Hacia una visión de futuro para las relaciones entre Argentina y China
La nueva etapa entre ambos países implica no sólo una ampliación del vínculo comercial y económico sino un cambio cualitativo.
Desde los inicios del nuevo milenio las relaciones entre Argentina y China ingresaron en una nueva etapa. No se trata apenas de la ampliación sin precedentes del comercio entre los dos países, o de las inversiones masivas de empresas chinas en Argentina. Se trata también de un cambio cualitativo.
En los últimos años, la relación entre ambos países ha experimentado profundas transformaciones que llevaron al gigante asiático a convertirse en un socio económico líder para Argentina, asistiendo a una consolidación y diversificación de los lazos bilaterales. La importancia que China adquirió el las últimas décadas así como las posibilidades que su creciente presencia abre para nuestro país, tornan necesario comprender la etapa actual del proceso de desarrollo chino. La ausencia de una estrategia clara y coherente hacia China pensada desde nuestra país implicará la simple reproducción de las tendencias de mercado y el sub-aprovechamiento de las oportunidades, por lo que esbozar y definir lineamientos sobre el vínculo bilateral para el mediano y largo plazo resulta esencial.
En primer lugar, es necesario analizar los posibles escenarios para la economía china y los cambios significativos que se producirán en términos de reequilibrio y reformas estructurales, así como las consecuencias de estos cambios para Argentina. En segundo lugar, considerando estos escenarios, resulta imperativo pensar cómo el país debe posicionarse para aprovechar plenamente de las oportunidades que plantea esta nueva fase del desarrollo del gigante asiático. Estos dos principios analíticos deben ser aplicados para comprender las tendencias futuras en las relaciones entre China y nuestro país.
Desde la estructuración de complejas cadenas globales de valor y el surgimiento de nuevos mercados, hasta la presencia de importantes competidores en prácticamente todos los sectores económicos, el ascenso de China en las últimas décadas modifica las oportunidades y posibilidades de desarrollo contemporáneas. El hecho fundamental es que el desplazamiento del epicentro económico hacia la región de Asia pacífico plantea un nuevo desafío para las economías y las empresas nacionales de todo el mundo: el desafío del reposicionamiento estratégico. En este contexto, el éxito de los países dependerá de la capacidad de diseñar e implementar un proyecto que adapte de forma dinámica la estructura productiva a los nuevos contornos de la globalización.
Para la Argentina, esta tarea cobra aún más relevancia al considerar el problema de falta de divisas estructural por el que atraviesa nuestro país desde hace décadas. El crecimiento de las exportaciones nacionales depende no sólo de la política económica doméstica, sino fundamentalmente de una estrategia de inserción internacional que articule la política comercial e industrial de forma coordinada entre gobierno y sector privado para la apertura de nuevos mercados. La identificación de las regiones con mayor potencial de crecimiento para el tipo de productos que nuestro país puede exportar de forma competitiva resulta indispensable para poder definir una verdadera estrategia exportadora que permita superar, o cuanto menos aliviar, la restricción externa como variable estructural de la historia económica Argentina.
China como horizonte de exportación
Las reformas actuales en China, si tienen éxito, implicarán una nueva perspectiva para la integración global del país con el resto del mundo. Estos cambios y nuevos planes reflejan los resultados obtenidos durante cuatro décadas de rápido crecimiento, que convirtieron a China en la segunda economía más grande del mundo, y marcan el reconocimiento de que el desarrollo futuro del país debería tener una dinámica distinta y depender de otros motores.
En el caso de Argentina, algunas características específicas de esta nueva era china y sus implicancias para el país deben ser señaladas. Las actuales transformaciones y reformas estructurales por las que atraviesa el país asiático pueden tener importante efectos y acentuar aún más la importancia económica de China para Argentina, ya que los cambios en curso deberían abrir nuevas posibilidades para el crecimiento y la diversificación de las relaciones en las próximas décadas.
El intercambio bilateral entre Argentina y China creció de los US$ 2.100 mil millones en el año 2000 a US$ 16.9 mil millones en 2017 (INDEC, 2018). En la actualidad la República Popular de China (RPC) es el segundo socio comercial del país. Sin embargo, Argentina mantiene un déficit en la balanza comercial desde 2008 con la RPC, el cual alcanzó los US$ 7.7 mil millones. Otros países de América Latina tanto con dotaciones similares como diferentes de recursos naturales, véase Brasil y Chile, mantienen importantes superávits con la RPC (Chile de US$ 4 mil millones en 2017 y Brasil de aproximadamente US$ 20 mil millones). Una de las razones de este diferencial es una política comercial de carácter más asertivo por parte de estos países en términos de posicionamiento en los mercados asiáticos. Aumentar las exportaciones de nuestro país para esta región del planeta, y en especial para China, requiere un claro estudio de mercado que, a partir del análisis de las tendencias económicas de medio y largo plazo, defina una estrategia para ganar nichos y posicionar nuestros productos en sectores seleccionados y con mayor potencial de crecimiento, y al mismo tiempo esté preparado para afrontar la escala y la cantidad de mercancías demandadas. De esta forma, se podrán aprovechar las oportunidades que el propio crecimiento de la demanda china genera.
