“El mundo camina al desastre”

Es el cofundador del Foro Social Mundial y asesor de Wikileaks por pedido de Assange. Analiza la actualidad y afirma que sólo la sociedad civil puede evitar la crisis.

Francisco “Chico” Whitaker Ferreira es un activista social y tenaz combatiente de la desigualdad y la injusticia desde su juventud, cuando se acercó a los postulados que profesa la Teología de la Liberación. Perseguido por la dictadura en su país natal, Brasil, a mediados de la década del ’60 debió exiliarse: vivió en Francia y en Chile durante 15 años. A su regreso, no dejó de luchar contra las inequidades sociales y se convirtió en concejal por el Partido de los Trabajadores en la Cámara Municipal de San Pablo. Actualmente, a los 80 años, es miembro de la comisión brasileña de Justicia y Paz del Consejo Internacional e integra el Consejo Asesor de Wikileaks a pedido de Julian Assange. Reflejo de su obstinada militancia social, en el 2001 cofundó el Foro Social Mundial, “un espacio de encuentro donde se discute todo lo que hay que hacer para que se cambien las cosas, para que otro mundo sea posible porque este en el que estamos, camina al desastre –explicó Whitaker a Veintitrés–.

La batalla del neoliberalismo

Europa atraviesa una crisis no sólo financiera, sino que evidencia un lento pero sostenido proceso de decadencia relativa en el sistema mundial. Francia, una de sus potencias y todavía entre la liga mayor de las economías, cambió de gobierno en mayo y ya encara un ajuste presupuestario, en el cual irá la suerte del presidente socialdemócrata François Hollande. La frágil situación económica europea, aun con su menor influencia internacional, impacta directa o indirectamente al resto del mundo vía comercial.

En el frente fiscal es donde resulta de interés comparar aristas con medidas que toma Argentina cuando se trata de “elegir” a ganadores o perdedores de políticas públicas y de intervenir en el reparto de la renta.

La potencia del gasto social

Luego de la marcha del jueves pasado, Mauricio Macri sostuvo: "Espero que la presidente tome el mensaje, y que no volvamos con que vamos a profundizar el modelo." (Ambito.com, 14/09/12). Esto indica que "la sintonía fina" está tocando intereses sensibles que reaccionarán más cuanto más se profundice el modelo.

En este marco se acaba de anunciar un incremento en las asignaciones familiares y en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y para embarazadas, que involucra un mayor gasto de 5200 millones de pesos, lo cual tendrá, según la ANSES, un efecto multiplicador sobre la economía que generaría una producción de 2,7 pesos por cada peso otorgado en asignaciones.

Cacerolazo modelo 2012

El jueves salieron nuevamente miles de argentinos a las calles de Buenos Aires y de muchas ciudades de las provincias. La convocatoria, por los medios informáticos, fue apoyada por sectores de poder en situación de confrontación con el gobierno nacional. Los cacerolazos siempre remiten a 2001-2002, no obstante consideramos que, más allá de cierta estética de personas formando mareas humanas por las calles, no hubo nada en común. Más bien, a nuestro juicio, hubo ciertas similitudes organizativas y de composición social con los cacerolazos y marchas que acompañaron el conflicto del campo en 2008. En los dos casos (2008 y 2012) en el vértice superior del conflicto, si se nos permite esta imagen, aparecen sectores empresariales nacionales de gran capacidad económica confrontando por demandas corporativas con el Gobierno. En 2008, fue la Mesa de Enlace (la Sociedad Rural Argentina fue su símbolo); en la del jueves, en el vértice estaban los grandes medios de comunicación con su conocida demanda. En ambas, además, todo el arco opositor político apoyó a quienes protestaban. Y en tercer lugar, entre ese vértice de poder y los miles y miles de personas que salieron no se puede registrar con seriedad una conexión directa en la convocatoria.

Tanto en 2008 como el jueves marchó una importante cantidad de ciudadanos que votaron en forma diferente, que pertenecen a esa abigarrada clase media argentina que va desde un vendedor ambulante de baratijas importadas de China, que manda a sus hijos a una escuela privada, hasta empresarios, comerciantes o profesionales. En 2008 todos se sentían aunados por “un campo” que remitía al utópico (y pasado) trabajo sobre la tierra y a personajes que supuestamente hablaban con un lenguaje sencillo (a diferencia del poder). El jueves no había un signo unificador más allá del malestar con el Gobierno, pero la cuestión de la comunicación, de las palabras, estaba presente.

La crisis económica y el cambio en el poder geopolítico en Europa

A finales del siglo pasado y principios del actual, se planteó a nivel mundial un cambio de ciclo hegemónico. Esta sucesión de poder se hizo más patente, en los últimos años, con la llegada de la crisis financiera mundial, que golpeó sobremanera a la economía estadounidense. Se concebía entonces que, con permiso de las potencias emergentes, la Europa comunitaria podía convertirse en el nuevo líder hegemónico por su fuerte peso económico y político a nivel mundial. Representaba, en principio, un modelo cohesionado y complementario, donde se habían aplicado desde la fundación de la CEE una serie de políticas de convergencia basadas en criterios de solidaridad interregional dentro de un conjunto de países cada vez más numeroso que acordaban cesiones de soberanía y concebían un crecimiento conjunto de sus economías, llegando a conformarse un enorme mercado de más de 500 millones de habitantes en 2011. Mostraba además, a pesar de las desigualdades regionales existentes, una economía competitiva por sectores, un desarrollo complementario basado en criterios de solidaridad interregional, una industria competitiva, unas estructuras sociales solidarias con unos Estados de Bienestar de gran tradición y altas cotas de sensibilidad medioambiental liderando todas las políticas y protocolos de actuación medioambientales.

