¿Y el Banco del Sur?
Parecía que estaba cerca el fin de la influencia del Banco Mundial, e incluso del propio FMI y el dólar como moneda de intercambio y reserva porque la apuesta regionalista impulsada por Ecuador, Venezuela, Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Brasil ya en el 2007, no era solo un banco propio donde cada país tenía un voto, sino incluía un fondo de estabilización monetaria con las reservas internacionales de la región, una canasta de monedas para el intercambio comercial intrarregional, y hasta un propio centro de solución de diferencias entre inversionistas y estados que reemplace al CIADI.
Se trataba de la nueva arquitectura financiera regional. Pues bien, la demora fue mucha. La falta de acuerdos si se trataba de un banco que financie grandes proyectos o uno que mire a las cooperativas, entre otros tires y jales, además de las resistencias brasileñas a la hora de ceder soberanía a un proyecto más continental, nos dejaron casi una década después con un sueño sin cumplir.
La coyuntura hoy es otra. Ya no hay boom sino más bien declive. Y los gobiernos progresistas tienen en agenda otros temas que incluyen su propia permanencia en el poder. El Banco del Sur ya no verá la luz por el momento. Al menos no como se pensó al calor de un giro político a inicios de siglo.
Se ha retrocedido y como a fines de los noventa nos quedamos contentos con que se acaben los fondos buitres y punto. La nueva arquitectura financiera ha pasado a ser nuevamente que haya un Tribunal de Arbitraje de la Deuda Soberana en el marco de Naciones Unidas y a lo mejor un Código Financiero Internacional para acabar con la banda de especuladores y piratas de las finanzas.
- Latindadd, Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos.
América Latina en movimiento (ALAI) - 10 de febrero de 2016