Ansiedad en el círculo rojo

Alejandro Rebossio

 

Acababa de escuchar al presidente Mauricio Macri en el cierre de la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), el 22 de noviembre, y soltó una palabra: “Angustia”. Así describió el ánimo de los empresarios manufactureros uno de sus principales representantes. “Hay diálogo permanente con el Gobierno, ellos pusieron en marcha una ley pyme que era idea nuestra, esperamos que ahora le dé bomba al consumo, las obras públicas, Vaca Muerta, pero estamos cumpliendo el quinto año sin crear empleo, hay recesión, tenés el efecto Trump, la crisis de Brasil, la amenaza de China. 

Vamos desordenamente en la dirección correcta, pero el empresariado está empezando a perder la paciencia”, describía en confianza este capitán de la industria y del círculo rojo el mismo día en que se cumplía un año de la victoria electoral de Macri. Entre los dueños de las pymes manufactureras la confianza está aún más baja.

“Este ha sido un año muy malo”, describió en el discurso de cierre el presidente de la UIA y ejecutivo de Arcor, Adrián Kaufmann Brea. “Ningún país regala sus mercados”, citó a uno de sus antecesores en la Unión y tío de Macri, Jorge Blanco Villegas. Kaufmann buscó en los archivos no digitalizados de la UIA los discursos que ofreció Blanco Villegas cuando presidió la institución entre 1993 y 1997, en el gobierno de Carlos Menem.

“En el segundo gobierno de Cristina Kirchner también se caía la industria y sólo zafabas porque frenaban la importación”, opinaba el poderoso industrial que hablaba de angustia en la conferencia de la UIA, en Parque Norte. Otro empresario manufacturero pero más modesto señalaba, en cambio, que con el kirchnerismo estaba mejor porque ahora la importación le muerde parte de una torta que se achica y recuerda que hace un año sólo cinco de los 24 miembros del comité ejecutivo de la Unión habían votado por Daniel Scioli. Uno de ellos aclaraba que estaba agradecido de que el ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno fuera cosa del pasado.

El patrón de Kaufmann, Luis Pagani, dueño de Arcor, dio el presente en Parque Norte, al igual que Paolo Rocca, de Techint. Reconocía en la intimidad que estaba “preocupado” por la crisis. Cada mes es peor, En octubre pasado, el PBI se contrajo 4,7%, con lo que acumula una caída del 2,8% en el año, según el estudio Ferreres. La inflación que mide el Congreso llegó ese mes al 44% anual. Pagani, de todos modos, dice que invierte. Cumple con lo que Macri les pidió en Parque Norte. No es el caso de otro colega que argumenta: “¿Para qué vamos a invertir si tenemos un 40% de capacidad instalada ociosa en las fábricas? Me hago mala sangre rasqueteando para pagar los sueldos, es lo que me gusta, pero tendría menos poblemas poniendo la guita en Lebacs”.

En el Gobierno pretenden que inviertan para reconvertirse. En la conferencia industrial su ministro de Producción, Francisco Cabrera, anunció que elevaría los reintegros a la exportación y crearía el Ahora 18, para financiar en 18 cuotas sin interés el consumo de manufacturas nacionales. “Que empiecen a exportar”, lanzó el secretario de Industria y ex director ejecutivo de la UIA, Martín Etchegoyen. Su par de Comercio, Miguel Braun, habló una “apertura inteligente” al comercio mundial, pero los industriales prefirieron ovacionar a su compañero de panel, el presidente del Departamento de Negociaciones Internacionales de la UIA, Alfredo Chiaradia, que sostuvo que antes de abrirse había que recuperar “competitividad”. Casi lo mismo reclamó la japonesa Honda.

Un CEO competidor de Pagani lamentaba las ventas de octubre y las atribuía a que quienes recibieron aumentos salariales se muestran conservadores en el gasto porque temen perder el empleo, como tantos otros este año. También preveía una inflación del 25% en 2017, muy por encima de la meta del 17% del Banco Central. Sin embargo, confiaba en el modelo de Macri.

Hombro. Otro ejecutivo de una gran industria nacional, de discurso liberal pero beneficiado por medidas proteccionistas, hablaba de “poner el hombro” al ejecutivo de la automotriz Sevel devenido jefe de Estado. No obstante, admitía que la mitad de sus negocios caían.

