Simples transacciones monetarias
De acuerdo con el diagnóstico de la corriente principal de pensamiento económico, la crisis en la Eurozona se reduce a un problema fiscal causado por un excesivo gasto público y una brecha de competitividad entre norte y sur de Europa. La solución de la ortodoxia es cerrar la brecha a través de “austeridad fiscal expansiva” y reducciones salariales. Incluso el Fondo Monetario Internacional admitió que esta vía es un callejón sin salida.
En nuestra opinión la raíz de la crisis del euro yace tanto en la inadecuada configuración institucional de la Eurozona, que no dispone de un genuino prestamista de última instancia y de políticas fiscales y salariales suficientemente coordinadas, como en un mercado financiero internacional con excesiva liquidez y poco regulado que felizmente ha financiado cada desbalance, sin importar su sostenibilidad.
Europa continental ha experimentado modelos de crecimiento mutuamente dependientes. El crecimiento del norte de tipo mercantilista, encabezado por las exportaciones, no hubiera podido sostenerse sin un modelo (notablemente fácil de financiar) liderado por el endeudamiento en el sur, acumulando déficit comerciales y deuda pública y privada. Como secuela de la crisis financiera, la deuda privada se convirtió en deuda soberana. El caso de Irlanda es un ejemplo extremo de este proceso. Las forzadas políticas de austeridad que siguieron aumentaron el desempleo a un nivel socialmente inaceptable. De continuarse, estas políticas llevarán a una depresión económica prolongada y aún más descontento social.
Las instituciones europeas no han sido y aún no son capaces de lidiar con los desbalances estructurales en un modo adecuado. Desempleo masivo y privación social como resultado de las políticas de austeridad amenazan la supervivencia de la democracia en la Unión Europea.
Perspectivas alternativas
Sobre la base de nuestro diagnóstico, estamos convencidos de que Europa debe revocar el régimen político de austeridad. Esto requiere un profundo cambio institucional y de política.
En términos de política monetaria, creemos que el BCE debería actuar como un creíble prestamista de última instancia para aliviar la crisis de deuda soberana. Un paso adicional es la regulación estricta de los mercados financieros, siendo necesario separar banca de inversiones de banca comercial.
En términos de política fiscal, el nexo entre el BCE y la condicionalidad fiscal debería transformarse fundamentalmente. La política monetaria debería apoyar y adaptarse a reglas fiscales progresivas que apunten a la creación de empleo y al crecimiento. El déficit fiscal sólo puede “consolidarse” en una economía que crece.
Estas políticas de estímulo al crecimiento son consistentes con la estabilización de largo plazo de la relación Deuda/PBI. En la presente situación de masiva desocupación, estas políticas no traen aparejadas un riesgo significativo de inflación.
Creemos también que el ajuste debe ser apoyado mediante el estímulo al consumo a través de mayores salarios, a comenzar por el núcleo de países en superávit (como la República Federal de Alemania), donde políticas de restricción salarial han contribuido considerablemente a las crecientes desigualdades en la distribución del ingreso y a los desbalances de cuenta corriente en la Eurozona.
Si el ministro federal de Finanzas alemán cree en lo que dice, que ningún país puede vivir más allá de sus propios medios por siempre, entonces debe ser igualmente claro que ningún país puede vivir indefinidamente por debajo de sus propios medios. Esto implica que un cambio en la política salarial en Alemania debe ser una parte importante de la solución.
La mutua prosperidad de los países de la Eurozona y de sus ciudadanos a través de la expansión de la demanda, en vez de continuar la contracción de la misma a través de consolidación fiscal en beneficio de la alta finanza, debe ser reconocida como el imperativo para la viabilidad política del proyecto del euro. Debemos tener la honestidad intelectual y el coraje de actuar en consecuencia.