“Vivimos en un capitalismo de cuadros”

Entrevista a Gérard Duménil por Natalia Aruguete
Producto de la creciente desigualdad en los ingresos iniciada en la década de 1970, en la actualidad se asiste a una “sociedad cuadrista”, observa Gérard Duménil. Los cuadros –ubicados en la cima de la jerarquía salarial– manejan el sistema: definen dinámicas económicas, pautas culturales y normas sociales. Para el economista francés, la fracción más baja de los asalariados vive un fuerte estancamiento de su capacidad de consumo, mientras que los cuadros concentran una cuota enorme de los ingresos totales. Dedicado al estudio del neoliberalismo y sus especificidades dentro del sistema capitalista, Duménil visitó Buenos Aires invitado por el Centro Franco Argentino, el IADE y la Sociedad de Economía Crítica. Ha dictado conferencias en distintas instituciones de Buenos Aires y del interior del país. En diálogo con Cash habló sobre los rasgos centrales de la fase actual del neoliberalismo en Estados Unidos y Europa.

En su exposición en el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE), usted planteó que el neoliberalismo ha triunfado. ¿A qué lo atribuye?

–La ideología de derecha triunfó frente a otras ideologías del pasado que sostenían la idea de humanidad, solidaridad e igualdad radical, y eran contrarias a la ideología neoliberal. Esta ideología sostiene que las personas que son mejores pueden trepar las jerarquías sociales, mientras que la gente más pobre que no consigue subir en la jerarquía social es considerada inferior. Desde una postura de izquierda, nosotros rechazamos completamente esta ideología neoliberal de derecha; la ideología de izquierda mantiene la idea de solidaridad, sobre todo con los más débiles.

¿Qué tipo de alianzas de clase observa que se han establecido en esta etapa neoliberal, poniendo el foco en la etapa que se inicia con la última crisis económica mundial?

–Estamos en un capitalismo gerencial. Quienes llevan a cabo el trabajo de una organización, quienes manejan las empresas e, incluso, quienes crean e implementan las políticas públicas, son lo que yo denomino “cuadros”. Es decir que no es la clase capitalista la que maneja el sistema sino los cuadros.

¿Quiénes son esos cuadros?

–Es la fracción superior de los trabajadores asalariados, tanto del sector privado como del sector público, gerencian las empresas y también organizan la Administración. Es tan alta su posición en la jerarquía salarial que controlan a otros grupos de empleados, tienen una formación superior y se reproducen como clase, procurando mantener esa posición social, para ellos y para sus hijos.

¿Qué dinámica adquiere la alianza que usted identifica entre las clases capitalistas y estos cuadros?

–Es una alianza de hecho que resultó de las luchas populares surgidas con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Al comienzo se trató de una alianza informal, iniciada con la crisis de la década del 30 y que se fue consolidando después de la Segunda Guerra Mundial, con el New Deal y el sistema socialdemócrata en Europa. En Francia lo vimos con el Frente Popular, en España, en cambio, resultó en una guerra civil. El Frente Popular se debe entender fuertemente asociado al movimiento obrero. Los dirigentes del Frente Popular hablan de un poder popular, pero al mismo tiempo plantean que se deben organizar las empresas y las políticas públicas de los países de manera distinta, de manera progresista.

¿En qué sentido?

–Creo que no entendieron muy bien lo que estaban haciendo, pero lo hicieron. Salimos de la Segunda Guerra Mundial con una reducción de la desigualdad, con una idea de cómo manejar las empresas de forma distinta sin preocuparse mucho por el poder de los dueños capitalistas. Nos encontrábamos en una sociedad de protección social y de protección del progreso a nivel de la educación, de la salud. Esa lucha histórica para salir del capitalismo se transformó y derivó en un problema de progreso gradual y continuó de esa manera hasta la década de 1970. Desde entonces se inicia una lucha y se logra la victoria de las clases superiores en alianza con las fracciones superiores de los cuadros, que consiguieron reestablecer una dinámica más capitalista. Y al mismo tiempo, los cuadros instalaron un nuevo nivel social.

¿Por qué es tan importante el rol que asumen los cuadros en la etapa actual?

–Se puede ver de forma muy clara en los datos de ingresos. Por ejemplo, en Estados Unidos o en el Reino Unido, los cuadros han percibido un aumento desmedido de sus ingresos. Los salarios de la cima de la jerarquía –ubicados en el 5 ó 6 por ciento de los salarios más altos– concentraron una cuota enorme de los ingresos totales y, además, tienen una dinámica muy diferente de la que perciben los salarios del resto de la población.

¿Qué rasgos podría identificar de la dinámica de los salarios de las jerarquías más altas en comparación con el grueso de los asalariados?

–En las clases bajas se observa un estancamiento absoluto del poder de compra, en Estados Unidos sobre todo; en Francia un poco menos porque siguen luchando. Pero si en Estados Unidos consideramos el 90 por ciento de los salarios pertenecientes a la franja de los ingresos menos elevados, vemos que hubo un estancamiento completo del poder de compra de estos grupos. En cambio, el poder de compra de los sueldos elevados, ubicados en la franja que contiene al 10 o al 5 por ciento superior de los asalariados, están aumentando con una velocidad enorme. También estos nuevos cuadros desempeñan un papel central en la manera de vivir y en la cultura. Ellos, más que las clases capitalistas, son los que definen los nuevos modos de vivir. Estamos en una sociedad cuadrista, ya que ellos marcan las nuevas normas culturales y sociales, son normas cuadristas.