El reequilibrio de la economía china y especialmente el aumento del consumo interno, podrá abrir nuevas oportunidades para las exportaciones de nuestro país. El proceso de urbanización continuará demandando recursos naturales y fomentando la integración entre ambas economías. Además de la expansión de las grandes ciudades, la migración interna proveniente del campo provocará también el crecimiento de las ciudades medianas y el avance de la integración de vastas áreas del interior a los sectores más dinámicos de la economía china. Argentina, caso se cumplan las condiciones necesarias para explorar los cambios en curso, podrá no solo mantener el crecimiento de las exportaciones hacia China, sino también diversificarlas. Se destacan los acuerdos y protocolos fitosanitarios, que no surgen de la noche a la mañana, sino que llevan tiempo de negociación y aplicación. Con ellos, la ampliación de mercados de exportación han permitido en los últimos años el ingreso de alimentos que el mercado chino demanda en aumento.
En el sector de alimentos, se espera que la aparición de una nueva clase media china genere oportunidades para las exportaciones agrícolas, a razón no solo del aumento de la demanda sino también del aumento de las expectativas de los consumidores chinos sobre los estándares de calidad y de productos alimenticios saludables. El crecimiento de la población china de ingresos medios y altos pone en relieve el enorme potencial para nuevas áreas de mercado en las que nuestro país puede insertarse de manera competitiva. Las condiciones de producción en Argentina entran en contraste con las limitaciones presentes en China, especialmente en lo que se refiere a la cantidad de suelo agrícola y escasez de agua.
Aun dentro del área de recursos naturales, el continuo proceso de urbanización y crecimiento del gigante asiático demandará de forma constante recursos minerales de diversa índole. Nuestro país, que aún está rezagado en el desarrollo sustentable de este sector productivo, puede aprovechar las inmensas oportunidades que se abrirán en relación a la extracción de minerales como cobre y litio. En 2017 China importó más de US$ 100 mil millones en minerales, de los cuales se estima que Argentina podría ofertar US$ 51 mil millones en oro, US$ 47 mil millones en hierro, US$ 20 mil millones en cobre y US$ 710 millones en plata (Damin; 2018, BM; 2017). Las inversiones chinas en el sector minero argentino ya son un fenómeno concreto, pero son aún incipientes en relación con al potencial del sector y exigen una planificación específica por parte del gobierno en términos de regulación, generación de encadenamientos productivos y acceso a mercados e infraestructura.
En paralelo, las expectativas de crecimiento de ingresos de la población china abrirán una serie de oportunidades de nichos de mercado en las áreas de consumo masivo, donde productos argentinos con mayor grado de diferenciación - como vino, productos sustentables, vestuario de moda, diseño y producción audiovisual- podrán encontrar espacio para competir.
Por último, es importante destacar que la diversificación de la pauta de exportación será progresivamente alcanzada, inicialmente con base en la agregación de valor en segmentos donde Argentina ya posee claras ventajas comparativas con China, a ejemplo del sector agrícola. De todas maneras, incluso en sectores que parecen ser menos competitivos, corresponde también a las empresas argentinas, bajo la dirección estatal y gubernamental local, buscar iniciativas de formación de inteligencia de mercado con foco en China.
Financiamiento para el desarrollo
En los últimos años, China se ha ido convirtiendo en un proveedor fundamental de financiamiento a nivel internacional. China es en la actualidad un exportador de capital neto con una agenda "global" explícita, que proporciona grandes volúmenes de financiamiento a países en desarrollo para apoyar la inversión en proyectos de infraestructura. Este proceso cobra aún más relevancia al constatar que el enfoque de China difiere fundamentalmente del adoptado por los financiadores tradicionales, desde países individuales (Estados Unidos, Europa, Japón) hasta instituciones de desarrollo multilateral (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Comunidad Andina de Fomento).
Los préstamos chinos no tienen ninguna de las controvertidas condicionalidades inherentes a las finanzas occidentales. Mientras las instituciones multilaterales de crédito atan sus préstamos regularmente a condicionalidades en términos de política económica, el financiamiento de China enfatiza la no condicionalidad y la no intervención en los asuntos domésticos. Otra característica interesante es que, por ejemplo para los proyectos vinculados al área energética, su mecanismo de repago incluye la propia energía producida una vez finalizada su ejecución. Finalmente, las finanzas chinas tienden a asumir más riesgos y horizontes temporales, dada la naturaleza de los proyectos de infraestructura que respalda.