Tres empresarios de automotrices europeas se mostraban esperanzados. Uno de ellos vaticinaba un crecimiento del PBI argentino en 2017 del 3,5% o 4% “por el campo, la construcción y el final de la crisis de Brasil” y una inflación del 20%. El segundo recordaba que cuando se cumplió un año del gobierno de Mariano Rajoy en España, en 2012, también reinaba la incertidumbre por el impacto del ajuste que había aplicado, pero destacó que ahora la economía crece al 3% y el desempleo ha bajado del 26% al aún elevadísimo 19%. “Estamos tranquilos, sin reclamos. Salió una buena ley de fomento de las autopartistas, que ahora están en la lona”, dijo el tercero a NOTICIAS, aunque horas después confiaba a otros empresarios que estaba “todo mal”.

En la industria autopartista reconocen que este año la producción para las terminales ensambladoras bajaría 14%, pero esperan un repunte el año próximo porque nuevos modelos reemplazarán a los antiguos Corsa y Clio y demandarán más piezas locales. De todos modos, uno de sus capitostes admite: “Hay ansiedad, no malestar, la gente se pregunta cuándo me llega el brote verde a mí”.

Quienes analizan todos los sectores industriales advierten que unos pocos mejoran, como son los casos de los relacionados al campo: la producción de pick-ups, fertilizantes y maquinaria agrícola. Y además señalan que las automotrices están contentas porque venden más, pero su producción cae y la importación desde Brasil sube. El Gobierno de Macri aceptó que no se equilibre la balanza comercial automotriz con el socio mayor del Mercosur en el año, como establecía el régimen sectorial hasta 2015, sino a lo largo de un periodo de cinco años. La falta de cumplimiento del esquema de intercambio compensado se sanciona con multas. ¿Y si la balanza continúa desequilibrada en los próximos años, las automotrices no reclamarán otra reforma al régimen? Etchegoyen respondió: “La entrada de autos brasileños permitió bajar los altos precios que acá se pagaban hasta 2015 por autos en algunos casos viejos”. Habrá que ver qué sucede si se liberaliza más el comercio con México.

“Hay mucho susto”, comentaba un industrial farmacéutico. “Hay impericia en el Gobierno”, se quejaba de las demoras del Ministerio de Salud en las compras de los medicamentos para los tratamientos del sida y la hepatitis C. Y resaltó que el presidente del Banco Nación, Carlos Melconian, defensor del ajuste fiscal, en contraposición al ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, admitió en la conferencia industrial que la predicción de colapso que formuló Roberto Lavagna ocurrirá si continúa el alto endeudamiento en los próximos años. El ex ministro de Economía es idolotrado por muchos industriales.

El campo, en cambio, sigue confiando en Macri. El presidente de la Sociedad Rural, Luis María Etchebehere, asistió al cierre de la conferencia industrial y destacó que la cosecha del año próximo requerirá 5,6 millones de viajes de camión para sacarla de las fincas, contra 5 millones de 2016. Eso sí: reconoció “problemas de competitividad” en las economías regionales, como la lechería y la fruticultura, pero alegó que son inconvenientes que aparecen “fuera de origen”. “De la tranquera para adentro, somos competitivos. Necesitamos estabilidad monetaria, financiamiento, infraestructura, acuerdos comerciales, reforma tributaria, seguro agrícola”, enumeró Etchebehere. Es curioso, pero su par de la UIA argumenta casi lo mismo: “Somos competitivos de la fábrica para adentro. Afuera tenemos problemas de impuestos, logística…”.

Nadie habla, pero muchos piensan en el atraso cambiario, aunque el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, fue a Parque Norte a negarlo. También a criticar al economista jefe de la UIA, Diego Coatz, por pedir créditos blandos.

Incierto. “Hay incertidumbre, vemos que va a cambiar a partir de la estabilidad económica, pero falta definir una política industrial”, resumía un vicepresidente de la Unión Industrial bonaerense, Daniel Rosato. Uno de los expositores, Gastón Guarino, fabricante de insumos para los molinos eólicos, esperaba que en 2017 se pusieran en marcha las obras que licitó el Gobierno y destacaba los beneficios que finalmente les dio a los proveedores nacionales.

“Nadie está conforme”, contraponía un textil, rodeado de un fabricante de calzado y otro de heladeras. “Los tipos que rajamos no hacen quilombo por el efecto narcótico de las indemnizaciones. Veremos qué hacen en dos años”, agregaba. Pero también fuera de la industria se escuchan dichos desalentadores de supermercadistas y banqueros. En cambio, entre los llamados unicornios, los empresarios tecnológicos que el Gobierno modeliza, el vicepresidente de MercadoLibre, Sean Summers, contaba por estos días que invierten en investigación y desarrollo (I+D) pensando en el largo plazo, incluso desde antes de recibir las rebajas de impuestos y aportes de la ley de software, de 2004.

 

Noticias.perfil - 27 de noviembre de 2016

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