El cierre del Gobierno en Estados Unidos de América (EUA): primera confrontación en la lucha por la reforma económica
Superficialmente, el impasse es producto de la Ley de Salud Asequible (Obamacare) y el Límite de Deuda Nacional. Desafortunadamente, estos puñetazos partidarios son sólo el inicio de una dolorosa lucha por la transición económica en EUA. Cíclicamente el mundo ha experimentado este tipo de conmociones políticas desde el inicio del capitalismo. La historia muestra que la transición es inevitable. Sin embargo, el resultado de la misma es incierto.
El régimen económico neoliberal establecido en los años 1980 promovido por Ronald Reagan y Margaret Thatcher—al igual que docenas de períodos económicos liberales anteriores—agoniza dolorosamente. Las economías liberales sustentadas en la privatización y desregulación típicamente generan una concentración de riqueza espectacular y amplían la brecha de la inequidad económica. Burbujas de especulación y explosiones financieras suceden cuando los vendedores ya no tienen compradores, son incapaces de resolver la crisis de sobre-producción que inevitablemente ocurre cuando los mercados dominan sin freno sobre la economía, el ambiente y la sociedad. Si los mercados sin regulación continúan indefinidamente, destruirán tanto la sociedad como la base material para la existencia del capitalismo. Por ello, tarde o temprano, se introducen reformas. La última vez que sucedió fue al final de los años 1920, después de la crisis financiera de 1929, la Gran Depresión en EUA y el Nuevo Pacto (New Deal).
Pero las reformas no se dan suavemente a través de acuerdos lógicos. Históricamente el gobierno está forzado a hacerlas en convulsivos períodos de agitación financiera y social. Además, las reformas pueden ser políticamente progresistas, represivas, totalitarias o democráticas (diferencias como las que se observan entre las reformas en EUA de los años 1930 y las de Alemania nazi). Pero el ritmo de implementación y la naturaleza política de las reformas económicas estructurales dependen de la política, no sólo la de los partidos, sino de la de los movimientos sociales con capacidad de generar voluntad política. Estos movimientos también expresan todo tipo de posiciones.
Parece que el Tea Party (organización política de extrema derecha), Noticias Fox y los hermanos Koch (billonarios que defienden el libre mercado) comprenden perfectamente este suceso histórico. Ellos consolidaron su poder político partidista manipulando el voto en los distritos y sacando ventaja del Partido Republicano. Actualmente influencian a la sociedad civil a través de la inundación propagandística, la seudo-ciencia y el activismo comunitario. Negar en este momento la Ley de Salud Asequible no es únicamente un espectáculo políticamente inteligente. El Tea Party representa a las élites provinciales ricas y educadas, a quienes algunos analistas llaman “the Newest Right” (la Derecha más nueva) de los viejos blancos del Sur. Ellos saben perfectamente bien que en la actual recesión, altos índices de desempleo, aplastante deuda estudiantil y profundización de las crisis alimentaria y de salud, si el sistema público de EUA logra, aunque sea una incipiente reforma en el sistema de salud, esto podría desatar la voluntad política para otro tipo de reformas federales progresistas, las cuales podrían socavar el menguante poder demográfico de esta “Derecha más nueva”. También podría sabotear su deseo de atraer hacia el Sur la “inversión amistosa” del capital global (léase: sin regulaciones).
No es que el gobierno de Obama proponga un cambio a la globalización neoliberal. Por el contrario, al igual que el presidente anterior, Clinton, sin descanso ha empujado la agenda neoliberal en EUA y en el extranjero. La Ley de Salud Asequible es una leve reforma que no aborda las causas de la creciente crisis de salud, como tampoco amenaza a la dominación corporativa de las compañías aseguradoras, a la enorme industria farmacéutica ni a los proveedores de salud.
Los ambientalistas se molestan con Obama por su hábito de parafrasear al reformista Franklin Delano Roosevelt cuando dijo “¡Esa es una magnífica idea! Ahora actúen y oblíguenme a llevarla a cabo”. Sea el presidente Obama evasivo o sincero, el hecho es que sin un movimiento social fuerte que demande los cambios desde la base, incluso los reformistas más valientes no tienen poder para cambiar el statu quo. Tampoco tendrán la capacidad de proteger a la sociedad del sabotaje político de los fanáticos, quienes, en nombre del patriotismo, defienden agendas elitistas de pocos ciudadanos y un puñado de billonarios reaccionarios.
Lejos del populismo, la élite del Tea Party y compañía temen la potencial emergencia de movimientos sociales de base. Ante las crisis alimentaria, energética, financiera y ambiental que se viven en EUA, estos movimientos podrían inclinar la inevitable transición económica hacia una agenda de reforma más progresista. Aunque los movimientos sociales (alimentario, laboral, ambiental, etc.) están fragmentados y carecen del apoyo económico billonario del Tea Party, crecen constantemente en todo el mundo en la medida que la economía neoliberal fracasa y defrauda a la sociedad.
Hay mucho que aprender del cierre del gobierno estadunidense, sin importar cómo se desarrolle. Necesitaremos estas lecciones para comprender y comprometernos de manera constructiva en las políticas de la economía de transición que se avecina.
ALAI, América Latina en Movimiento - 16 de octubre de 2013