En el caso de Argentina, debe señalarse el potencial que aún mantiene el sector de infraestructura (incluyendo la diversificacion de la matriz energética incluyendo las renovables y la nuclear, además del transporte, logística, puertos), siendo una de las áreas en las que las inversiones de empresas chinas pueden contribuir a la modernización del sector no sólo en nuestro país sino también en muchos países de América del Sur.
Concretamente, y como corolario directo de la Asociación Estratégica Integral establecida en 2014 y del Convenio Marco de Cooperación en materia Económica y de Inversiones (firmado en 2014 y aprobado por la Ley N° 27.122), suscriptos entre ambos países, se encuentran al día de hoy en ejecución tres proyectos con financiamiento chino en la Argentina. Los "Aprovechamientos Hidroeléctricos - Represas del Río Santa Cruz Cóndor Cliff y La Barrancosa", "Rehabilitación del Ferrocarril Belgrano Cargas" y la instalación del "Parque Solar Fotovoltaico Cauchari I, II y III". El caso de las represas cobra vital relevancia ya que se trata de las dos represas más grandes construidas por una empresa china, Gezhouba, fuera de territorio chino. Por su parte, la recuperación de vagones, rieles y materiales varios del corredor norte de nuestro país de la línea ferroviaria "Belgrano Cargas", a cargo de la empresa CMEC, redundará en el desarrollo de una región por largo tiempo postergada. Ambos proyectos cuentan con financiamiento del CDB. A su vez, los paneles solares ubicados en plena puna de la provincia de Jujuy constituirán, una vez finalizada su instalación, en los tres parques fotovoltaicos más grandes de Latinoamérica. Existen además una veintena de proyectos para el desarrollo en materia energética y en infraestructura en etapa de negociación, los cuales están definidos en el marco del Plan Integrado de 2016. Entre ellos, se destaca la central nuclear Atucha III, de tecnología china.
Con todo, se trata de contundentes ejemplos de la diplomacia financiera que redunda en infraestructura para nuestra diversificación de la matriz energética y en múltiples inversiones para el desarrollo, y que van de la mano con la política de estímulo de China hacia su sector empresarial y financiero local.
Visión de futuro
La transformación estructural de la economía china tiene y tendrá efectos sobre terceros países. Para mencionar apenas un ejemplo, la iniciativa de la Franja y la Ruta, una estrategia diplomática cuyo objetivo es promover el comercio e integración económica a nivel global a través de una gran cantidad de proyectos de infraestructura abierta a todos los países que deseen cooperar, debe ser considerada como un elemento clave para planificar las tendencias futuras en las relaciones bilaterales. En ese marco, Argentina ya ha presentado sus aplicaciones para ser miembro del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII). Se trata de una institución crediticia de carácter multilateral que brinda el respaldo financiero para promover crecimiento económico a través de las inversiones de infraestructura. Simultáneamente, los Planes de Acción quinquenales entre ambas naciones (2014-2018 y 2019-2023) son hojas de ruta que orientan los esfuerzos tendientes a la consecución de los objetivos de la Asociación Estratégica Integral (2014) y la extensión de los mismos en el marco de la iniciativa de la Franja y la Ruta, incluyendo el comercio tradicional, el comercio electrónico, la cooperación financiera, el intercambio turístico y cultural, tecnológico, deportivo, etc.
Los principios fundamentales sobre cómo conducir la vinculación con China no deberían ser omitidos ni dejados al azar. Argentina necesita tener una estrategia coherente e integral de largo plazo para lidiar con la segunda economía del mundo. La clase política local en sus diferentes niveles debe llegar a acuerdos y consensos para definir una política de Estado en materia de política exterior e inserción internacional.
La coyuntura actual global parece ir definiéndose hacia una nueva multipolaridad, aún en transición, que tiene como protagonistas a Estados Unidos y China, que disputarán el dominio del desarrollo tecnológico que caracterizará a la próxima revolución industrial del siglo XXI. En ese contexto, existen enormes posibilidades y oportunidades, típicas de tiempos de crisis y redefinición de paradigmas. La creatividad para aprovechar las ventajas que se abran en esta coyuntura puede potencialmente dar lugar a nuevos escenarios para ciertos países dentro del sistema capitalista global. Se trata de momentos en los que la planificación y estrategia cobran aún más importancia para afrontar retos, aprovechar oportunidades y asegurar el crecimiento, diversificación y profundización de las relaciones bilaterales, sin que ello suponga ceder márgenes de autonomía.
Dependerá de Argentina establecer una estrategia que considere las posibilidades que están surgiendo en la nueva arquitectura económica global.
Cenital - 15 de diciembre de 2019