Energía eólica: las lecciones del "mundo" y el plan RenovAr

Belen Ennis

 

Detrás del discurso del calentamiento global, y su consecuente idea del ser humano como enemigo principal del Planeta y, paradójicamente, la humanidad, se esconden poderosos sectores de lobby que pugnan por la incorporación masiva de fuentes renovables (eólica y solar) en un importante cúmulo de naciones, pero principalmente en las naciones en vías de desarrollo.

¿El objetivo? Promover pingües negocios entre las grandes compañías dueñas de la tecnología "verde", esto es, eólica y solar; las empresas de la termoelectricidad que proveerán la energía necesaria para suplir las fluctuaciones de un sistema energético dependiente del clima; y la industria petrolera en general, dedicada a suministrar ingentes cantidades de combustibles fósiles para que las centrales termoeléctricas funcionen adecuadamente. ¿El resultado del cuento "verde"? Lejos de disminuir, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) se mantendrán estables -en el mejor de los casos-, mientras que la dependencia de fuentes fósiles se incrementará. Pero no terminan acá los inconvenientes. La incorporación masiva de energías eólica y solar hará del suministro eléctrico uno cada vez más inestable y caro, en el marco de un sistema de subsidios regresivos sostenido directamente por el bolsillo de la ciudadanía. ¿El resultado del cuento "verde"? La cantidad de pobres energéticos, esto es, de ciudadanos que no podrán pagar la luz o que destinarán un porcentaje altísimo de sus ingresos para hacerlo aumentará aceleradamente. En este camino ya transita la Argentina con la implementación del Programa RenovAr (energías renovables) del macrismo, agravado por el negoción privado que representará la importación descontrolada de tecnología extranjera en detrimento del trabajo argentino, como quedó plasmado en la adjudicación de ofertas de la primera ronda. En este sentido, y como ejemplo de lo que en el mundo están provocando las denominadas tecnologías "verdes" -en especial las eólicas- expondremos a continuación dos casos testigos, el de Alemania y el de Australia del Sur, considerando que el reconocimiento de estas lecciones y la toma de consciencia de sus efectos será fundamental a la hora de resguardar la seguridad energética, el bienestar de la ciudadanía y el desarrollo productivo e industrial del país en los próximos años. ¿Tomará nota el macrismo? Aquí, nuestro humilde aporte. 

Alemania da marcha atrás con el "Energiewende"

La potencia germana es una de las líderes mundiales en lo que a fuentes renovables se refiere, con un 30% de su matriz secundaria en manos de las energías "verdes". Sin embargo, su ambicioso programa eólico y solar, denominado Energiewende, no está pudiendo cumplir con su principal objetivo: controlar las emisiones de gases efecto invernadero.

Como informó The New York Times a fines de julio (ver bibliografía), Alemania "parece estar dudando de su ambicioso esfuerzo por elevar el uso de dichas fuentes en la generación de energía [y], con la esperanza de reducir la velocidad de la explosión de las nuevas energías renovables dentro de la red, el país eliminó el subsidio abierto para la energía solar y eólica y puso un límite a la capacidad renovable adicional. Dicha modificación en los subsidios significó lisa y llanamente una gran reducción de los mismos, pues sucede que cuando sopla mucho viento y calienta mucho el sol, el sobrante de energía eléctrica genera un enorme desbalance en las redes, perjudicando a todo el sistema.

En primer lugar, el exceso de oferta en materia de energía temporal está expulsando a otras vertientes energéticas que aún son necesarias para mantener un suministro estable de energía. Es decir, debido a que las plantas fósiles no pueden disminuir tan fácilmente la generación para responder a un exceso de oferta en la red, en los días soleados y ventosos a veces hay tanta generación en el sistema que deben ir a pérdida, en otras palabras, los operadores de las plantas más grandes -la mayoría de las cuales funcionan a carbón o a gas natural- tienen que pagarles a sus clientes para que consuman energía. Situación que también tuvo lugar en Estados Unidos, precisamente en Texas y California.

