dice: «En política, solo la negociación, el diálogo, la discusión hacen avanzar las cosas. Nosotros apostamos por la mesa de intercambio. Todas las fuerzas políticas del país están invitadas a participar. Sin premisas ni líneas rojas. Entre venezolanos de buena voluntad podemos y debemos encontrar una solución que deje fuera la violencia y la agresión imperial.»
Con Nuestra América - 18 de mayo de 2019