La "promoción" de Hamás

La victoria electoral de Hamás es ominosa, pero lamentablemente comprensible a la luz de acontecimientos recientes. Es enteramente justo describir a Hamás como fundamentalista, extremista y violenta, y como una seria amenaza a la paz y a un acuerdo políticamente justo. Pero es útil recordar que, en aspectos importantes, Hamás no es tan extremista como otras organizaciones. Por ejemplo, Hamás declara que estará de acuerdo con una tregua sobre la base de la frontera internacional reconocida antes de junio de 1967. La idea es totalmente ajena a Estados Unidos e Israel, que insisten en que cualquier salida política debe incluir la ocupación israelí de partes substanciales de Cisjordania y de las colinas del Golán.

Por Noam Chomsky (*)
El Periódico, 11/02/06
Fuente: Socialismo o Barbarie

Venezuela en el punto de mira

La hostilidad de los Estados Unidos hacia el gobierno del presidente Chávez toma un giro cada vez más inquietante. En un reciente documento, el Pentágono calificó el "resurgimiento de los movimientos autoritarios y populistas en algunos países como Venezuela [de] fuente de inestabilidad política y económica". Esta declaración es tanto más preocupante en cuanto que el Departamento de Defensa casi nunca cita países en su estudio estratégico (Quarterly Defense Review) publicado cada cuatro años, sino que se limita a tendencias generales.

Salim Lamrani
Fuente: Zmag.org

La derrota es victoria y la muerte, vida

Todo el mundo en Medio Oriente rescribe la historia, pero nunca había habido un gobierno estadunidense que con tantas artimañas, deshonestidad y falta de escrúpulos reinterpretara la tragedia como éxito, la derrota como victoria y la muerte como vida. Siempre con la ayuda, debo decir, de la indulgente prensa de Estados Unidos. Esto no me recuerda tanto a Vietnam, pero sí me remite a los comandantes británicos y franceses de la Primera Guerra Mundial que repetidamente mentían al hablar de su victoria sobre el Kaiser mientras obligaban a cientos de miles de sus hombres a ir a los mataderos de Somme, Verdún y Gallipolli.

Robert Fisk
Fuente: La Jornada