Descalibrados
El saldo concreto en la cuestión económica de la conferencia de prensa que lideró Marcos Peña fue el reconocimiento del fracaso oficial en materia inflacionaria. La modificación de las metas anunciada por Nicolás Dujovne, en teoría definidas por el Banco Central aunque anunciadas por el Poder Ejecutivo, un día después de la aprobación del Presupuesto 2018 que tiene anotada otra previsión de la tasa de inflación, es una derrota conceptual y política para el hoy devaluado presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger.
El otro resultado es en términos políticos. Sin la formalidad del juramento en el Salón Blanco de la Casa Rosada, se presentó en sociedad el verdadero ministro de Economía del gobierno de Macri, cargo que ocupa el jefe de gabinete Marcos Peña, quien estuvo rodeado de los secretarios de Hacienda y de Finanzas, ambos figurando como ministros en el organigrama oficial, y de un titular del Central que ha entregado en ese acto los pilares que tanto dice defender de independencia y de conquista de reputación ante el mercado.
El único gesto de independencia de Sturzenegger fue el de usar corbata, además de su tradicional muestra de humildad de felicitarse por los éxitos de su gestión explicando la relación de Lebac y reservas internacionales, el movimiento del tipo de cambio de libre flotación y el aumento de los créditos, en especial los hipotecarios. En esto último, los tomadores de créditos atados a la inflación (UVA) no lo evaluarían del mismo modo al crecer las estimaciones oficiales de alza de precios y, por lo tanto, el incremento de la cuota y el capital adeudado.
No hay antecedentes de la degradación funcional a la que ha sometido Peña a un equipo económico, con la repetida consigna de marketing del “trabajo y fortaleza del equipo”. Marcó el ritmo, coordinó y lideró la conferencia de prensa para informar que el BCRA no podrá cumplir las metas de inflación en 2018, repitiendo la performance negativa de 2016 y 2017, con desvíos del 82 y 72 por ciento, respectivamente, según el cálculo del economista Mariano Kestelboim. Ahora la brecha sería menor al fijar la tasa de inflación en 15 por ciento para el año que esta por comenzar, pero aumentando la meta en 50 por ciento. Es lo que Dujovne denominó “recalibrar”.
Definido el aumento de la inflación esperada, el paso siguiente será la disminución de la tasa de interés, como dejó traslucir el secretario de Política Monetaria dependiente de la Jefatura de Gabinete, que fue presentado como presidente del Banco Central. Otra derrota de Sturzenegger en este caso a manos del ministro de la Deuda, Luis Caputo, quien terminó de convencer al presidente Macri de la necesidad de reducir la tasa de interés. “Meta de inflación que se cambia, no es meta”, había definido hace dos meses Sturzenegger. Para disimular la capitulación, luego de pedirle permiso para hablar a Peña, informó un sendero de financiamiento del Central al Tesoro hasta el 2020, presentando una regla fija a partir de ese año, a la que consideró lo más relevante de su exposición.
Nicolás Dujovne se concentró en dibujar la trayectoria fiscal para los próximos años, Luis Caputo se ocupó de mostrar que el endeudamiento desaforado (un mínimo de 56 mil millones de dólares adicionales en los próximos dos años) es una buena noticia, Federico Sturzenegger se dedicó a mostrar que su gestión es tan buena que no entiende cómo la población no se da cuenta y Marcos Peña hizo lo que mejor saber hacer: marketing de confusión.
La apertura de la cotización del dólar llegando casi a 19 pesos y el cierre a 19,46 pesos fue la respuesta a la conferencia de prensa de devaluación del equipo económico.
Página/12 - 29 de diciembre de 2017