Venezuela: Cuando el Apocalipsis nos alcance

Gregorio J. Pérez Almeida


El chavista es un pueblo que se acostumbró a vivir en la víspera del Apocalipsis. En los últimos 20 años, se nos ha asomado en el horizonte un “día final”, un “mañana sí”, en el que llegarán los siete ángeles con sus trompetas castigadoras.

Cada proceso electoral, cada fecha patria, cada decisión política o económica de importancia para la vida nacional y la estabilidad del gobierno, ha estado precedido del anuncio apocalíptico. Es que, sin duda alguna después de leer el libro de Vladimir Acosta “El monstruo y sus entrañas”, para los fundamentalistas cristianos que controlan el “súper poder” en Estados Unidos, nosotros somos un pueblo pecador que “adora a los demonios, a los ídolos de oro, plata, bronce y madera”. Claro está, en la Biblia no aparecían ni el petróleo, ni el coltán, ni el agua y la biodiversidad del Amazonas porque su dios no contaba con las tecnologías modernas del siglo 20.

Las amenazas se han intensificado año tras año al ver frustrados sus esfuerzos para liberarnos del dominio del demonio chavista. Creyeron que eliminando al propio demonio, el pueblo se perdería en las tinieblas de la ignorancia política y el desasosiego espiritual y sería fácil recuperarlo para su redil, pero al poco tiempo de la muerte del Comandante Chávez, se sorprendieron con el triunfo electoral del que sería (y es) el primer presidente chavista.

Durante la presidencia de Nicolás Maduro Moros, los castigos y las amenazas se han Intensificado hasta el extremo de quitarnos los alimentos y las medicinas y anunciar la llegada del ángel exterminador del Comando sur, pero no han tenido los resultados esperados, de manera que para este 23 de enero de 2019, su frustración acumulada hasta la ofuscación con la imposibilidad de impedir el segundo gobierno del Presidente chavista, les ha obligado a romper las mínimas normas éticas y diplomáticas que esconden el fondo teológico de su poder y han hecho aparecer al mismísimo séptimo ángel en televisión tocando la trompeta: el Sr. Mike Pence. 

Pero, se encontraron con un pueblo que no ha dejado de “adorar a los demonios chavistas”, ni se ha dejado arrebatar los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, además del petróleo, el coltan y el resto de “recursos” naturales de inmenso valor económico y estratégico para su imperio decadente y desesperado.

Pueblo Caribe, que cuando escucha una trompeta, aunque esté desafinada como la de Pence, no entra en pánico bíblico ni en ritual litúrgico, sino que se pone a bailar salsa. 

 

Con Nuestra América (AUNA) - 26 de enero de 2019

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