Es clave regular el movimiento de capitales con el exterior
Hace un poco más de dos meses, en su informe sobre la Argentina, el staff del FMI escribió: "En el caso de que los mercados vean al programa del FMI como una oportunidad para abandonar los activos argentinos inevitablemente habrá una significativa devaluación real, mucho más elevadas tasas de interés reales y menor crecimiento.
Tal escenario incrementaría el riesgo de sustentabilidad de la deuda". Esta situación, de baja probabilidad de ocurrencia según anticipaba dicho organismo, es la que esencialmente explica la crisis actual.
La encerrona en que se ha metido la política económica no encuentra resolución en su propia lógica. Es cada vez más evidente, para tirios y troyanos que hay un problema grave de restricción externa que difícilmente se resuelva a través de la devaluación del peso.
También se ha ido revelando -así lo manifiestan todos los análisis del mercado- que el estrangulamiento externo no se origina únicamente, mal que algunos les pese, en el saldo negativo de la cuenta corriente de divisas. De hecho, el drenaje más importante se explica por los movimientos que se registran en la cuenta capital, en particular, por el impacto de la formación de activos de libre disponibilidad, es decir, por el proceso de atesoramiento.
Hace un poco más de dos meses, en su informe
sobre la Argentina, el staff del FMI escribió:
“En el caso de que los mercados vean al programa
del FMI como una oportunidad para abandonar
los activos argentinos inevitablemente habrá una
significativa devaluación real, mucho más elevadas
tasas de interés reales y menor crecimiento”
(era un escenario de baja probabilidad de ocurrencia)
En este contexto nada parece suficiente para frenar la escalada cambiaria que se explica, esencialmente, en la dolarización de ahorros por parte de los argentinos.
Con insuficiencia de divisas, mercados financieros virtualmente cerrados, tanto el anuncio del adelantamiento en los desembolsos del FMI para 2019 como el nuevo apretón monetario impulsado por el BCRA (subiendo 5% los encajes sobre los depósitos bancarios e incrementando en 15 puntos porcentuales la tasa de interés de referencia hasta el 60% anual) están siendo leídas por el "mercado" como signos de debilidad de una táctica agotada.
Los reducidos grados de libertad de los que dispone el BCRA para administrar sus variables clave (tasa de interés y tipo de cambio) desde que optó por liberalizar la cuenta capital y desregular el mercado de cambios, se han achicado aún más a partir de las limitaciones impuestas por el FMI en materia de intervenciones cambiarias, tanto en el mercado de contado como en el de futuros.
La libre flotación que reclama el organismo en el actual contexto de desequilibrio de cuenta corriente y fuga de capitales conduce, inevitablemente, a una mayor aceleración inflacionaria y a una profundización del ciclo recesivo.
La libre flotación que reclama el organismo
en el actual contexto de desequilibrio de
cuenta corriente y fuga de capitales conduce,
inevitablemente, a una mayor aceleración
inflacionaria y a una profundización del ciclo recesivo
Si bien es difícil hacer vaticinios en este contexto cargado de incertidumbre, todo hace pensar que la tasa del 35% que hasta hace poco era un techo para la inflación ahora ya se proyecta como el piso, y la caída del PBI probablemente supere el 1,3% proyectado por el FMI en su escenario más adverso.
En las próximas semanas se conocerán cuáles son las nuevas pruebas de amor que el FMI le reclama a la Argentina a cambio de modificar el cronograma de asistencia financiera acordado apenas unos meses atrás.
Ya se anticipó el reclamo por un mayor ajuste fiscal que previsiblemente supondrá nuevos recortes del gasto primario y también la postergación de algunas rebajas tributarias previstas en la reforma del 2017.
El rol fuertemente pro cíclico del ajuste fiscal se erige una vez más como un obstáculo importante para mejorar la solvencia de las cuentas públicas.
Los cambios de gabinete o los parches al actual esquema de valorización financiera ya se han mostrado inútiles para salir de la crisis. No parece sensato seguir insistiendo en una medicina que nos llevó a este punto.
Si el Gobierno continúa redoblando la apuesta en su estrategia económica se avecinan tiempos más difíciles, atravesados por la persistencia de presiones cambiarias y un más acelerado deterioro social y productivo. Aunque de eso no se hable, el problema es estructural: si no se toma el toro por las astas y se regula la fuga de capitales será difícil salir de este atolladero.
- Mercedes Marcó del Pont, expresidenta del Banco Central de la República Argentina.
Infobae - 31 de agosto de 2018