Una salida realista de la crisis del euro: convertir la moneda única en un conjunto de Derechos Especiales de Giro

El euro es la moneda nacional de un país que no existe. Aunque existe un continente europeo, como existe Norteamérica, nunca ha habido un país llamada Estados Unidos de Europa, y probablemente nunca lo habrá.

El euro no es, así pues, una moneda como el dólar norteamericano, y sin embargo se le obliga –de mala manera— a fingirlo con el Tratado de Maastricht, por el que los países europeos abandonaron el derecho a producir sus propias monedas nacionales.

Con el volumen del euro controlado por una autoridad supranacional (el BCE) y con estados miembros punible por quebrantar las reglas del gasto público (un déficit máximo del 3% y un máximo de un 60% de déficit acumulado), el euro, lejos de funcionar como una moneda, funciona más bien como un conjunto de Derechos Especiales de Giro (DEG), según fueron concebidos por Keynes en su plan para Bretton Woods. En su programa de un sistema monetario internacional para despuñes de la II Guerra Mundial, Keynes propuso que se usara para el comercio internacional una moneda (el “Bancor”), reservando el uso de las monedas nacionales para el comercio interior. Las tasas de cambio entre las monedas nacionales y el Bancor estarían fijadas de modo tal, que los países con déficit comercial persistente se verían obligados a la austeridad y a la devaluación, mientras que los países persistentemente excedentarios tendrían gravámenes en Bancors y se les exigiría estimular sus economías para incrementar sus importaciones.

El precio de la desigualdad según Joseph Stiglitz: ineficacia y democracia en peligro

Hay momentos en que los pueblos se alzan (o reaccionan, si te gusta más) y dicen «esto no va más, esto debe cambiar» Ahora, estamos en eso. Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de economía, hace mucho tiempo que viene previniendo los desvíos del actual sistema y de la financierización de la economía. En su nuevo libro se centra en el «precio de la desigualdad».

Hace veinte años que vienen aumentando las desigualdades y no solo son socialmente inaceptables sino más nefastas aún desde el punto de vista económico. Los indignados lo ponen muy bien en evidencia enarbolando los colores del 99% con referencia al 1% que ya había estigmatizado el antiguo director del Banco Mundial y Premio Nobel de economía Joseph E. Stiglitz.

En el nombre de los monopolios

La embestida de Paolo Rocca pone en escena las pretensiones de los sectores concentrados. Su alianza con el Grupo Clarín y La Nación. Detrás del telón, la tendencia a maximizar beneficios y la sobreexplotación del trabajo.

La embestida de Paolo Rocca en simultáneo con el discurso presidencial por el Día de la Industria tiene un trasfondo que habla de la nostalgia del factótum del Grupo Techint por los años ’90, década que le permitió capturar activos públicos a precios irrisorios y reducir costos mediante la integración vertical de sus negocios. Todo esto tras haberse beneficiado con los cuantiosos sobreprecios pagados por el Estado nacional a sus empresas durante la dictadura cívico-militar que silenció, con la complicidad de sus actuales socios La Nación y el Grupo Clarín, cualquier intento de oposición. Rocca es apenas uno de los nombres que animaron una patria contratista que, travestida con ropajes democráticos, acrecentó un poder de lobby que se tradujo en prácticas coactivas que intentan prolongar hoy de espaldas a la sociedad. ¿De qué otra forma podría interpretarse su afirmación sobre la supuesta pérdida de rumbo del Gobierno Nacional si no es suponiendo el desprecio al apoyo alcanzado por la presidenta en la última elección?

Gran heredero

Paolo, el gran heredero de la multinacional italiana, sabe, como nadie, que un factor clave de la acumulación originaria del capital de las grandes compañías es el Estado. Antes de la masiva extranjerización de las principales empresas durante los ’90, era difícil encontrar un grupo económico local cuyo primer impulso de crecimiento no estuviera vinculado con su relación con el sector público, sea por créditos blandísimos, patria contratista o simple reserva de mercados monopólicos. No se trata de un fenómeno original argentino, sino global. Si se analiza cualquier proceso de industrialización en cualquier lugar del planeta, siempre se encontrará detrás al Estado como gran benefactor de los grupos de capitalistas elegidos. Bien mirada, la idea de “capitalismo de amigos” es casi una redundancia.

¿Inconsistencias discursivas?

A propósito de “las notas” de Paolo Rocca en la Academia Argentina de Ingeniería, resulta interesante hacer un rápido paseo por los estados contables de una de las compañías más emblemáticas del Grupo Techint, Siderar. Veamos:

- Comparando el momento en el que “se deterioraron los indicadores de competitividad” (2008-2011) respecto del período anterior (2004-2007), las ventas en dólares de esa firma aumentaron 44,8 por ciento y sumaron más de nueve mil millones de dólares.

- El volumen de ganancias netas superó los 1300 millones de dólares entre 2008 y 2011, suma para nada despreciable.