De vez en cuando la vida. José Mujica, futuro presidente de Uruguay

Natalia Uval*

Por no romper el hechizo

Pero sería simplista reducir las historias de Mujica a un cálculo de hasta qué punto cambió con respecto a los 60. Cuando el ayer electo presidente de la República habla de respetar al pueblo blanco y colorado, algo hay del niño que perdió a su padre en tercer año de escuela, a su padre blanco y herrerista, y algo de la admiración que sentía por su abuelo materno, también blanco y herrerista. De aquel niño que observaba cómo el presidente colorado Luis Batlle Berres descendía del ómnibus en el que viajaba para ayudar a su madre a cargar las flores que luego vendería con su hijo. Y, por supuesto, de aquel joven que acompañó durante cuatro años al legislador nacionalista Enrique Erro.

En el hombre que hoy habla con pasión de la naturaleza hay algo del que escuchó durante años en un pozo a las hormigas gritar. El culto a su persona que mucha gente hace contrasta con una mirada que lo trasciende. “Al mirar a largo plazo se reconoce que nuestros alientos y nuestros sueños siempre están limitados. Que logramos algo, subimos algunos escalones y nos queda mucho en el terreno de los sueños, y lo que más podemos intentar es que otros levanten las banderas y construyan. En eso estamos”, dijo en diciembre de 2008 en Canal 5.

Un día de 2005 se casó con su compañera de más de veinte años, Lucía Topolansky. La ceremonia fue en la cocina de la chacra de Rincón del Cerro, con la presencia de un juez que recorrió algunos kilómetros para la ocasión. La que le entregará la banda presidencial en marzo de 2010 será esa “mujer consecuente”, esa “buena cocinera” y ese “refugio”, como la define Mujica hoy. Pero será también la guerrillera, su compañera de todas las luchas. Que es, y no es, la misma.

Para algunas personas, es inaudito que Mujica vaya a recibir la banda presidencial. Más que por lo que propone, por lo que representa. En un país de presidentes mayoritariamente abogados y doctores, el año próximo ocupará ese sitial alguien que no terminó el liceo. Que se come las eses. Que no respeta el protocolo. Que se puso un traje y se peinó con gomina porque “no había más remedio”. En eso, quizás, es en lo que más se parece a su político de referencia en la región, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

Él también tuvo que soportar un rechazo conservador de carácter cultural, que trasciende partidos y que está presente también en la izquierda. Y lo sigue soportando. Basta recordar las recientes declaraciones del músico Caetano Veloso, que lo trató de “analfabeto” y “grosero”.

Esto también empezó a cambiar a partir de ayer. “Mis gustos, mi manera de vivir, mis valores, la calle no pueden renunciar a lo que son. Tienen razón cuando dicen que no tengo pinta de presidente, porque los presidentes que han tenido esa pinta pertenecen a la otra clase, o se suben a la otra clase”, le dijo Mujica en 2008 a Brecha.

Se nota que le hubiera gustado tener hijos y, más que nada, nietos. Tiene algo de felicidad y de tristeza cuando está rodeado de niños. Y los niños parecen percibirlo cuando lo abrazan, le revuelven el pelo de la cabeza y lo sacuden, sin la mínima consideración hacia su investidura de candidato.

A partir de hoy todas las historias de Mujica confluirán en una. Y deberá enfrentarse con otro peligro, tal vez más terrible que las balas de los militares: el poder, y sus abusos, y su ceguera. “Los hombres con mucho poder siempre son peligrosos, más que por sí mismos, por el conjunto que los rodea. Una cosa es un equipo y otra cosa es, con el paso de los años, quedarse rodeado por lambetas, por cortesanos. Porque es duro y riesgoso discrepar con alguien que tiene mucho poder”, le decía Mujica a Miguel Campodónico en 1999. Por sus historias, por sus líneas entrecruzadas, parece posible que el futuro presidente de la República supere también este último riesgo y llegue al último viaje, como decía Antonio Machado en ese poema que a él le gusta citar, “ligero de equipaje, casi desnudo. Como los hijos de la mar”.


Se tomó como referencia la compilación realizada por María Noel Domínguez, Mujica 2009, y el libro Mujica, de Miguel Ángel Campodónico.

*Natalia Uval es docente en la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, Universidad de la República, República Oriental del Uruguay (UDELAR). Fue coordinadora del Posgrado en Metodología de la Investigación Social del CLAEH e investigadora del Observatorio de Medios y Audiencias del CLAEH. Actualmente se desempeña como periodista del área Política del periódico "La Diaria".

[color=336600]Fuente: La Diaria - 30.11.2009[/color]

Discurso de José Mujica en el Palacio Legislativo

Palabras de José "Pepe" Mujica en el encuentro con los intelectuales, el miércoles 29 de abril de 2009, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo de Uruguay.

Discurso de Pepe Mujica en el Palacio Legislativo from Pepe Mujica on Vimeo.

Noticias relacionadas

Pablo Stefanoni. Yamandú Orsi, del Frente Amplio, se impuso con 52% de los votos al candidato de centroderecha...
Agustín Canzani. Las elecciones presidenciales uruguayas mostraron dos bloques políticos muy parejos y con discursos...

Compartir en