Informe de coyuntura mensual Nº 31
El escenario financiero doméstico se encamina a cerrar el año en un entorno enrarecido. Si bien el dólar permanece controlado dentro de las bandas de no intervención del Banco Central, el riesgo argentino se disparó a niveles récord en la administración de Cambiemos, tejiendo nuevas dudas sobre la sostenibilidad de la deuda del gobierno nacional.
En este contexto, el movimiento de pinzas que la política monetaria y fiscal imprimirán sobre la economía el año entrante logró finalmente impactar sobre las expectativas de inflación para 2019, aunque el correlato de esto último es una continuidad en las expectativas de (de)crecimiento económico, que no paran de empeorar desde mayo de este año.
El crédito es la principal variable de ajuste de la economía argentina, y el hecho de que la inflación todavía no haya retornado a los niveles previos a la crisis cambiaria está generando un fuerte sesgo recesivo a la actividad. Por su parte, los cambios que el objetivo de “déficit cero” han inducido sobre la política fiscal llevaron a una reconfiguración de los ingresos del fisco, lo cual pone en riesgo el propio cumplimiento de la meta, o en el peor de los casos conlleva a una profundización del ajuste en las cuentas públicas.
En las últimas semanas, comenzó a delinearse el escenario para las paritarias del año que viene, en un contexto en el cual hay más sombras que luces respecto de la evolución tanto del nivel de actividad como de la dinámica inflacionaria. La recuperación de los ingresos reales de los trabajadores será un elemento clave para escapar de una recesión en forma de “L”, lo cual será puesto a prueba por la volatilidad cambiaria típica de los entornos electorales, reforzada esta vez por las dudas respecto de la solvencia del sector público.
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Instituto de Trabajo y Economía (ITE) | Fundación Germán Abdala - diciembre de 2018