En esta nueva composición social, ¿a qué se refiere cuando afirma que asistimos a un proceso de hibridación?

–Encima de las jerarquías sociales tenemos a estos dos grupos en un nuevo tipo de alianza, que se volvió tan estrecha que ha devenido una suerte de hibridación. Los dueños de capitales van a las empresas y los cuadros con salarios muy elevados luego compran títulos en la bolsa. Asistimos a una conversión de cuadros en capitalistas y de capitalistas en cuadros, a este tipo de hibridación me refiero. Esto es comparable al Antiguo Régimen del siglo XVII y XVIII, donde se daba una situación semejante: una nobilidad que tenía que entrar en el business para lograr más dinero y, al mismo tiempo, las nuevas clases capitalistas querían acercarse y parecerse a la nobilidad. Eso también representó un tipo de hibridación. Así, lentamente, los grupos antiguos fueron desapareciendo, pero hasta la Primera Guerra Mundial desempeñaron un papel político muy importante aunque después eso haya cambiado un poco.

¿Qué nuevas preocupaciones e iniciativas se fueron instalando en los países centrales a partir de la última crisis económica mundial?

–En el caso de Estados Unidos podemos observar nuevas políticas. El ascenso de China, la posición política y militar internacional de Estados Unidos, lo que está ocurriendo en Oriente Medio y el rol de Rusia, todo eso se ha vuelto una situación peligrosa para mantener su dominación a nivel mundial. En Estados Unidos entendieron que se necesitan políticas más fuertes.

¿Qué tipo de políticas?

–Políticas de proteccionismo escondido, políticas industriales, políticas energéticas para tener energía barata. Además, tienen el propósito de acabar con los paraísos fiscales porque necesitan la plata para financiar estas políticas. En Europa no se implementa este tipo de políticas porque no hay un sentimiento nacional fuerte, mientras que en Estados Unidos sí es muy fuerte el sentimiento nacional, por eso creo que las cosas están cambiando en esta dirección. Eso no quiere decir que la dinámica de las clases sociales esté cambiando, pero sí debemos reconocer que la política impositiva dañará en cierta forma a las clases superiores, a las grandes empresas. Las dañará porque las grandes empresas ahora no pagan impuestos y tendrán que empezar a pagarlos. Lo que se destina a impuestos redunda en una disminución de los dividendos. Esto está cambiando, al menos en el caso de Estados Unidos.

¿Se trata de un cambio superficial o cree que tendrá efectos económicos estructurales?

–Cambiará, al menos, en términos cuantitativos. Con el neoliberalismo aumentaron en forma desmedida los números de los millonarios, pero si deben pagar impuestos les resultará mucho más difícil volverse millonarios. Habrá una lucha por esta contradicción entre el Estado, que representa los intereses colectivos del país, y las clases capitalistas, que quieren un país fuerte para defender sus intereses pero no quieren pagar impuestos.

¿Por qué ilustra la configuración del capital actual basándose en la forma de un nudo de corbata?

–El centro del sistema capitalista mundial es un nudo donde se alojan las grandes empresas financieras que tienen las acciones de otras empresas. Las clases ricas colocan su dinero en las grandes empresas financieras para que les manejen su dinero. Significa comprar acciones que van a subir y bajar y así, maximizarán sus rendimientos. Se trata de un nudo porque estas grandes empresas financieras, fundamentalmente de Estados Unidos e Inglaterra pero también de otros países, tienen acciones de otras empresas y se controlan mutuamente, nadie de fuera les controla estas acciones. Pero además son propietarias del resto del sistema, que es la economía no financiera, por cuanto manejan las acciones de esas otras empresas. Una empresa financiera encara a una empresa transnacional que tiene un rendimiento de sus capitales de un 12 por ciento y le dice: “nosotros queremos un rendimiento del 15 por ciento”. Y la trasnacional debe conformarse o le venden las acciones, con lo que bajarán sus cotizaciones bursátiles y, por ende, los ingresos de los cuadros que manejan las empresas no financieras disminuirán. Es decir que, lejos de lo que se afirma, no es el sector financiero el que mantiene el sistema. Claro. Por ejemplo, en Estados Unidos u otros países, si consideramos el total de la economía y sumamos las empresas no financieras, observamos que no hay un flujo de capital que vaya de la Bolsa hacia las empresas. Este sistema ya no funciona de esta manera porque, de hecho, no se emiten acciones nuevas sino que las empresas recompran sus propias acciones. Una empresa que tiene dinero compra sus propias acciones en la bolsa. Eso muestra que el sistema de la bolsa no sirve para colectar dinero que vaya a las empresas, por el contrario, las empresas ganan plata y tiene beneficios que usan para comprar sus propias acciones, esto lo hacen para lograr el alza de sus cotizaciones.

Suplemento CASH de Página/12 - 1 de diciembre de 2015

Noticias relacionadas

Pilar Fagarnés. La propuesta de un camino hacia una economía digital equitativa en los países en desarrollo supone...
Juan Grabois. Para abordar la gran tragedia nacional de la pobreza hay que entender la diferencia entre el núcleo...

Compartir en