Contrariamente a lo anterior y en segundo lugar, otro gran problema de las "verdes" se relaciona con el faltante de energía producido en la red. En este caso, para paliar las intermitencias de suministro, el gobierno alemán tendrá que pagar miles de millones de euros para mantener los generadores de carbón funcionando como reserva, a fin de proporcionar energía de emergencia en momentos en que el viento no sople o el sol no brille. Es decir, Alemania suplirá las fluctuaciones de las renovables eólica y solar con energía proveniente de fuentes fósiles por lo que el Energiewende acaba fracasando en su único y principal objetivo, la descarbonización".

Asimismo, y según informó recientemente la agencia especializada de noticias MIT Technology Review (ver bibliografía), "para compensar los períodos en que el viento y la energía solar no están disponibles… Alemania exporta el exceso de electricidad hacia sus vecinos europeos. Se trata principalmente de energía proveniente de las centrales a carbón. Incluso, el otoño pasado, la filial alemana del gigante de la energía sueca Vattenfall puso en marcha una central térmica a carbón de 1.600 MW que había sido construida durante ocho años, desafiando la oposición de los políticos, las organizaciones ecologistas y los ciudadanos que esperan la eliminación de estas plantas".

Con todo, mientras el país germano abre nuevas centrales a carbón, la administración macrista poda en un 74%en los fondos destinados a YCRT en el proyecto de Presupuesto 2017, esto es, la única central a carbón argentina. Sin embargo, para Greenpeace, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y todo el espectro del fundamentalismo ambiental, la central térmica de Río Turbio es gran responsable de la acelerada contaminación mundial. Como es de público conocimiento, dichas agrupaciones exhortaron al ministro Bergman en enero pasado a "cancelar el proyecto de Central Térmica de Río Turbio", tal y como consta en el documento que conjuntamente presentaron ante las autoridades del Ministerio de Ambiente, titulado "10 Medidas para 100 días de gobierno. Construyendo una agenda ambiental participativa" (ver bibliografía).

De cualquier manera, lo cierto es que en Alemania las emisiones de carbono están aumentando y sus habitantes pagan las tarifas eléctricas más caras de toda Europa, conjuntamente con Dinamarca, otra potencia eólica. El caso alemán debería ser emblemático para todos aquellos países que estén intentando imitarlo, especialmente para el equipo energético del macrismo que pretende una incorporación masiva de energías eólica y solar a la red en detrimento no sólo de las fuentes fósiles sino también de las nucleares e hidráulicas.

Violentas fluctuaciones en parques eólicos de Australia del Sur

El segundo caso testigo que analizaremos es el de Australia del Sur donde la incorporación masiva de energías verdes por parte del gobierno está debilitando la red eléctrica, generando grandes cortes de luz, encareciendo abismalmente el costo de las tarifas e incumpliendo con los objetivos fijados de reducción de CO2.

En efecto, a medida que avanza el debate acerca de si las renovables son lo suficientemente fiables como para convertirse en la principal fuente de energía, Tony Wood, Director del Programa de Energía del Instituto Grattan, aseguró recientemente que sería un ejercicio costoso proveer opciones de soporte frente a la poca fiabilidad de dichas fuentes (ver bibliografía). En la misma línea que Wood se expresaron los funcionarios del Mercado Operador de la Energía australiano -extensivo a los mercados eléctricos y gasíferos mayoristas y minoristas de todo el país- que advirtieron en febrero de este año sobre el costo de hacer frente a los problemas de suministro eléctrico teniendo en cuenta las violentas fluctuaciones de los parques eólicos australianos.

A propósito de esto, el costo de la implementación de planes de contingencia en el Mercado Nacional de Electricidad para cubrir la naturaleza intermitente de la energía eólica y solar no sólo representará miles de millones de dólares sino también aumentará aún más los precios de la energía. Para tener una idea, mientras un australiano promedio paga en la actualidad cerca de 25 centavos de dólar por kilovatio-hora de electricidad, un estadounidense promedio gasta sólo 10,4 centavos de dólar por kilovatio-hora de energía, alrededor de la mitad de su costo. En consecuencia, los precios de la electricidad en los hogares australianos han ido aumentado más de un 40% entre 2007 y 2012 y todo en un contexto en el que abundaron la cantidad de subsidios destinados a las energías renovables.

