Jaime Sorín: “Las obras se podrían haber hecho eligiendo las prioridades”
“Con las obras adecuadas y un plan de contingencia” se podrían haber “mitigado los daños” de las inundaciones que asolaron en los últimos días a las ciudades de Buenos Aires y La Plata, opina Jaime Sorín, ex decano y profesor de la Facultad de Arquitectura de la UBA. Además de la falta de obras, lo que contribuyó al anegamiento en algunos barrios porteños fue “que en los días previos se cortaron muchas ramas, que no se recogieron por el feriado, que taparon alcantarillas, sumado a que es otoño y hay más hojas caídas”, y a que “se redujeron superficies de absorción” al eliminar adoquinados y la grama de espacios verdes y reemplazarlos por cemento. Tanto una como otra ciudad se vieron afectadas a su vez por las consecuencias de “un boom inmobiliario sin ningún control”, indicó. En la última década, destacó Sorín, se construyeron en la ciudad de Buenos Aires 25 millones de metros cuadrados nuevos, y se mantuvo la misma infraestructura de la década del ’50.
Inundaciones Miseria y opulencia II
El fenómeno reciente de inundaciones y crecidas en el Litoral no ha sido el mayor registrado en este siglo, ni por su duración, ni por las alturas alcanzadas por los ríos en los puntos críticos, ni por los caudales máximos en los grandes emisarios como el Paranaá y el Uruguay. La gran resonancia nacional que ha tenido este fenómeno —quizás aún inconcluso— es atribuible a diversos factores, la mayoría de los cuales se han potenciado entre si.
Crecidas: miseria y opulencia - (Primera Parte)
El argentino común —no inundado—, ante las noticias del desastre humano y físico que representa esta onda de crecida del año 1992, tenderá a considerarla como un hecho de la fatalidad.
Este hipotético ciudadano medio quizá no se detenga a pensar que, ademas de la cuota inevitable que todos pagamos por hechos anómalos de esta naturaleza —en este caso precipitaciones de gran magnitud que se presentan con cierta frecuencia—, estamos pagando los intereses de otra deuda interna.
Indundaciones Bonaerenses ¿Hay solución?
La provincia de Buenos Aires afronta periodicamente sequías e inundaciones que influyen en gran medida en el progreso social y el crecimiento económico de una tercera parte del territorio provincial. El ingeniero Carballo realiza un análisis del "Area Deprimida" y señala las posibles soluciones.
Crecidas: miseria y opulencia
El argentino común -no inundado-, ante las noticias del desastre humano y físico que representa esta onda de crecida del año 1992, tenderá a considerarla como un hecho de la fatalidad.
Este hipotético ciudadano medio quizá no se detenga a pensar que, además de la cuota inevitable que todos pagamos por hechos anómalos de esta naturaleza -en este caso precipitaciones de gran magnitud que se presentan con cierta frecuencia-, estamos pagando los intereses de otra deuda interna. Tal deuda -contraída sin consultarnos y para beneficio de unos pocos-, hace que hoy nos encontremos con:
Inundaciones bonaerenses ¿hay solución?
La provincia de Buenos Aires afronta periodicamente sequías e inundaciones que influyen en gran medida en el progreso social y el crecimento económico de un a tercera parte del territorio provincial. El ingeniero Carballo realiza un análisis del "Area Deprimida" y señala las posibles soluciones.
La "Depresión del Salado" o el "Area Deprimida de la Pcia. de Bs.As." reconoce distintos límites de acuerdo a los objetivos de los diversos estudios, variando entre un mínimo de 65.000 km2 y un máximo cercano a los 100.000 km2, según se incluyan sólo los partidos ubicados en las zonas más bajas o también aquéllos algo más elevados, donde inician sus recorridos los cursos de agua.
Las secas y las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires
Las secas y las inundaciones constituyen un mismo problema.
En las primeras páginas de esta memoria, al exponer los resultados de mi excursión a las lagunas de Lobos y de Monte, dije que ellos fueron relativamente escasos a causa de la gran cantidad de agua que llenaba las lagunas, y eso a pesar de haber efectuado mi viaje cuando la estación del calor estaba muy avanzada. Hasta los mismos campos elevados pero poco declive, estaban todavía en parte inundados, y ya puede juzgarse por esto cómo estarían durante el invierno excepcionalmente lluvioso del año pasado.
Natural es pues que la cuestión de las inundaciones y de los proyectados trabajos de nivelación y desagüe estuvieran a la orden del día y se deseara conocer mi opinión al respecto.