Derrotar a la ultraderecha y aprovechar el viento a favor


En nuestro país, como en general en el mundo capitalista, asistimos al fenómeno del avance de diversos espacios de extrema derecha, comúnmente encabezados por personajes distópicos y extravagantes. Algunos de estos espacios han aparecido en los últimos años, mientras que otros son antiguos espacios conservadores, o de centro, que se han desplazado hacia la ultraderecha.

Los hay que proponen ideas neoliberales, otros son estatistas, e incluso algunos europeos reivindican el Estado de Bienestar, pero excluyendo de sus beneficios a los inmigrantes extranjeros. Todos se caracterizan por haber adoptado el lenguaje, las formas y actitudes disruptivas de la ultraderecha neofascista respecto a las normas y modos, antes convencionalmente aceptados, de la democracia burguesa liberal.

Este fenómeno, en la superestructura política de la sociedad, es expresión de la crisis en la estructura económica, en esta etapa oligopolizada y globalizada del desarrollo capitalista, que genera crecientemente obscena desigualdad social y entre países centrales y periféricos del sistema, exclusión de los trabajadores a la informalidad económica, al desempleo y a la precariedad, destrucción del medio ambiente, creciente delito e inseguridad, entre otras distopías.

La democracia liberal, formal y solo representativa y delegataria, con sus espacios políticos organizados en la forma tradicional de partidos, está resultando cada vez más limitada para resolver los crecientemente graves problemas generados por la estructura económica del capitalismo en su etapa actual.

Es ante esta situación (a lo que se sumó el retroceso producido en los espacios de izquierda y progresistas en general, tras la disolución de la Unión Soviética y su tipo de socialismo estatista) que aparecieron las expresiones disruptivas de ultraderecha.

Pero, por otro lado, aparecieron nuevas formas organizativas progresistas desde el campo popular, particularmente en América Latina, mediante la conformación de movimientos sociopolíticos, con diferentes grados de avance, conciencia y organización; integrados por multitud de organizaciones sociales (que encuadran a trabajadores informales), sindicales (que encuadran a trabajadores formales), político-culturales, de derechos humanos, ecologistas, de igualdad de género, de derechos a elección de sexo, campesinas, de comunidades originarias, y otras, y donde también participan partidos políticos de izquierda y progresistas. Comúnmente tienen expresiones electorales frentistas y, en general, permiten condiciones más propicias para el desarrollo de la participación de los sectores populares en la gestión de lo público, es decir, hacia formas de democracia participativa y directa, superadora de las limitaciones de la democracia solo representativa y delegataria.

En nuestro país, en el actual proceso electoral, se enfrentan esas dos expresiones políticas, siendo las siguientes las que tienen posibilidades electorales de triunfo:

  • Por un lado, la extrema derecha, con La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio (otrora pretendida expresión de centro, devenida ultraderechista), que en nuestro país proponen aplicar ideas liberales, propias de la época de la libre competencia, pero para esta época de oligopolización de la economía, por lo que se las caracteriza como neoliberales. Estas ideas ya se aplicaron durante la dictadura de 1976, el menemismo y la Alianza desde los 90, y con Macri durante el anterior gobierno, con sus consecuencias de destrucción de la industria, de las PYMES, masivo desempleo, fuga de divisas, crisis y alto endeudamiento, particularmente con el muy limitante FMI.
  • Por otro lado, el frente popular (hoy denominado Unión por la Patria), encabezado por el movimiento peronista, que desde el 2003 al 2015, con los gobiernos Kirchner, restaurando y ampliando el rol del Estado, provocó un significativo progreso económico, incluido el industrial, y beneficios para los sectores populares, y que, con su gobierno actual, enfrentado a condiciones externas muy desfavorables (pandemia, consecuencias negativas de la guerra en Ucrania, sequía histórica record y, las graves limitaciones de un acuerdo con el FMI, producto de la deuda adquirida por el gobierno Macri), más limitaciones y falencias propias, intentó paliar estas situaciones, particularmente con ayudas a los sectores populares y a la PYMES, pero que resultaron insuficientes.

La combinación de las mencionadas condiciones externas desfavorables con la oligopolización de la economía, produjo, en nuestro país, un crecimiento del flagelo inflacionario, ante el cual el gobierno frentista intentó paliarlo con negociaciones con los grupos oligopólicos, que sistemáticamente firman los acuerdos y luego no los cumplen. Esto provocó el deterioro del ingreso de los sectores populares. Ante esta situación y, en el marco general socio económico y político mundial antes mencionado, creció la ultraderecha, con el significativo apoyo de jóvenes, que no vivieron la época de los gobiernos del frente popular del 2003 al 2015 y solo conocen la crisis con el gobierno Macri y con el actual gobierno frentista.

Pero, analizando la composición social de los tres espacios con posibilidades electorales, resulta claro que el frente popular, Unión por la Patria, está conformado por una multitud de organizaciones del campo popular, como la descripta en un párrafo anterior, que, en caso de llegar al gobierno, abren la posibilidad de que, con coordinación y movilización, puedan sostener e impulsar a su gobierno a aprovechar el cambio muy favorable que se viene produciendo en las condiciones externas, hacia un crecimiento económico, particularmente industrial, con inclusión social, manteniendo y ampliando lo que ha sido una positiva gestión del gobierno actual en cuanto a derechos humanos y política exterior.

En efecto, superada la pandemia, resuelto el abastecimiento propio de combustibles y derivados (gracias a inversiones realizadas durante el actual gobierno), superada la sequía, con proyectos en hidrocarburos y minería (litio y cobre entre otros), y con la intención del frente popular de agregar valor a la extracción de esos recursos naturales mediante la industrialización local, se puede aprovechar en favor del país, y particularmente de sus sectores populares mayoritarios, el cambio de sentido del viento, que deja de soplar en contra y pasa a soplar a favor. Máxime si nuestro país, por la gestión del actual gobierno, ingresa al BRICS, desde el 1º de enero del 2024, con las oportunidades que eso abre, por ejemplo para nuestro comercio exterior y obtención de préstamos para invertir en infraestructura; excepto si gana la extrema derecha, ya que, por su sectarismo ideológico, han anunciado que no ingresaremos al BRICS.

Aprovechando el nuevo contexto externo señalado, se podrían sumar divisas en el Banco Central, terminar con la denominada “restricción externa” y poder resolver así el problema del mercado cambiario paralelo, de gran influencia inflacionaria.

Pero, si gana las elecciones la ultraderecha, la apertura económica irrestricta que proponen, más la reducción del Estado a un rol casi exclusivamente represivo, preanuncia una explotación salvaje de nuestros recursos naturales y su exportación en bruto, sin agregado de valor local, con depredación del medio ambiente, desindustrialización y primarización de nuestra economía y, en definitiva, mayor desigualdad, exclusión social, desocupación y aceleración de la concentración económica en cada vez menos oligopolios multinacionales. A lo que hay que agregar sus graves propuestas de severa restricción, o directamente eliminación, de la salud y educación públicas.

Claro que, como siempre, es indispensable que las organizaciones del campo popular avancen en coordinación, espacio político propio y movilización, en defensa de sus intereses, y para sostén e impulso al frente popular que integran, si continúa en el gobierno, o para la resistencia popular si llegara al gobierno la ultraderecha.

Pero debemos tener esperanza, aunque esta se construye; por lo pronto, en esta campaña electoral, militando barrio por barrio, casa por casa y persona por persona. Ya sabemos que la única batalla que siempre se pierde es la que no se da.

 

Tesis11 - 24 de septiembre de 2023

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