Lejos de Nueva York

Claudio Scaletta
Si no media deshonestidad, hasta los opositores más férreos reconocen que el estrafalario fallo de la justicia estadounidense intentó extorsionar al país en favor de los fondos buitre. Frente al apriete imperial, el gobierno ejerció soberanía y defendió el patrimonio público. En juego no estaba solamente el valor del pago de un fallo abiertamente injusto, sino la totalidad de la reestructuración de la deuda. La oposición se mostró errática y con reacciones lentas. Su única propuesta concreta fue subordinarse al juzgado neoyorquino y pagar sin chistar. Las mejores banderas y la legitimidad quedaron del lado del gobierno, que supo capitalizarlas y recrear su mística. La disputa frente al enemigo externo logró que las dificultades económicas, profundizadas por la devaluación de enero, pasen a segundo plano, y sumó un prodigio: que la imagen presidencial crezca en el marco de una economía que se frena.

Pasado el vendaval, las dificultades económicas permanecen intactas. El bloqueo judicial a los pagos no desató las diez plagas de Egipto con que asustaron algunos economistas, pero no será neutro. Para empezar abortó la estrategia de administración de la restricción externa, es decir la gestión de la escasez estructural de dólares. El camino consistía en la resolución de todos los pendientes con los mercados financieros globales para volver a colocar deuda a tasas bajas y, en paralelo, estimular las inversiones energéticas. El diagnóstico se basó en que el resto de los países de la región, con estructuras económicas similares, no presentan problemas de cuenta corriente porque tienen ingresos de capitales.

Para financiar el crecimiento y no desatar crisis cambiarías, entonces, la clave sigue siendo el financiamiento externo. La alternativa es no crecer, una vía que supone conflictividad social y problemas de estabilización del mercado cambiario. El punto es que las cotizaciones de los títulos de deuda nunca se desmoronaron. El bloqueo estadounidense y la mala prensa financiada por los buitres, y alimentada y replicada localmente, generaron un efecto indeseado para sus impulsores: el conocimiento planetario de que Argentina es solvente e intenta por todos los medios cumplir con sus acreedores regulares. El país también consiguió la simpatía de quienes, frente al ataque especulativo, apoyaron en los distintos foros multilaterales. La previsión lógica es que no se esperará hasta enero de 2015 para pagar el 100 por ciento a los holdouts, como algunos desean, sino que para ellos se mantendrán las condiciones del canje. Y desde ahora, pero especialmente a partir de octubre, una vez desbloqueada la cadena de pagos, se retomará la estrategia de buscar financiamiento en el exterior. Esta vez por fuera de Estados Unidos. El mundo no termina en Nueva York.

Le Monde Diplomatique Nº 183 - septiembre de 2014

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