Hay vida en el Titanic argentino

Carlos A. Villalba


Eran las 23.09 cuando Sergio Tomás Massa, emocionado hasta las lágrimas, subió el último peldaño que lo llevó al escenario del festejo de su triunfo épico en la primera vuelta de las elecciones generales que lo instaló como la figura con mayores posibilidades de convertirse en Presidente de la República Argentina a partir del próximo 10 de diciembre. Nueve minutos después, la pantalla arropó la estudiada centralidad solitaria de su victoria con la frase “ARGENTINA SÍ”. Fue el comienzo del tramo final de la campaña del ministro candidato, que alude al “Milei NO”, clave en una segunda vuelta que, siempre, en cualquier parte, se caracteriza por el peso del voto “en contra de…”.

La del domingo fue una bocanada de aire fresco sobre la ciénaga electoral argentina, un espacio cargado propuestas de “exterminio”, negacionismo (desde el cambio climático hasta el genocidio de la última dictadura cívico militar), retiro de derechos laborales, sociales, educativos, de género…, una agenda instalada por las dos candidaturas liberales que parecía crecer a pesar de que ofrecía “estar peor”, retroceder, claro, a una sociedad que vive con una inflación superior al 10% mensual desde hace más de un año. Con el supuesto “agravante” de que la lista del peronismo la encabeza el ministro de Economía de esa misma gestión. Con el diario del lunes, aquella decisión de Massa de subirse al carro electoral en el peor momento de la economía, su uso de políticas concretas en tiempo presente como muestra de su gobierno futuro, parece haberlo beneficiado. Incluso logró convencer a buena parte del electorado de que este no es “su” gobierno, apenas es una mala gestión que él impidió que desbarranque del todo y que, a partir de diciembre, usará su lapicera para que aquellas “muestras gratis” (desde la devolución del IVA hasta la quita del pago de impuesto a las ganancias) serán las características de, entonces sí, su propia gestión.

Para muchas y muchos fueron los días, semanas, meses, de máxima angustia electoral de sus cortas o largas vidas ciudadanas, frente a la posibilidad de que el país conocido quedase sepultado bajo una aplanadora antiestatal, antiderechos y negacionista, con ruptura del pacto democrático de 40 años de gobiernos constitucionales ininterrumpidos.

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2 de noviembre de 2023

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