Pero eso no es todo. La revista Financial (ver bibliografía) informó en julio de este año que "para suplir las intermitencias de las turbinas eólicas, deben llevarse a cabo varias interconexiones entre distintos estados australianos a fin de brindar cobertura cuando el viento no sople o el sol no brille así como una mayor cantidad de estaciones eléctricas a gas para proporcionar una capacidad correspondiente al nivel de demanda". Al igual que en el caso alemán, el programa de energías "verdes" de Australia del Sur no hace sino flaquear en sus metas de reducción de CO2 al tener que recurrir obligadamente a las fuentes fósiles para generar energía confiable y brindar un suministro eléctrico estable a sus habitantes.

Sin ir más lejos, durante septiembre de este año se registraron grandes apagones en el Estado de Australia del Sur, cuando las violentas fluctuaciones de un parque eólico en Snowtown dejaron a 1,7 millones de personas sin electricidad. Repentinamente, dicho parque dejó de proveer 200 megavatios de energía, lo que provocó una extrema inestabilidad en la red eléctrica. A su vez, otro parque eólico en Hallett sufrió pequeñas fluctuaciones de 70 megavatios.

Minutos antes del apagón, los molinos eólicos estaban en 880 megawatts de capacidad, el vecino Estado de Victoria aportaba 600MW (centrales térmicas a carbón) y las centrales a gas del Estado de Australia del Sur unos 330MW. En agosto -un mes antes de la tormenta- la compañía eléctrica ElectraNet (estudual) había publicado un informe advirtiendo que la pérdida de la generación a carbón en el Estado incrementó la vulnerabilidad de la red eléctrica al aumentar la posibilidad de colapsos en el voltaje (fallas en la transmisión) como consecuencia de la inhabilidad de los parques eólicos de rellenar la caída del voltaje como lo pueden hacer las centrales térmicas.

Sucede que los apagones, más allá de coincidir con tormentas o no, se producen debido a que la cantidad de electricidad generada por una turbina de viento es demasiado intermitente y no coincide con los momentos del día en que más energía se necesita. Esto plantea un enorme desafío a los operadores eléctricos dado que las redes se vuelven mucho más frágiles. Al mismo tiempo, el entramado eléctrico del sur de Australia no cuenta con suficiente carbón convencional o gas natural para satisfacer la demanda o compensar la inestabilidad provocada por las eólicas.

Por ende, la crisis energética que Australia vive desde julio está relacionada con el cierre de las últimas centrales estatales a carbón que quedaban operativas para dar paso a la llegada de las turbinas eólicas. Como sea, Australia está sumergida hoy en una profunda inseguridad energética como consecuencia de no poder brindar un suministro estable de energía a un precio accesible y asequible para toda su población.

Al igual que para el ejemplo de Alemania, lo sucedido en la nación de Oceanía debería operar como una férrea muestra de lo que acarrea el programa RenovAr del oficialismo que, a contramano de buena parte del mundo, sigue empeñado en acrecentar el porcentaje de energías "verdes" (sobretodo eólica) a la matriz energética nacional. Al respecto, cabe recordar que ni el tarifazo eléctrico ni el gasífero como tampoco el congelamiento de la Central Térmica de Río Turbio, del Plan Nuclear y de los proyectos de construcción de las mega represas planificadas entre 2003 y 2015 escapan a esta lógica. Son las consecuencias deseadas de una política energética en la que calan los consejos del terrorismo ambiental al frente del Ministerio de Ambiente y de la industria petrolera en el Ministerio de Energía.

El Cambio Climático, nuevo paradigma neoliberal

Según el terrorífico y amenazante discurso del fundamentalismo ambiental -en el que reina la construcción socio-política de un enemigo en común: nosotros mismos- las mareas crecen estrepitosamente, los huracanes soplan con más fuerza, los glaciares se derriten y cada una de estas catástrofes naturales se producen por culpa del ser humano, que maltrata a la naturaleza emitiendo descontroladamente una gran cantidad de gases efecto invernadero (CO2).

En consecuencia, este nefasto razonamiento, que versa del hombre como lobo del hombre, lleva consigo el aberrante objetivo de disminuir la tasa de natalidad a nivel mundial como solución a los problemas ambientales, desde que menos población significará siempre menor competencia por recursos naturales extremo agotables. Sin embargo, la mira no está puesta sobre el conjunto de la humanidad sino solamente sobre su porción desechable, los empobrecidos del mundo, moneda de cambio para el modelo energético neoliberal.

