Ante la convocatoria del Episcopado a una supuesta Reconciliación.
Con el ya clásico argumento de la “reconciliación” la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) informa que ha invitado a la asamblea a un limitado grupo de personas “víctimas de la violencia” presentado como ¨un tiempo de reflexión sobre los acontecimientos ocurridos durante la última dictadura militar¨.
Esto comenzará ¨con la escucha de algunos testimonios de familiares de personas que sufrieron las consecuencias de este período marcado por la violencia en distintos ámbitos de la sociedad¨. Como se ha informado, se han invitado a algunos familiares de víctimas del “terrorismo de estado” y también familiares de militares. La intervención de los organismos de derechos humanos motivó una declaración de “Precisiones” por parte de la CEA donde se presentó el hecho como ese “tiempo de reflexión” al que hicimos referencia con el objetivo de buscar “realizar, más adelante, un camino de diálogo entre los obispos en el marco de la cultura del encuentro y la amistad social”. Todo esto enmarcado – dicen – en la propuesta del papa Francisco de la “cultura del encuentro”, la reconciliación y pacificación.
Sobre esto quisiéramos señalar algunos elementos importantes:
- No hay reconciliación posible entre víctimas y victimarios, particularmente cuando estos no han dado ni un solo paso en ese sentido: siguen afirmando que lo que hicieron fue lo correcto, siguen sin dar información sobre los detenidos-desaparecidos, siguen sin dar información sobre los entonces niños apropiados, siguen en una cadena de silencio y complicidad cuyas resonancias siguen día a día presente en la sociedad.
- Si de “tiempo de reflexión” se trata, quizás la CEA debiera comenzar por revisar sus propios archivos, y convocar a los capellanes militares para conocer de “propia mano” las complicidades y activa participación en un terrorismo de estado del cual varios de sus miembros fueron responsables y ejecutores. Si lo que pretenden es – a 41 años del golpe cívico-eclesiástico-militar – saber qué pasó, seguramente tendrán buen material en sus propios archivos.
- Siendo que muchos creemos que una buena parte del Episcopado de aquel entonces fue instigadora, ”bendecidora”, o al menos cómplice silencioso del genocidio, no nos parece sensato que clamen por una reconciliación o encuentro sin comenzar por pedir expreso perdón a las víctimas y esperar de ellas que por propia iniciativa decidan si quieren o no otorgarlo. La deseada “reconciliación” no es una “conciliación obligatoria”.
- La actitud episcopal llama la atención por una nueva referencia a la “teoría de los dos demonios”, aunque en muchos momentos pareciera que sólo están preocupados por lo que entienden como “el demonio principal”. Cristian von Wernich sigue sin ser expulsado del estado clerical a pesar de haber sido condenado por la justicia independiente por crímenes de lesa humanidad. Todavía se encuentran con vida capellanes de las fuerzas armadas y de seguridad que tienen mucho que informar y que fueron "cómplices sagrados" de la represión ilegal en nombre de una cultura occidental y cristiana, por ejemplo. Mons. Eugenio Zitelli de Rosario,Emilio Graselli y muchos otros.
- Lamentablemente no resulta sorprendente que la CEA haya esperado un gobierno negacionista y con gran cantidad de amigos o cómplices del genocidio entre sus filas. El modelo económico de la dictadura se repite en la actualidad con casi total coincidencia de acciones y principios; y – como ayer – asistimos impávidos al silencio episcopal ante sus graves consecuencias: hambre, desnutrición infantil, empobrecimiento, desocupación, represión, endeudamiento, presos políticos, sometimiento imperial, etc. El nombramiento de un nuevo obispo castrense no hace sino alentar nuestros temores.
- Mientras el actual gobierno manipula un acomodaticio poder judicial, quita recursos, interviene en las prisiones domiciliarias de genocidas, y – por otro lado – reprime indiscriminadamente y quita recursos a las provincias o instituciones que no le son “amigables” asistiendo a un revanchismo de clase doloroso y preocupante repetimos que toda reconciliación, o encuentro empieza posicionándonos claramente del lado de las víctimas. Quedar bien “con Dios y con el diablo” sin duda nos dejaría bien con este y rechazando a Aquel.
Creemos que nuestra misión como seguidores del crucificado, asesinado y también resucitado por el Padre Dios indicando de qué lado toma partido, es permanecer junto a los crucificados, entre quienes contamos a los miles de familiares que todavía hoy ignoran el destino de sus familiares, la identidad que les fue negada, o la justicia que quedó cajoneada. Y junto a esos y esas crucificados seguir buscando y haciendo memoria, verdad y justicia.
Grupo de Curas en la Opción por los Pobres - 3 de mayo de 2017