Buena onda y diferencias por el libre comercio

Nicolás Lantos desde Santiago
Más de cuarenta mandatarios de América latina y Europa empezaron a desarrollar una amplia agenda. Argentina obtuvo un apoyo unánime de respaldo a las resoluciones de Naciones Unidas sobre Malvinas. Europa critica el proteccionismo.

“Esta cumbre demuestra que estamos ante una nueva época”, aseguró la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ayer al mediodía al arribar al aeropuerto de Santiago de Chile para participar del primer encuentro entre la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac) y la Unión Europea (UE), que se celebra este fin de semana con la participación de 61 países miembro de ambos bloques continentales. Alrededor de cuarenta mandatarios participaron por la tarde de la primera jornada del encuentro, que culminó con la firma de la Declaración de Santiago, un extenso documento cargado de buenas intenciones y pocas precisiones, pero que marca una tónica novedosa para la relación interregional, en mayor pie de igualdad que nunca antes desde que Cristóbal Colón hiciera tierra en este hemisferio, hace ya más de 500 años. Entre los compromisos asumidos figura la creación de una Alianza para el Desarrollo Sustentable que promueva “inversiones con calidad social y ambiental”, según manifiesta el documento, que incluye un guiño al reclamo argentino sobre la soberanía del Atlántico Sur.

“Dos acontecimientos de magnitud” se llevan a cabo este fin de semana, destacó la mandataria en un breve mensaje que dio a la prensa apenas bajar del Tango 01 que la llevó a Chile: además de la cumbre entre los dos bloques tendrá lugar el lunes el paso de la presidencia pro témpore de la Celac, de manos del presidente chileno, Sebastián Piñera, a las del gobernante de Cuba, Raúl Castro, un hecho de capital importancia debido a que uno de los principales motivos para formar este organismo, de apenas un año de vida, para reemplazar gradualmente a la Organización de Estados Americanos, con sede en

Washington, fue la posibilidad de incluir a la isla, vedada de la OEA por los Estados Unidos después de la revolución de 1959 y en los albores de los ’60.

Nueva época, viejos argumentos

“Esta nueva época marca una América latina y un Caribe muy unidos, con diferencias, con distintas visiones, pero fundamentalmente con una misma concepción de unidad, de progreso y de inclusión social”, aseguró CFK. “Es un camino en el que venimos bien y que estamos trabajando hace mucho”, agregó. En ese sentido, uno de los objetivos de la mandataria para este fin de semana fue forzar a un replanteo en los planes de avanzar hacia un tratado de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea, que desde Europa intentan acelerar, en una situación análoga a la que había con

Washington hasta 2005 respecto al frustrado ALCA. En ese sentido, la argentina se anotó un poroto tras mantener una reunión bilateral con su par brasileña, Dilma Rousseff, con quien se comprometió a diseñar una nueva oferta para realizar a los europeos antes de fin de año (ver aparte).

La agenda cargada de la Presidenta incluirá hoy una reunión bilateral con la alemana Angela Merkel, una de las principales propulsoras de una apertura de mercados entre ambos bloques.

Como anticipó Página/12, otros temas que la Argentina puso sobre la mesa de negociaciones no llegaron a la declaración final, como una condena explícita al rol de los fondos buitre o la posibilidad de pensar una reestructuración o reemplazo del Centro Internacional de Disputas sobre Inversiones (Ciadi), organismo que depende del Banco Mundial y que resulta favorable a las empresas por sobre los Estados. La propuesta, coordinada desde la Unasur, es crear un nuevo tribunal que incluya en su composición representantes de países de la región.

En respuesta, desde Europa, hubo pedidos de menos proteccionismo y mayor transparencia y seguridad para las inversiones. “Necesitamos un compromiso político sólido para frenar el proteccionismo y promover la liberalización”, dijo el presidente de la Comisión Europea, el español, Juan Manuel Barroso, en la clausura del Foro Empresarial que anticipó la cumbre de jefes de Estado. En el mismo sentido, en una breve aparición ante la prensa, se manifestó Merkel, que pidió “tener mercados abiertos en el sentido de libre comercio, sin proteccionismo” y pidió acelerar el acuerdo de libre comercio con Mercosur. La reunión de hoy cara a cara con CFK promete ser chispeante.

Respecto de la soberanía de la islas Malvinas, aunque el Reino Unido, como miembro de la UE, bloqueó cualquier tipo de mención explícita, en el punto cinco del documento hay un claro guiño a la postura argentina. Allí, los 61 países firmantes reafirman su compromiso “con todos los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas” y la “decisión de apoyar todos los esfuerzos para defender la igualdad soberana de todos los Estados, respetar su integridad territorial e independencia política” además de “abstenerse en las relaciones internacionales de la amenaza o el uso de la fuerza”, “apoyar la resolución de controversias por medios pacíficos y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional.”

Poco más que buenas intenciones

“Reafirmamos nuestro compromiso de adoptar políticas que promuevan el comercio y la inversión entre los países de la Celac y la UE, convencidos de que ello contribuirá a garantizar el desarrollo sostenible y que puede fomentar el crecimiento económico y la generación de empleo, especialmente el empleo juvenil, en ambas regiones”, dice el documento de 14 páginas y 48 puntos que fue aprobado por unanimidad en un trámite bastante veloz para lo que suele suceder en este tipo de citas. Según la declaración estas políticas “deben estar basadas en la cooperación y la complementariedad, la solidaridad y la inclusión en social, con responsabilidad ambiental”.

En otro pasaje, los 61 mandatarios (33 de América latina y 28 europeos) manifiestan su “acuerdo en que la prioridad es el de-sarrollo social, la salud, la educación y la promoción de crecimiento económico sostenido e incluyente, garantizando al mismo tiempo una sociedad inclusiva, justa y equitativa, dado que la sociedad y las condiciones saludables son esenciales para lograr el desarrollo sostenible”, aunque no abundan detalles respecto de cuáles serían las herramientas que se aplicarían para alcanzar ese objetivo.

Página/12 - 27 de enero de 2013

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