A causa de lo anterior, podemos explicar buena parte de las iniciativas neoliberales que hoy reinan en el grueso del mundo dependiente. En efecto, decenas de naciones están siendo obligadas a perecer en la exclusión, el atraso y la pobreza, a razón de una supuesta e inexistente lucha contra el Cambio Climático y las emisiones de CO2. No obstante, como remarcáramos en nuestro informe "La lucha contra el cambio climático. La posición del kirchnerismo" (ver bibliografía) reducir dichas emisiones -sobre todo proponerse hacerlo desde el sector energético- impacta de lleno en el desarrollo social, económico, productivo e industrial de una nación. No resulta sorpresivo, en este sentido, que las naciones que más CO2 liberan a la atmósfera sean justamente las más desarrolladas, las más industrializadas (o camino a serlo), así como las que ostentan los mejores índices de desarrollo humano, entre otras variables.

Desde el 10 de diciembre a esta parte, el modelo neoliberal con su cuota de mercadismo energético se ha hecho del poder en la Argentina. Y en la fase superior del granero del mundo, que la energía se torne un bien escaso, de exportación e inaccesible para las clases populares y los objetivos de la industria nacional, resulta totalmente compatible con los intereses del proyecto político oligárquico, nuevamente enquistado en la Rosada.

Asimismo, en nombre de teorías que pronostican hace más de 30 años un catastrófico, calamitoso y alarmante Calentamiento Global (por ciento, teoría cada vez más cuestionada por amplios sectores de la comunidad científica), las agrupaciones del terrorismo ecológico y también los grandes grupos de poder económico, entre los que sobresale la industria petrolera como principal beneficiaria del negocio verde -desde que será la encargada de proveer el combustible fósil con el que funcionarán las centrales eléctricas que actúan como soporte de las renovables eólica y solar-, están intentando inocular dentro de las naciones en vías de desarrollo recetas energéticas probadamente desastrosas y crecientemente desechables. Avanzar por esta senda será, sin dudas, un pasaje seguro al colapso económico e industrial y, con ellas, al deterioro masivo de la calidad de vida de la ciudadanía.

Conclusiones finales, la seguridad energética en la oscuridad

Como analizamos a lo largo de este informe, entre las consecuencias negativas que desencadenan las energías "verdes" -reiteramos, cuando son incorporadas masivamente y sin estar debidamente balanceadas- figuran: 1) imposibilidad de disminuir los gases de efecto invernadero; 2) sistemas eléctricos más inestables (aumenta ocurrencia de apagones); 3) encarecimiento de las tarifas; y 4) multimillonarios e incesantes subsidios estatales. Y es justamente por estas razones que la sumatoria acrecentada de tecnologías eólica y solar se desacelera en prácticamente todas las naciones industrializadas del globo al tiempo que se exporta hacia países con serios problemas de empobrecimiento, tales los casos del continente africano, o en vías de desarrollo, como sucede en buena parte de América Latina.

Por otra parte, los costos de esta incorporación acelerada así como los ejemplos que aquí pudimos constatar, no importan en absoluto a los cerebros del fundamentalismo ambiental que hoy ocupan el Ministerio de Ambiente como tampoco a la Cámara de empresas al frente del Ministerio de Energía. Es que la política energética llevada adelante por el "mejor equipo de los últimos 50 años" se rige por los obsoletos postulados de un grupo de fanáticos ecologistas (Greenpeace y demás organizaciones afines) y por los intereses de la Royal Dutch Shell.

El nivel del negociado "verde" es tal que el gobierno de los CEOs se beneficiará en todas sus partes: las grandes compañías dueñas de la tecnología eólica y solar; las empresas de la termoelectricidad que proveerán la energía necesaria para suplir las fluctuaciones de un sistema energético dependiente del clima; y la industria petrolera en general, dedicada a suministrar ingentes cantidades de combustibles fósiles para que las centrales termoeléctricas funcionen adecuadamente. Contrariamente, para el bienestar de los 42 millones de argentinos, el desarrollo productivo e industrial del país y la seguridad energética nacional el apagón será absoluto.

 

Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (OETEC) - 25 de octubre de 2016

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