Yanis Varoufakis esta en la picota por hacer lo que había que hacer

Phillipe Legrain
Yanis Varoufakis tiene estos dias pocos amigos en los círculos oficiales. Al ex ministro de finanzas de Grecia hace mucho que le aborrecen sus antiguas contrapartes de la eurozona, a quienes puso en evidencia de manera contraproducente su mediocridad. Desde su cese por su primer ministro, Alexis Tsipras ha criticado la capitulación de Grecia a las exigencias de Alemania, y sus compañeros de Syriza están perdiendo también la paciencia con él. Se esta convirtiendo en el chivo expiatorio perfecto por haber ideado un audaz plan de escape en caso de que los acreedores de Grecia cerrasen su sistema bancario y cortaran sus lazos económicos internacionales, como hicieron finalmente.

Si bien el plan para crear un sistema de pagos paralelos a partir del censo fiscal del país era ciertamente poco ortodoxo, era, por otra parte, totalmente comprensible. Hasta las recientes revelaciones, Varoufakis estaba siendo criticado por enfrentarse a los acreedores de Grecia en la eurozona sin tener un plan B en caso de que las negociaciones fracasaran. Muchos expertos y analistas, entre los que me incluyo, aconsejamos que el gobierno griego necesitaba prepararse para poner en circulación una moneda paralela que proporcionase liquidez a la economía en caso de que las autoridades de la eurozona cerrasen los grifos. De esa manera podría amenazar de manera creible con dejar de pagar la deuda y a la vez permanecer en la zona del euro. Y convencer así a sus acreedores, al menos eso esperaba, que ofrecesiesen el alivio de la deuda que necesita desesperadamente la economía griega para recuperarse.

Pero ahora resulta que Varoufakis tenia un plan B, y esta siendo atacada por eso también. Algunos critican la supuesta imprudencia y la duplicidad de prepararse para introducir una moneda paralela que podría haberse convertido en un nuevo dracma, dado el compromiso oficial del gobierno de permanecer en el euro. Pero eso es hipócrita. Los gobiernos deben y, de hecho se preparan, para hacer frente a todo tipo de circunstancias. El Banco de Inglaterra hace bien en prepararse frente a la posibilidad de un “Brexit”, que puede que ocurra aunque no sea la política del gobierno. Es de esperar que Whitehall tenga planes para hacer frente a un invierno nuclear o una epidemia catastrófica. Varoufakis tenia razón al prepararse para una situación que no era solo posible, sino probable.

Otros objetan que el plan no hubiera funcionado. Pero ¿por qué no? En principio, la idea de establecer un sistema de pagos paralelo a fartir de los números de identificación fiscal de la gente es ingeniosa. Dado que el valor de la moneda paralela derivaría del hecho de que el gobierno griego la aceptaría para el pago de impuestos atrasados, actuales y futuros, tiene mucho sentido. Teniendo en cuenta que se necesita tiempo para imprimir y distribuir los nuevos billetes, parece sensato comenzar con un sistema sistema puramente electrónico.

Tal vez la mayor objeción es que “hackear” el sistema fiscal es ilegal. No soy un experto en legislación griega y dudo que los comentaristas extranjeros lo sean. Pero si Tsipras hubiera decidido seguir adelante con el plan después del Oxi (no) de los griegos en el referéndum, sin duda podría haber obtenido la aprobación del Parlamento, o invocando un caso de fuerza mayor. Despues de todo, es dificil imaginar emergencias nacionales mayores que los acreedores amenacen con hacer saltar por los aires el sistema bancario y, con él, los ahorros de la gente y el capital circulante de las pequeñas empresas.

Lo que los críticos realmente objetan es la preparación secreta del plan. Pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.

Hace un siglo, el Imperio británico administraba las aduanas de China y cobraba impuestos que ayudaban a pagar los intereses de la deuda externa del país. Este régimen cuasi colonial de explotación solo llego a su fin después de la revolución China en 1949, y es una fuente de resentimiento incluso hoy en dia.

Grecia esta en una situación similar. Según varoufakis, la secretaria general de ingresos públicos en el Ministerio de Hacienda esta “controlada total y directamente por la Troika” – las instituciones que representan a los acreedores de Grecia. Al igual que en el caso de China, la justificación oficial es que los extranjeros pueden asegurar de forma eficiente el cobro de impuestos. Mas importante aun, le otorga a los gobiernos de la eurozona control sobre importantes aspectos del sistema impositivo griego – y, por tanto, sobre su destino económico.

En tales circunstancias, es comprensible que Varoufakis, evidentemente con la aprobación de Tsipras, mantuviese su plan en secreto y recurriese a cualquier atajo cuando fuese necesario. “Hackear” el sistema tributario, aunque es muy de lamentar, es en este caso algo proporcionado y justificado. Varoufakis estaba lejos de tramar una revolucion.

Phillipe Legrain, periodista y economista, fue asesor del presidente de la Comisión europea hasta 2014. Su último libro es European Spring: Why Our Economies and Politics are in a Mess – and How to Put Them Right.

Sinpermiso - 2 de agosto de 2015

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